Sementera: 312 litros de grano - citaREA

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ENG — 692 — ENG ENFLAQUECER, ENMAGRECER .— (V. Enflaquecimiento.) ENFLAQUECIMIENTO.—Estado de un animal que no tiene el volumen y las carnes correspondientes á su especie, variedad y alzada, ya por no haberse desarrollado suficientemente , ya por haber perdido una parte de su masa. El enflaquecimiento resulta de la disminución mayor ó menor de la grasa y del tejido muscular, dejando aparecer ó aumentando las salidas óseas, marcadas bajo la adelgazada piel. Cierto grado de enflaquecimiento es compatible con la salud y hasta conveniente en los animales que han de hacer un trabajo activo y penoso, ó movimientos tan violentos como los de las carreras de caballos. -No se puede decir lo mismo del enflaquecimiento producido por la falta de nutrición, por un ejercicio inmoderado ó por las enfermedades. El enflaquecimiento de las reses es el indicio de la ignorancia ó abandono en las explotaciones agrícolas. Afortunadamente los labradores van abandonando el error consistente en gastar poco para nutrir los ganados, y donde no son esclavos de la rutina aumentan la producción forrajera notablemente. También puede ser el enflaquecimiento resultado de la vivacidad, impaciencia é impresionabilidad de los animales, sobre todo en los jóvenes, que ocasionan pérdidas á la economía con los esfuerzos inútiles á que en muchos casos se entregan. A veces en los adultos el enflaquecimiento es provocado por un aumento de trabajo sin aumentar la ración, poíno darles tiempo para que hagan las digestiones ó por ser defectuosos los alimentos. Se caracteriza el enflaquecimiento por lo enjuto de las ancas, por la estrechez del pecho y de los costados, y por la delgadez de los muslos y otras partes. Para combatir el enflaquecimiento es necesario alimentar razonablemente los ganados, hacer que ejerciten sus fuerzas musculares con regularidad, y cuidarlos bajo todos los aspectos en la forma que su especie requiera, sin olvidar nunca que lo barato es caro. ENFRIAMIENTO.—Descenso de la temperatura de un cuerpo; en los animales causa á veces enfermedades más ó menos graves de los órganos respiratorios principalmente. Las reses de labor son las más expuestas á los enfriamientos., y de ahí la necesidad de preservarlas de ellos con mantas y otros abrigos, evitando que pierdan bruscamente el calor cuando se hallan transpirando. Las toses, los catarros, las enfermedades del pecho, especialmente en las estaciones de bruscos cambios atmosféricos, no reconocen otra causa.. (V. Bronquitis, Pleuresía, Pneumonía y Tisis.) ENGALLADO.— Se aplica al caballo que lleva la cabeza bien colocada, erguida y airosa cuando marcha. ENGALLADOR.— Correa que, partiendo del bocado y sujeta al cuello del caballo, le obliga á levantar la cabeza. ENGARGANTAR. — Meter el pie en el estribo hasta la garganta, lo cual es peligroso en el momento en que el jinete pierde la silla y es arrojado de ella por consecuencia de algún bote ú otra causa. ENGATILLADO—Aplícase al caballo y al toro que tienen el pescuezo grueso y levantado por la parte superior. ENGAVILLAR.— (V. Agavillador y Agavillar.) ENGELHARDTIA.—(V. Pingol.) ENGENDRO. - (V. Feto.) ENGOLLAR.— Hacer que el caballo, por medio del freno, lleve la cabeza y pescuezo recogidos y en la debida proporción. ENGORDE.— I. LA CUESTIÓN D E ENGORDE EN ESPASA.— Engordar es poner los animales en el máximo de peso que son capaces de adquirir. El arte de engordar consiste, según esto, en la práctica por la cual consigue el hombre que los animales destinados al consumo alcancen el mayor peso en el tiempo más corto y con el menor gasto posible. Generalmente se usan como sinónimas las palabras engorde y cebo, pero no pocas veces se les da significación diferente. Con la palabra cebo se designa el exceso de gordura. Puede afirmarse que la cuestión de engorde se halla en España en estado rudimentario. En otros países es objeto de profundos estudios y de eusayos prolijos, tanto de parte de los fisiólogos, como délos economistas. Gracias á ellos, se ha descubierto científicamente la razón del engorde, y se va estableciendo con exactitud casi matemática el valor de las diversas clases de alimento con relación al producto neto que puede proporcionar al ganadero la unidad de peso de carne obtenida en cada edad y en cada especie. En España nadie se ocupa en tales investigaciones; para hacerlas faltan al ganadero conocimientos, á los hombres de ciencia campos de experiencia y recursos pecuniarios, á los Gobiernos afición y espíritu patrio para ocuparse en el fomento de los intereses materiales. Este contraste explica el constante y maravilloso progreso de la ganadería en las demás naciones cultas de Europa, y el estado de decadencia, que llegará á ser de completa ruina, eu que se halla entre nosotros la industria pecuaria. Triste es, por otra parte, que al hablar de los adelantos hechos en la materia, por carecer de datos teóricos y prácticos basados en pruebas hechas en nuestros establecimientos de enseñanza, nos veamos obligados á valemos de los que nos suministren los autores extranjeros. Nuestra completa ignorancia de la doctrina relativa al engorde, así como el abandono de los criadores y recriadores en el arte del cebo, son una de las causas de que falte en la administración de la ganadería el espíritu económico indispensable para que la industria pecuaria se salde en ganancia, y de que el surtido de carnes se verifique en inconvenientes condiciones para el público.

