Sementera: 312 litros de grano - citaREA

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de semilla, pónganse las bellotas en los semilleros
algo ralas, á palmo unas de otras, como
recomienda Herrera; procúrese resguardarlas
de toda clase de daños, y desmóchense los
brinzales cuando estén algo crecidos, para que
medren con más vigor. Cuando sólo se trate
de obtener un corto número de plantones, lo
más conveniente es poner las bellotas en macetas,
como se hace generalmente en los viveros
de Londres. De esta manera las plantas
brotan vigorosamente, sin experimentar el
menor contratiempo, y cuando se las traslada
de la maceta al hoyo abierto previamente, se
desarrollan con extraordinaria rapidez, si el
suelo y la situación son favorables.
. CUALIDADES Y APLICACIONES DE LOS PRODUC­
TOS.—Recomienda Boutcher el uso de la encina
para setos, asegurando que se hacen espesos
y llegan á 12 y 14 metros de altura en
poco tiempo, si bien cree que no deben plantarse
junto á los edificios, á causa de la mucha
humedad que conservan las hojas caídas durante
las lluvias de Abril y Mayo. En Cron-
•vvall se prefiere este árbol á cualquiera otro
para las plantaciones que se hacen á la orilla
del mar, como árbol de adorno y como especie
protectora en los plantíos municipales. Si
á estas cualidades se añaden las de sus numerosos
y variados productos, se reconocerá
cuan sensible es que no se haya atendido
convenientemente en nuestro país á la conservación
y fomento de los encinares, de cuya
destrucción se lamentaba ya el capitán Cook,
el cual dice en uno de sus escritos que cela
encina es ahora, por desgracia, el único combustible
que se usa en la mayor parte de las
Castillas, lo que hace disminuir diariamente
los escasos árboles que quedan. La manera de
ejecutar las cortas aumenta también el daño,
y las prácticas de los lugareños, permaneciendo
casi invariables, hacen subir de punto las
fatales consecuencias de este mal. A causa de
esto, el tronco brota débilmente. Los brotes
se cortan jóvenes y cuando tienen poco vigor,
y esta operación, repetida con frecuencia,
destruye con el tiempo los árboles, y el país
se transforma en los extensos rasos que hoy
se ven».
Mayor atención merece seguramente una
especie arbórea tan útil y apreciable.
Madera.—La madera de encina consta de
capas leñosas, compuestas esencialmente de
tejido fibroso y subdivididas en zonas estrechas,
concéntricas y festonadas comúnmente
por el parénquima leñoso, de color más claro;
los vasos son sensiblemente iguales y finos;
no foi-man una zona porosa distinta en la parte
interna de cada anillo, sino que, por el contrario
, se agrupan con las celdillas leñosas en
líneas flexuosas radiadas, que se prolongan
casi sin interrupción por todas las capas, lo
cual hace que las líneas circulares correspondientes
á los crecimientos anuales se presenten
muy confusas. Los radios medulares son
desiguales, muy anchos, abundantes, y forman
espejillos muy unidos y compactos, de
color más obscuro que el resto. La madera
joven es blanquecina, la más perfecta, de un
matiz claro uniforme, sin que se vea en ella
bien marcada la albura; el duramen y los nudos
se tiñen con frecuencia de un color pardo
negruzco más ó menos intenso. Es dicha madera
una de las más pesadas, oscilando su
peso específico entre 0,903 y 1,182. Esta
última circunstancia impide que sea susceptible
de ciertas aplicaciones, sobre todo en la
construcción naval, en la cual se prefieren
otras maderas menos pesadas, pero se emplea,
sin embargo, en los buques para piezas pequeñas.
Tampoco se presta muy bien á las
obras de raja, pero satisface muchas necesidades
en la carretería, construcción de aperos
de labor, ejes de carros y toda clase de piezas
que hayan de sufrir un gran rozamiento. Es
asimismo muy propia para tornería, y dócil al
escoplo y á la gubia; puede enriquecer el taller
del ebanista, presentando á veces muestras
en que el gateado y gusanillo, las aguas y
desvanecidos campean lindamente sobre las
tintas delicadas y caprichosas. Algunas veces
se abre y agrieta al secarse, pero, según parece,
puede evitarse este inconveniente teniéndola
sumergida previamente en el agua por
algún tiempo. De todos modos, esto no disminuye
en nada sus buenas cualidades para la
construcción civil, en la cual se emplea con
preferencia por su resistencia y duración, si
bien no suelen obtenerse piezas de grandes
dimensiones, porque la encina no alcanza una
altura muy considerable.
Leña y carbón.—La leña de encina es para
los españoles el combustible por excelencia,
aunque desgraciadamente falta en muchas localidades.
Esta preferencia es justamente merecida,
porque arde con mucha llama, desprende
gran cantidad de calórico y dura mucho tiempo.
Según los ensayos hechos por D. Julián
Pellón y Rodríguez, la encina de la Alcudia
da 3.150 calorías, la encina verde de Paimogo
2.604, y la procedente de la misma localidad
y expuesta al aire libre durante un año, 3.147.
Empleada en los altos hornos, produce una
fundición de calidad superior. El ramaje se
aplica al consumo doméstico y al de los hornos
de pan.
En la orilla derecha del Ebro y en la parte
central de la provincia de Zaragoza se consume
mucha leña de encina, de la cual se emplea
una gran parte en el carboneo, y otra se
extrae para Valencia y Barcelona.
El carbón de encina posee una gran potencia
calorífica, y es de mucha duración. Los
experimentos hechos por el ilustrado ingeniero
de montes, D. Eduardo Serrano, en el monte
Viñuelas, de las inmediaciones de Madrid,
nos permiten consignar aquí algunos datos
susceptibles de aplicación en circunstancias
análogas sobre los resultados que se obtienen
en la fabricación de este producto.
He aquí las conclusiones numéricas á que
llegó aquel ingeniero en sus minuciosos ensayos: