Sementera: 312 litros de grano - citaREA

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ENC — 668 — ENC rias citas de antiguos autores, su existencia puede prolongarse hasta una edad mucho más avanzada que la que hemos indicado anteriormente. Parece también, según otros más modernos, que en el monte Vaticano existía, años hace, una encina que llevaba en el tronco una inscripción en caracteres etruscos de bronce, y cuya edad se hacía remontar á los orígenes de Roma, en donde era considerada, como árbol sagrado. Consérvase igualmente memoria de algunas encinas que por aquellos tiempos estaban en el sitio que ocupaba ia antigua ciudad de Tibur. Según los documentos que á este particular se refieren, Tiburlus pasaba por hijo de Amplúaraus, que pereció cien años antes de la guerra de Troya, y las encinas citadas fueron el oráculo que aquel héroe consultó y del cual recibió la orden de fundación de la ciudad. Habiendo sobrevivido por algún tiempo estos árboles á Plinio, que floreció en la segunda mitad del primer siglo de la Era cristiana, resulta que su existencia debió dilatarse, cuando menos, unos mil doscientos años. La posibilidad de que tales versiones sean ciertas, y de que la encina pueda llegar á una edad tan avanzada, es verosímil hasta cierto punto, cuando se sabe que hace pocos años existía aún en Escorca (Mallorca) un árbol de esta especie cuya circunferencia era de 15,50 metros, lo cual, dada la lentitud de su crecimiento, aun bajo las mejores condiciones, supone una edad muy respetable. Aunque menos notables, podemos citar algunos ejemplos de encinas que han llegado á adquirir grandes dimensiones. Las administraciones del Real Patrimonio presentaron en la Exposición de Agricultura de 1857 varios discos de más de un metro de diámetro, procedentes del Pardo, la Alcudia, San Lorenzo y el Espadañal. En la Provenza, distrito municipal de la Tour-d'Aigues, existía en 1872, é ignoramos si vive aún, una hermosa encina, sana y robusta, de 3,50 metros de circunferencia á un metro del suelo, con una altura total de 14 metros. Su edad se calculaba en doscientos años. El volumen total del tronco y sus ramificaciones era de 100 estéreos, y producía anualmente de 10 á 12 hectolitros de bellota, los cuales, calculados á 5 francos, representan una renta anual de 50 á 60 francos. En otros puntos del mismo distrito municipal se encuentran otros árboles de la misma especie, de dimensiones muy parecidas á las del que acabamos de citar. DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA.—La encina es un árbol natural del Mediodía de Europa, del Norte de África, de Cochinchina y otros puntos de Asia. Su curva boreal parte de los 48°, y alcanza su límite superior en las pendientes del Etna, en donde sube hasta la Rocca della Capre, á 890 metros sobre el nivel del mar. Llega en nuestro país formando árbol hasta 1.680 metros de altitud, y achaparrada hasta 1.960 en la provincia de Granada; en las cercanías de Madrid sube desde 570 á 830 metros. Caracteriza principalmente en España la ve­ getación de la mesa central, exceptuando las montañas elevadas, bajo una latitud de 43° 70', una temperatura media anual de -+- 15°,5 á -f- 18°; de -f- 23°,5 en el estío; de -f- 7 o en el invierno; un suelo compuesto de colinas secas y áridas; luz muy viva, y lluvia anual de 0,26 metros. El límite inferior de temperatura medía que puede soportar es de -f- 12°. Los encinares son muy escasos en la zona septentriorial de la Península que cubre la terraza pirenaica y el sistema cantábrico. Existen, sin embargo, algunas encinas aisladas en el Mediodía de la provincia de Lugo, especialmente en el partido de Quiroga, enlazándose con los rodales de la misma especie arbórea que, sin formar verdaderas masas forestales , se extienden por el partido de Valdeorras, en el Nordeste de la provincia de Orense. A pesar de los ensayos que en otro tiempo se hicieron para propagarla, es la encina muy poco abundante en la provincia de Asturias, y aunque en el partido judicial de Belmonte es más frecuente, se encuentra en un estado poco satisfactorio. Los encinares de la Liébana presentan ya cierta gradación de clase de edad, pues abundan las de primera, cuarta, quinta y sexta. Los más importantes son los de Toceño, Cabrojo, Quintani- 11a, Caldas, Pineras, Comijares, Vielba, Luey y Muñorrodero. En las Provincias Vascongadas se encuentran algunos en Irún, Oyarzun, Durango y Bilbao. Abunda y se usa mucho la encina en Navarra y Aragón, aunque en la primera de estas comarcas, en donde se beneficia por escamonda, tiene poca importancia como especie maderable. Son, no obstante, algo notables los encinares de la cuenca del Arga, falda meridional de la sierra que lleva los montes de Alair y Orrani, y paraje denominado el Carrascal. Más extensos son los que se ven en las Amezcoas, no lejos de las Peñas de San Fausto, y los que salpican las dilatadas llanuras que se extienden por el Mediodía de la sierra de Guara, en donde la encina vive social con el pino rebordenco ó borde (Pinus hcdapensis, Mili.). Algunos matorrales de encina de escasa importancia se extienden por el Mediodía de la provincia de Lérida, partidos de Balaguer y Solsona, siendo más frecuentes los montes de dicha especie en la provincia de Geroua, cuya región media caracteriza, extendiéndose por el alto Ampurdán y montañas de Olot. En Vich es objeto de preferente aprovechamiento para carretería é instrumentos de labranza. Por la parte meridional de las provincias de Gerona y Lérida se enlazan los encinares de la zona anterior con los de la oriental ó mediterránea, que comprende una parte de las pendientes de la terraza pirenaica y del sistema ibérico. Son poco extensos los del valle del Ebro, pero algo más importantes los de la provincia de Teruel, sobre todo en su parte baja ó septentrional, partidos de Segura y Castellote. Los más notables del reino de Valencia radican en las sierras de Mariola y Ai-