ENG — 6 9 3 — ENG En España se mira el engorde como un accidente, no como un sistema esencial en la cría de reses. Sólo se atiende con cierto esmero al cebo del ganado de cerda; en cuanto al de carneros y bueyes, el ganadero se muestra generalmente pasivo. Con el orden de pastoreo al aire libre y de manutención con la hierba que brota espontáneamente la tierra, el estado de gordura de las reses depende de los accidentes atmosféricos. Todas suelen tomar carnes en primavera y enflaquecer en invierno, siendo cosa triste que la gordura de los animales no vendidos para el consumo sirva no más que para que puedan resistir las futuras escaseces. Con el engorde estacional alterno de los carneros y buej'es pierde el ganadero casi en totalidad los gastos hechos en determinadas épocas, y prueba de ello es que si vende cuando enflaquecieron los animales, los compradores fijan el precio según su estado actual, sin tener en consideración el que tuvieron anteriormente. De esto resulta una pérdida constante para el ganadero; acumulados los gastos invertidos durante varios años en el sostenimiento de los animales, su importe total asciende á más que el de venta. Sólo puede ganar el recriador que compra á bajo precio á la entrada de la primavera ó del verano, siendo abundantes las hierbas en estas estaciones; que si no lo son, el ganado continuará enflaquecido, siendo imposible llevarlo al matadero. El sostenimiento del ganado durante otra estación aumenta considerablemente el coste de la producción de la carne, lo cual, no sufriendo alteración el precio de venta en el mercado, se resolverá en verdadera pérdida para el ganadero. II. TEORÍA DEL ENGORDE. — La ciencia fisiológica todavía no ha dicho su última palabra sobre esta importante materia. Sábese de cierto, por las investigaciones de Lawes et Gilbert, que en el aumento de 1 0 0 libras del peso vivo del animal spmetido á la operación del engorde haj r de 6 0 á 6 5 de grasa, de 7 á 8 de materias proteicas, de 1 á 1,5 de materias minerales y de 2 5 á 3 0 de agua. Domina por consecuencia la grasa en el engorde de los animales. En cuanto á la formación de la grasa en la economía animal, todo cuanto se ha dicho hasta ahora ha sido hipotético. Oportuno será que digamos en breves palabras cuál es el estado de la cuestión, no tanto pollo que pueda interesar á los ganaderos, que no será mucho, atendido el escaso conocimiento que tienen de la química, sino para que comprendan el influjo de la ciencia en la reforma pecuaria, y á la vez con objeto de que los hombres de estudio hagan las deducciones de aplicación que estimen conveniente á fin de.enseñar el modo de precipitar con economía de gastos el engorde de los animales. Discútese en la actualidad la siguiente tesis : ¿ se forman las grasas á costa de las ma-, terias proteicas , ó de los hidratos de carbono que contiene la ración de alimento ? Varios autores