Sementera: 312 litros de grano - citaREA

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el inferior de 0,30, y cuando se hayan de
emplear tubos, sólo tendrán un ancho superior
de 0,40, y el inferior variará de 0,08 á
0,16, según el diámetro de los tubos; es conveniente
disminuir en lo posible el ancho de
los fosos, no sólo para economizar trabajos
de movimiento de tierras, sino para evitar
que el fondo de la excavación se levante en
cierta clase de terreno por la presión de las
masas laterales.
Cuando el terreno en que se han de abrir
las zanjas es bastante consistente para no temer
desprendimientos, se procede del siguiente
modo, suponiendo que se han de abrir fosos
de 1,20 metros de profundidad: el opera­
rio tiende, según la dirección del dren, un
cordel de 25 á 30 metros de largo, que sujeta
con estacas por sus extremos, y practica, sirviéndose
de este cordel como de maestra, una
incisión profunda en el terreno, valiéndose
de una pala ó una azada; hecho este primer
trazo, coloca su cuerda paralelamente á él, y
separada la distancia que deba tener el ancho
de la boca superior de la zanja, y repite la
operación, habiendo obtenido así dos trazos
paralelos que determinen la excavación.
El operario empieza á cavar la zanja marchando
hacia atrás, levantando con la pala ó
la azada, según la dureza del terreno, una
primera capa de 30 centímetros de altura,
que va depositando fuera de la excavación, á
un lado de ella, formando un caballete que
después puede ser vuelto á la zanja con facilidad.
Un segundo operario sigue al primero, el
cual va profundizando la zanja, levantando
otra cava de otros 30 centímetros; para esta
operación hace generalmente uso de la pala
de limpiar acequias, representada en la figura
230, primera herramienta, con la que corta
un trozo de tierra que recoge y lanza á
brazo con la pala al lado de la zanja.
Un tercero y un cuarto operario siguen relativamente
á los anteriores, profundizando
cada vez más la zanja, empleando, según las
necesidades del terreno, las herramientas que
indica la figura 230, hasta llegar á obtener la
profundidad que se desea; el último operario
lleva una larga azada acanalada que le permite,
llegar al fondo de la zanja y darle una
forma redondeada en su fondo.
La operación más importante
en este trabajo
es el dejar el fondo de las
zanjas en una línea de
pendiente, sin ondulaciones
ni baches; algunos
drenadores se guían para
ello por el agua que corre
por el fondo del foso,
y otros se sirven de reglones
con niveles de
perpendículo, en los que
va marcada la dirección
de la plomada para la
pendiente que se desea;
el medio más seguro es
marcar puntos de rasante
del fondo antes de terminar
la excavación, empleando
para ello las niveletas
de peón caminero,
y terminando después
en la zanja entre los diferentes
puntos de nivel
marcados, sin profundizar
más que lo necesario.
Suele suceder con frecuencia
que al llegar á
cierta profundidad, el terreno
presenta poca consistencia,
por cuya razón es imposible que
las zanjas se conserven en estado de limpieza
el tiempo necesario. En este caso se ejecuta
la excavación en la parte de terreno firme,
y la tierra móvil sólo se saca en el momento
de poner los drenes, para lo cual, al lado de
la cuadrilla que los va colocando, va otra de
excavadores que preparan la zanja para recibir
inmediatamente los tubos ó piedras que
se hayan de emplear, cubriéndolos en seguida.
Cuando las partes superiores del talud amenazan
desprenderse, se las acodala con tablas
y maderos, como indica la figura 231, siendo
conveniente, por regla general, practicar las
operaciones de apertura de zanjas en tiempo
seco.
Colocación de los drenes. — Terminada la
apertura de zanjas, se procede ala colocación
de los drenes; si éstos son de piedras planas
ó ladrillos, nada de particular ofrece su colocación,
de la que ya en otro lugar nos hemos