ENC — 669 — ENC tona, en donde se encuentra el famoso Carrascal de Alcoy, en el cual la encina está subordinada al pino carrasco, y en el partido de Albocacer, de la provincia de Castellón. Los serrajones de la sierra de Alcaráz, perteneciente ya á la zona meridional ó africana, que comprende el sistema granadino, y parte de las pendientes del ibérico y mariánico, sustentan algunos encinares entre el alcornoque y la maraña siempre verde de que se hallan cubiertos. En la región inferior de Sierra Segura se encuentran el enebro, el lentisco y la enciua como especies subordinadas, pero la última domina en la región superior. En la provincia de Córdoba se ven extensos encinares en los partidos de Hinojosa y Pozo Blanco, en donde radica la notable dehesa de la Jara. También lleva algunos la Sierra Elvira, seca y árida por lo común. Los hay igualmente hacia el Norte y Noroeste de la vega de Granada, en la sierra de Gador, en la Contraviesa, en la sierra de Lujar y en la célebre Axerquia, al Sur de la sierra de Antequera. Mezclada con el alcornoque y el acebuche se ve la encina en los valles formados por los cerros de la sierra de Grazalema ó del Pinar, y puebla grandes extensiones de las sierras de Baza y Caniles. Los encinares del Marquesado proveen de leñas á los habitantes de aquella región de la provincia de Granada, y moderan los daños de las avenidas y aludes de Sierra Nevada. Encinas, robles y quejigos son las especies dominantes en los territorios de .Lanjarón, río Sucio y río Chico, Carataunas, Capileira, Petres y Portugos. No son menos frecuentes los montes de encina en la meseta de Ronda y en la región inferior de la serranía del mismo nombre, donde aquélla domina á las demás especies congéneres, con la que vive social, como se ve en las laderas del término de Jimena, próximas al río Guadiaro; en Ronda, al Sur del río de esta villa; en Igualeja, al Éste del río Genal, y Norte y Oeste del río Algarra; en Benaoján, al Oeste del Guadiaro; en Casares, al Este del Genal; en Jubrique, á las márgenes de los arroyos de Analabalote, y en Archidona, cerca del arroyo de los Borbollones. La cuenca del Guadalquivir es pobre de encinares, pero entre Estepa y Arcos hay bastantes de la. forma bailóla. Algunos, algo notables también, se encuentran en los partidos de Moguer, Huelva y la Palma, y especialmente en el de Ayamonte, al cual pertenecen los del Marquesado de Gibraleóu y del Condado de Niebla. La zona occidental ú oceánica que comprende á Galicia y Portugal carece de encinares en la región del Norte, formada por las provincias de la Coruña, Pontevedra, y parte de Lugo y Orense, con las pendientes portuguesas de la izquierda del Miño. Los encinares de las provincias orientales de la nación portuguesa cubren principalmente las cuencas del Duero, Tajo y Guadiana, dándose la mano con los del centro de España. La extensa zona que abraza la planicie cen­ tral y algo de sus pendientes se distingue por el predominio de la encina, cuyos montes caracterizan singularmente la región occidental y el centro de las cuencas hidrográficas. En la parte del Norte se ven pequeños rodales de encina que se extienden por el llano de Burgos y región inferior de la provincia de Soria, por las de Palencia, Valladolid, León y Zamora, adquiriendo mayores proporciones en los valles de las comarcas meridionales. En las provincias del Oeste, como Salamanca, Cáceres y Badajoz, hay extensos encinares, tal cual vez mezclados con montes de otras especies del mismo género, notables por su riqueza. Montes de encina puede decirse es lo único que se ve en la región alta de Extremadura, fuera de los olivos, viñedos y cereales que se cultivan en el ruedo de las poblaciones. No menos importantes son en la Extremadura baja, región de Jerez de los Caballeros, Zafra, Villafranca, Hornachuelos é Hinojosa. Pero al lado de las vastas dehesas de esta zona y de los plantíos en que la encina se cultiva de un modo análogo al olivo, y cou el esmero é inteligencia práctica propia en este particular de los extremeños, se ven en la cordillera divisoria entre el Tajo y Guadiana, extensiones interminables de malezas de encina, en que ésta se beneficia al turno de un año, á fin de proporcionar pasto á los ganados. Oquedales de enciua y roble para pasto, bellota, labor y leña; montes carboneables que se rozan cada diez años, y montes raquíticos cuya altura no pasa de 1 á 1,50 metros, son los que abundan en la Alcarria. Notables desde muy antiguo soulos encinares de la campiña de Madrid, en la pendiente meridional de la cuenca del Tajo, y entre la región del Quercuspubescens por el Norte y la del Q. coccifera por el Sur. Sobresalen entre ellos el de la Casa de Campo, de unas 3.000 hectáreas, y debido á la iniciativa de Felipe III; El Pardo, Viñuelas y Moraleja, de unas 36.0.00, creados por la voluntad de Carlos I; los de Boadilla, Villaviciosa, Rincón, Aldea del Fresno, Navalcarnero, Escorial, Galapagár, Valdemorillo, y más al Oeste los extensos montes que se extienden desde Talavera hasta el río Alagón. Por último, en la parte Sudoeste de la provincia de Ciudad Real descuella el magnifico valle de la Alcudia, cuyo hermoso encinar es tan frondoso que contiene en algunos sitios 1.500 pies por hectárea. CONDICIONES DE EXISTENCIA.— Puede considerarse la encina cómo el árbol destinado providencialmente á substraer á su innata esterilidad las montañas de los países meridionales, pues vegeta, si no con mucha lozanía, al menos con gran perseverancia en los suelos más áridos y menos profundos de las mismas. Prefiere los terrenos sedimentarios, como los de la formación de Madrid y los de la central de la cuenca del Duero, demostrando por los suelos calizos una predilección que no se observa en las demás especies congéneres. Sólo ocupa pequeñas áreas en los terrenos