alemanes, entre ellos TVolff, Voit, Pet- tenkofer y Bischoff sostienen que las materias proteicas contribuyen principalmente á la formación de las grasas; Liebig, los ingleses Lawes y Gilbert, y muchos franceses, sostienen con no menos decisión que los hidratos de carbono juegan el principal papel en dicha formación. Andrés Sansón opina que esta cuestión encierra dos problemas distintos: uno puramente especulativo, y otro práctico. Respecto al primero dice: que siendo cosa sabida que las materias proteicas no se digieren, ó mejor dicho , no se asimilan si no van acompañadas de cierta cantidad de hidrato de carbono y de materias grasas; que en los herbívoros el máximum de engorde corresponde á un límite determinado de esta cantidad, llamada relación nutritiva, es cosa evidente que el respectivo influjo de los dos términos de esta relación no pueden ser explicados satisfactoriamente respecto á las reacciones que están fuera de nuestro alcance por cálculos atómicos, extraños al método experimental. Bástenos saber que la nutrición de los animales sólo puede verificarse con el concurso de esos dos principios inmediatos, los hidratos de carbono y las materias proteicas. En cuanto al problema práctico, se puede establecer que el engorde es el resultado de la diferencia entre el gasto y las pérdidas del organismo animal; que el gasto es directamente proporcionado á la cantidad y á la digestibilidad de los alimentos ingeridos, y que las pérdidas son inversamente proporcionadas á la tensión de la atmósfera, en la cual vive ese organismo, y directamente á las cantidades de movimiento y de trabajo que ejecuta. La condición esencial del engorde es en definitiva que las substancias que contribuyen á la formación de la grasa entren en gran cantidad en la alimentación. Pero esta condición, como dice M. Monjauze, no basta por sí sola, ó al menos sus resultados serían muy tardíos, si no se le asociase otra importantísima, cual es disminuir la actividad de los aparatos orgánicos, cuya función tiende á acelerar la combustión vital. Según esto, es preciso evitar en los animales sometidos al engorde las pérdidas que resultarían necesariamente del ejercicio estimulado de las funciones respiratorias, musculares y secretorias, las cuales no pueden producir sino consumiendo para su uso cierta cantidad de materias destinadas á transformarse en grasa. Conviene advertir que no existe incompatibilidad absoluta entre la formación de la grasa, y la producción del trabajo y de la leche; la experiencia diaria prueba que el engorde puede realizarse no obstante el ordeño, y sin embargo de que los órganos musculares se hallen en actividad productora de fuerza; pero como todo lo que el organismo produce, fuerza, leche, grasa, lana, etc., es la expresión de una transformación de su materia, es evidente que cuando dicho organismo está obligado á varias elaboraciones simultáneas, las

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En España se mira el engor<strong>de</strong> como un acci<strong>de</strong>nte,<br />

no como un sistema esencial en la<br />

cría <strong>de</strong> reses. Sólo se atien<strong>de</strong> con cierto esmero<br />

al cebo <strong>de</strong>l ganado <strong>de</strong> cerda; en cuanto al<br />

<strong>de</strong> carneros y bueyes, el gana<strong>de</strong>ro se muestra<br />

generalmente pasivo. Con el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> pastoreo<br />

al aire libre y <strong>de</strong> manutención con la hierba<br />

que brota espontáneamente la tierra, el<br />

estado <strong>de</strong> gordura <strong>de</strong> las reses <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> los<br />

acci<strong>de</strong>ntes atmosféricos. Todas suelen tomar<br />

carnes en primavera y enflaquecer en invierno,<br />

siendo cosa triste que la gordura <strong>de</strong> los<br />

animales no vendidos para el consumo sirva<br />

no más que para que puedan resistir las futuras<br />

escaseces. Con el engor<strong>de</strong> estacional alterno<br />

<strong>de</strong> los carneros y buej'es pier<strong>de</strong> el gana<strong>de</strong>ro<br />

casi en totalidad los gastos hechos en <strong>de</strong>terminadas<br />

épocas, y prueba <strong>de</strong> ello es que<br />

si ven<strong>de</strong> cuando enflaquecieron los animales,<br />

los compradores fijan el precio según su estado<br />

actual, sin tener en consi<strong>de</strong>ración el que<br />

tuvieron anteriormente. De esto resulta una<br />

pérdida constante para el gana<strong>de</strong>ro; acumulados<br />

los gastos invertidos durante varios años<br />

en el sostenimiento <strong>de</strong> los animales, su importe<br />

total ascien<strong>de</strong> á más que el <strong>de</strong> venta.<br />

Sólo pue<strong>de</strong> ganar el recriador que compra á<br />

bajo precio á la entrada <strong>de</strong> la primavera ó <strong>de</strong>l<br />

verano, siendo abundantes las hierbas en estas<br />

estaciones; que si no lo son, el ganado continuará<br />

enflaquecido, siendo imposible llevarlo<br />

al mata<strong>de</strong>ro. El sostenimiento <strong>de</strong>l ganado<br />

durante otra estación aumenta consi<strong>de</strong>rablemente<br />

el coste <strong>de</strong> la producción <strong>de</strong> la<br />

carne, lo cual, no sufriendo alteración el precio<br />

<strong>de</strong> venta en el mercado, se resolverá en<br />

verda<strong>de</strong>ra pérdida para el gana<strong>de</strong>ro.<br />

II. TEORÍA DEL ENGORDE. — La ciencia<br />

fisiológica todavía no ha dicho su última palabra<br />

sobre esta importante materia. Sábese <strong>de</strong><br />

cierto, por las investigaciones <strong>de</strong> Lawes et Gilbert,<br />

que en el aumento <strong>de</strong> 1 0 0 libras <strong>de</strong>l peso<br />

vivo <strong>de</strong>l animal spmetido á la operación <strong>de</strong>l<br />

engor<strong>de</strong> haj r<br />

<strong>de</strong> 6 0 á 6 5 <strong>de</strong> grasa, <strong>de</strong> 7 á 8 <strong>de</strong><br />

materias proteicas, <strong>de</strong> 1 á 1,5 <strong>de</strong> materias minerales<br />

y <strong>de</strong> 2 5 á 3 0 <strong>de</strong> agua. Domina por<br />

consecuencia la grasa en el engor<strong>de</strong> <strong>de</strong> los<br />

animales. En cuanto á la formación <strong>de</strong> la grasa<br />

en la economía animal, todo cuanto se ha<br />

dicho hasta ahora ha sido hipotético. Oportuno<br />

será que digamos en breves palabras<br />

cuál es el estado <strong>de</strong> la cuestión, no tanto pollo<br />

que pueda interesar á los gana<strong>de</strong>ros, que<br />

no será mucho, atendido el escaso conocimiento<br />

que tienen <strong>de</strong> la química, sino para<br />

que comprendan el influjo <strong>de</strong> la ciencia en la<br />

reforma pecuaria, y á la vez con objeto <strong>de</strong><br />

que los hombres <strong>de</strong> estudio hagan las <strong>de</strong>ducciones<br />

<strong>de</strong> aplicación que estimen conveniente<br />

á fin <strong>de</strong>.enseñar el modo <strong>de</strong> precipitar con<br />

economía <strong>de</strong> gastos el engor<strong>de</strong> <strong>de</strong> los animales.<br />

Discútese en la actualidad la siguiente tesis<br />

: ¿ se forman las grasas á costa <strong>de</strong> las ma-,<br />

terias proteicas , ó <strong>de</strong> los hidratos <strong>de</strong> carbono<br />