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rias citas <strong>de</strong> antiguos autores, su existencia<br />

pue<strong>de</strong> prolongarse hasta una edad mucho más<br />

avanzada que la que hemos indicado anteriormente.<br />

Parece también, según otros más mo<strong>de</strong>rnos,<br />

que en el monte Vaticano existía,<br />

años hace, una encina que llevaba en el tronco<br />

una inscripción en caracteres etruscos <strong>de</strong><br />

bronce, y cuya edad se hacía remontar á los<br />

orígenes <strong>de</strong> Roma, en don<strong>de</strong> era consi<strong>de</strong>rada,<br />

como árbol sagrado. Consérvase igualmente<br />

memoria <strong>de</strong> algunas encinas que por aquellos<br />

tiempos estaban en el sitio que ocupaba ia<br />

antigua ciudad <strong>de</strong> Tibur. Según los documentos<br />

que á este particular se refieren, Tiburlus<br />

pasaba por hijo <strong>de</strong> Amplúaraus, que pereció<br />

cien años antes <strong>de</strong> la guerra <strong>de</strong> Troya, y las<br />

encinas citadas fueron el oráculo que aquel<br />

héroe consultó y <strong>de</strong>l cual recibió la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong><br />

fundación <strong>de</strong> la ciudad. Habiendo sobrevivido<br />

por algún tiempo estos árboles á Plinio, que<br />

floreció en la segunda mitad <strong>de</strong>l primer siglo<br />

<strong>de</strong> la Era cristiana, resulta que su existencia<br />

<strong>de</strong>bió dilatarse, cuando menos, unos mil doscientos<br />

años. La posibilidad <strong>de</strong> que tales versiones<br />

sean ciertas, y <strong>de</strong> que la encina pueda<br />

llegar á una edad tan avanzada, es verosímil<br />

hasta cierto punto, cuando se sabe que hace<br />

pocos años existía aún en Escorca (Mallorca)<br />

un árbol <strong>de</strong> esta especie cuya circunferencia<br />

era <strong>de</strong> 15,50 metros, lo cual, dada la lentitud<br />

<strong>de</strong> su crecimiento, aun bajo las mejores condiciones,<br />

supone una edad muy respetable.<br />

Aunque menos notables, po<strong>de</strong>mos citar algunos<br />

ejemplos <strong>de</strong> encinas que han llegado á<br />

adquirir gran<strong>de</strong>s dimensiones. Las administraciones<br />

<strong>de</strong>l Real Patrimonio presentaron en<br />

la Exposición <strong>de</strong> Agricultura <strong>de</strong> 1857 varios<br />

discos <strong>de</strong> más <strong>de</strong> un metro <strong>de</strong> diámetro, proce<strong>de</strong>ntes<br />

<strong>de</strong>l Pardo, la Alcudia, San Lorenzo<br />

y el Espadañal. En la Provenza, distrito municipal<br />

<strong>de</strong> la Tour-d'Aigues, existía en 1872,<br />

é ignoramos si vive aún, una hermosa encina,<br />

sana y robusta, <strong>de</strong> 3,50 metros <strong>de</strong> circunferencia<br />

á un metro <strong>de</strong>l suelo, con una altura total<br />

<strong>de</strong> 14 metros. Su edad se calculaba en doscientos<br />

años. El volumen total <strong>de</strong>l tronco y<br />

sus ramificaciones era <strong>de</strong> 100 estéreos, y producía<br />

anualmente <strong>de</strong> 10 á 12 hecto<strong>litros</strong> <strong>de</strong><br />

bellota, los cuales, calculados á 5 francos, representan<br />

una renta anual <strong>de</strong> 50 á 60 francos.<br />

En otros puntos <strong>de</strong>l mismo distrito municipal<br />

se encuentran otros árboles <strong>de</strong> la misma especie,<br />

<strong>de</strong> dimensiones muy parecidas á las <strong>de</strong>l<br />

que acabamos <strong>de</strong> citar.<br />

DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA.—La encina es<br />

un árbol natural <strong>de</strong>l Mediodía <strong>de</strong> Europa, <strong>de</strong>l<br />

Norte <strong>de</strong> África, <strong>de</strong> Cochinchina y otros puntos<br />

<strong>de</strong> Asia. Su curva boreal parte <strong>de</strong> los 48°,<br />

y alcanza su límite superior en las pendientes<br />

<strong>de</strong>l Etna, en don<strong>de</strong> sube hasta la Rocca <strong>de</strong>lla<br />

Capre, á 890 metros sobre el nivel <strong>de</strong>l mar.<br />

Llega en nuestro país formando árbol hasta<br />

1.680 metros <strong>de</strong> altitud, y achaparrada hasta<br />

1.960 en la provincia <strong>de</strong> Granada; en las cercanías<br />

<strong>de</strong> Madrid sube <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 570 á 830 metros.<br />

Caracteriza principalmente en España la ve­<br />

getación <strong>de</strong> la mesa central, exceptuando las<br />

montañas elevadas, bajo una latitud <strong>de</strong> 43° 70',<br />

una temperatura media anual <strong>de</strong> -+- 15°,5<br />

á -f- 18°; <strong>de</strong> -f- 23°,5 en el estío; <strong>de</strong> -f- 7 o<br />

en el<br />

invierno; un suelo compuesto <strong>de</strong> colinas secas<br />

y áridas; luz muy viva, y lluvia anual <strong>de</strong> 0,26<br />

metros. El límite inferior <strong>de</strong> temperatura medía<br />

que pue<strong>de</strong> soportar es <strong>de</strong> -f- 12°.<br />

Los encinares son muy escasos en la zona<br />

septentriorial <strong>de</strong> la Península que cubre la<br />

terraza pirenaica y el sistema cantábrico. Existen,<br />

sin embargo, algunas encinas aisladas<br />

en el Mediodía <strong>de</strong> la provincia <strong>de</strong> Lugo, especialmente<br />