que contiene la ración <strong>de</strong> alimento ? Varios<br />

autores alemanes, entre ellos TVolff, Voit, Pet-<br />

tenkofer y Bischoff sostienen que las materias<br />

proteicas contribuyen principalmente á<br />

la formación <strong>de</strong> las grasas; Liebig, los ingleses<br />

Lawes y Gilbert, y muchos franceses, sostienen<br />

con no menos <strong>de</strong>cisión que los hidratos<br />

<strong>de</strong> carbono juegan el principal papel en dicha<br />

formación.<br />

Andrés Sansón opina que esta cuestión encierra<br />

dos problemas distintos: uno puramente<br />

especulativo, y otro práctico. Respecto al<br />

primero dice: que siendo cosa sabida que las<br />

materias proteicas no se digieren, ó mejor dicho<br />

, no se asimilan si no van acompañadas <strong>de</strong><br />

cierta cantidad <strong>de</strong> hidrato <strong>de</strong> carbono y <strong>de</strong><br />

materias grasas; que en los herbívoros el máximum<br />

<strong>de</strong> engor<strong>de</strong> correspon<strong>de</strong> á un límite<br />

<strong>de</strong>terminado <strong>de</strong> esta cantidad, llamada relación<br />

nutritiva, es cosa evi<strong>de</strong>nte que el respectivo<br />

influjo <strong>de</strong> los dos términos <strong>de</strong> esta relación no<br />

pue<strong>de</strong>n ser explicados satisfactoriamente respecto<br />

á las reacciones que están fuera <strong>de</strong><br />

nuestro alcance por cálculos atómicos, extraños<br />

al método experimental. Bástenos saber<br />

que la nutrición <strong>de</strong> los animales sólo pue<strong>de</strong><br />

verificarse con el concurso <strong>de</strong> esos dos<br />

principios inmediatos, los hidratos <strong>de</strong> carbono<br />

y las materias proteicas.<br />

En cuanto al problema práctico, se pue<strong>de</strong><br />

establecer que el engor<strong>de</strong> es el resultado <strong>de</strong><br />

la diferencia entre el gasto y las pérdidas <strong>de</strong>l<br />

organismo animal; que el gasto es directamente<br />

proporcionado á la cantidad y á la digestibilidad<br />

<strong>de</strong> los alimentos ingeridos, y que las<br />

pérdidas son inversamente proporcionadas á<br />

la tensión <strong>de</strong> la atmósfera, en la cual vive ese<br />

organismo, y directamente á las cantida<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong> movimiento y <strong>de</strong> trabajo que ejecuta.<br />

La condición esencial <strong>de</strong>l engor<strong>de</strong> es en <strong>de</strong>finitiva<br />

que las substancias que contribuyen á la<br />

formación <strong>de</strong> la grasa entren en gran cantidad<br />

en la alimentación. Pero esta condición, como<br />

dice M. Monjauze, no basta por sí sola, ó al<br />

menos sus resultados serían muy tardíos, si no<br />

se le asociase otra importantísima, cual es disminuir<br />

la actividad <strong>de</strong> los aparatos orgánicos,<br />

cuya función tien<strong>de</strong> á acelerar la combustión<br />

vital. Según esto, es preciso evitar en los animales<br />

sometidos al engor<strong>de</strong> las pérdidas que<br />

resultarían necesariamente <strong>de</strong>l ejercicio estimulado<br />

<strong>de</strong> las funciones respiratorias, musculares<br />

y secretorias, las cuales no pue<strong>de</strong>n<br />

producir sino consumiendo para su uso cierta<br />

cantidad <strong>de</strong> materias <strong>de</strong>stinadas á transformarse<br />

en grasa.<br />

Conviene advertir que no existe incompatibilidad<br />

absoluta entre la formación <strong>de</strong> la<br />

grasa, y la producción <strong>de</strong>l trabajo y <strong>de</strong> la leche;<br />

la experiencia diaria prueba que el engor<strong>de</strong><br />

pue<strong>de</strong> realizarse no obstante el or<strong>de</strong>ño,<br />

y sin embargo <strong>de</strong> que los órganos musculares se<br />

hallen en actividad productora <strong>de</strong> fuerza; pero<br />

como todo lo que el organismo produce, fuerza,<br />

leche, grasa, lana, etc., es la expresión<br />

<strong>de</strong> una transformación <strong>de</strong> su materia, es evi<strong>de</strong>nte<br />

que cuando dicho organismo está obligado<br />

á varias elaboraciones simultáneas, las

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