en el partido <strong>de</strong> Quiroga, enlazándose<br />

con los rodales <strong>de</strong> la misma especie<br />

arbórea que, sin formar verda<strong>de</strong>ras masas forestales<br />

, se extien<strong>de</strong>n por el partido <strong>de</strong> Val<strong>de</strong>orras,<br />

en el Nor<strong>de</strong>ste <strong>de</strong> la provincia <strong>de</strong><br />

Orense. A pesar <strong>de</strong> los ensayos que en otro<br />

tiempo se hicieron para propagarla, es la encina<br />

muy poco abundante en la provincia <strong>de</strong><br />

Asturias, y aunque en el partido judicial <strong>de</strong><br />

Belmonte es más frecuente, se encuentra en<br />

un estado poco satisfactorio. Los encinares<br />

<strong>de</strong> la Liébana presentan ya cierta gradación<br />

<strong>de</strong> clase <strong>de</strong> edad, pues abundan las <strong>de</strong> primera,<br />

cuarta, quinta y sexta. Los más importantes<br />

son los <strong>de</strong> Toceño, Cabrojo, Quintani-<br />

11a, Caldas, Pineras, Comijares, Vielba, Luey<br />

y Muñorro<strong>de</strong>ro. En las Provincias Vascongadas<br />

se encuentran algunos en Irún, Oyarzun,<br />

Durango y Bilbao. Abunda y se usa mucho<br />

la encina en Navarra y Aragón, aunque en la<br />

primera <strong>de</strong> estas comarcas, en don<strong>de</strong> se beneficia<br />

por escamonda, tiene poca importancia<br />

como especie ma<strong>de</strong>rable. Son, no obstante,<br />

algo notables los encinares <strong>de</strong> la cuenca <strong>de</strong>l<br />

Arga, falda meridional <strong>de</strong> la sierra que lleva<br />

los montes <strong>de</strong> Alair y Orrani, y paraje <strong>de</strong>nominado<br />

el Carrascal. Más extensos son los que<br />

se ven en las Amezcoas, no lejos <strong>de</strong> las Peñas<br />

<strong>de</strong> San Fausto, y los que salpican las dilatadas<br />

llanuras que se extien<strong>de</strong>n por el Mediodía<br />

<strong>de</strong> la sierra <strong>de</strong> Guara, en don<strong>de</strong> la encina<br />

vive social con el pino rebor<strong>de</strong>nco ó bor<strong>de</strong><br />

(Pinus hcdapensis, Mili.). Algunos matorrales<br />

<strong>de</strong> encina <strong>de</strong> escasa importancia se extien<strong>de</strong>n<br />

por el Mediodía <strong>de</strong> la provincia <strong>de</strong> Lérida,<br />

partidos <strong>de</strong> Balaguer y Solsona, siendo<br />

más frecuentes los montes <strong>de</strong> dicha especie<br />

en la provincia <strong>de</strong> Geroua, cuya región media<br />

caracteriza, extendiéndose por el alto<br />

Ampurdán y montañas <strong>de</strong> Olot. En Vich es<br />

objeto <strong>de</strong> preferente aprovechamiento para<br />

carretería é instrumentos <strong>de</strong> labranza.<br />

Por la parte meridional <strong>de</strong> las provincias<br />

<strong>de</strong> Gerona y Lérida se enlazan los encinares<br />

<strong>de</strong> la zona anterior con los <strong>de</strong> la oriental ó<br />

mediterránea, que compren<strong>de</strong> una parte <strong>de</strong> las<br />

pendientes <strong>de</strong> la terraza pirenaica y <strong>de</strong>l sistema<br />

ibérico. Son poco extensos los <strong>de</strong>l valle<br />

<strong>de</strong>l Ebro, pero algo más importantes los <strong>de</strong> la<br />

provincia <strong>de</strong> Teruel, sobre todo en su parte<br />

baja ó septentrional, partidos <strong>de</strong> Segura y<br />

Castellote. Los más notables <strong>de</strong>l reino <strong>de</strong> Valencia<br />

radican en las sierras <strong>de</strong> Mariola y Ai-

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