Sementera: 312 litros de grano - citaREA

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DEF — 4C4 — DEF Se emplea como medicamento y para la obtención del principio activo denominado digitalina, cuerpo que la química orgánica estudia entre los glucósidos, de acción venenosa. Ha sido objeto de estudios muy detenidos y que han producido resultados brillantes en la medicina, toxicologíay farmacia, pero que no tienen oportunidad en el concepto agrícola, que es el correspondiente á este libro. J. Olmedilla. DEFENSAS DEL CABALLO.-Califícanse así todas las operaciones ó movimientos que ejecuta el caballo contra la voluntad del hombre que lo educa, lo maneja ó lo guía, bien sea montado, en el coche ú otro servicio cualquiera, resistiéndose á obedecer sus indicaciones ó exigencias. Las defensas son naturales cuando las hacen los potros recién venidos de las dehesas, para ser encerrados en las caballerizas y sometidos después á la doma, por la extrañeza que les causan los objetos que por primera vez se les acercan, así como para librarse de la opresión de cinchas, montura, baticola, guarniciones, etc.; esto se entiende en los que se crían por el sistema pastoril, pues en los que se emplea el de estabulación y mixto no es tan frecuente este género de defensas, por el trato que adquieren con el hombre que los cuida y la costumbre de usar algunos de los arreos, como cabezada, manta, cinchuelo, etc. Son las de menos importancia, y no ofrecen grandes dificultades cuando aquellos animales se someten á la dirección de un profesor entendido, puesto que deben estar corregidas antes de dar comienzo á las lecciones que han de servir como primeros rudimentos ó base de su educación, evitando por medio del arte su reproducción; cosa muy fácil de conseguir, pues estas defensas son de poca duración y las olvidan los potros para no recordarlas más, si se han tratado convenientemente en el principio de la doma, ora sea por los mozos de cuadra, ora por los encargados de la doma, y más tarde por los jinetes que los manejen en los primeros servicios que prestar deban. Son defensas artificiales ó de resistencia, y que constituyen los resabios, todas las que tienen su origen en los abusos cometidos y que constantemente se cometen con estos nobles animales. Cuando el caballo indica alguna resistencia, que todavía no tiene el carácter de defensa, es siempre dimanada de una causa legítima y poderosa, y puede ser vencida con la razón y la prudencia, ó pasar adelante con la ausencia de estos medios. Las causas que dan generalmente lugar á las resistencias son el no comprender lo que se le exige, porque se le mande mal; la falta de recursos para ejecutarlo, bien por carecer de fuerzas ó por algún defecto accidental, y la poca voluntad para el trabajo, resultante de su mal temperamento. En todos estos casos el arte, y sólo el arte, es el llamado á precaver las defensas, pues ni aun como resistencias puede calificarse lo que no ejecuta porque no sabe ó no puede practicar el animal, y que viene luego á ejecutar en el momento que desaparecen los obstáculos que á ello se oponían. Las que por falta de inteligencia ó malos tratamientos se han convertido en resabio, y el animal consentido en ellas, las toma como recurso para sobreponerse al hombre y librarse del trabajo, no tan sólo merecen toda la atención , sino que son temibles en la mayor parte de los casos. Las defensas más conocidas en equitación son: Los botes, que ejecuta el animal bajando la cabeza para levantar la grupa cuanto puede, en cuya actitud emplea sacudidas con los remos y el lomo tan repetidas y violentas, que le son al jinete imposibles de resistir, pues sucede con frecuencia que algunos potros se quitan la montura, rompiendo cinchas y baticola, ó sacándola por la cabeza. Esta defensa está comprendida entre las que instintivamente usa el potro en sus primeras impresiones por librarse de aquellos arreos que más le molestan, como también del hombre que se le pone encima, si esto se hace antes de tiempo. Es muy raro encontrar algún caballo que después de haber perdido su parte salvaje, de estar algún tiempo encuadrado y ser regularmente domado, tome esta defensa ó continúe en ella, á no ser un animal de pésimo carácter ó completamente resabiado, en cuyo caso suele ser preferible dedicarlo al tiro ú otro servicio cualquiera, que invertir el tiempo y el trabajo en corregirlo, porque esta clase de caballos rara vez llegan á servir bien, y si lo hacen es con un jinete que los tenga siempre dominados. Se han visto en esta defensa algunos potros sacarse la silla por todo el tercio anterior, sin romper las cinchas mi desabrocharlas, por supuesto rompiendo la baticola. Esto demuestra lo raro de la actitud que toma el animal en ella, y lo difícil que le es al jinete resistirla, pues las sacudidas fuertes que recibe sin coordinación ni dirección fija, en la posición falsa en que se encuentra colocado por aquella actitud del caballo, dan lugar á que caiga á tierra, aunque sea un hombre muy fuerte sobre la silla, más por el daño que experimenta ó por el cansancio producido por sacudidas tan violentas, que por la falta de serenidad ó firmeza. Es, entre todas las defensas, la que menos pueden resistir los hombres. Saltos descompuestos.—Su definición está en la voz misma. Esta defensa la toman los potros la mayor parte de las veces por librarse de los efectos del bocado; suele acontecer cuando se empiezan á mandar de la boca antes de tiempo, haciéndoles sentir con exceso los efectos de la embocadura y de la barbada; si el animal es muy sensible de asientos ó del barboquejo, puede traer serias consecuencias. Los caballos hechos la toman por los abusos del jinete, particularmente cuando son muy castigados por las espuelas, y siempre

DEF — 465 — DEF que se les ejercita demasiado en los saltos sin objeto que salvar (vulgarmente llamados lanzadas ), pues estos saltos es preciso mandarlos con tirones del bocado, fuertes espolazos y siempre por medios violentos, es decir, con todos los motivos que pudieran dar lugar á la defensa, mejor dicho, que son la manera de provocarla en el caballo que no hubiera pensado jamás en valerse de ella. La empinada.—Consiste en elevarse el caballo de adelante hasta colocar las espaldas en línea vertical con la cadera. Esta defensa la hacen los caballos de distintos modos: unos empinándose más ó menos, pero siempre en un sitio, peinando ó sin peinar (la acción de peinar es dar manotadas al aire); otros ganando terreno adelante, andando sólo con las piernas y peinando siempre; otros, después de la empinada, dan un salto adelante; otros ala empinada acompañan una vuelta rápida sobre las piernas ó tornillazo, y otros, después de elevar y dar el salto, disparan un par de coces ó dan una enlomada, ganando la mano abajo, como si quisieran botarse; éstas y las de tornillazo son las más temibles, las unas porque hallándose el jinete con el cuerpo adelante para contrarrestarla, se encuentra en peligro de caer por la cabeza si no está pronto á echarse atrás al despedir el par de coces, y á ganar arriba la cabeza del caballo para contenerlo, y las otras porque nunca están el caballo y el jinete más expuestos á caer que en el momento de dar la vuelta. La defensa de la empinada es de las más temibles, tanto por la exposición del caballero si el caballo cae de espaldas, cuanto por ser la más difícil de desterrar por los pocos medios que se encuentran para corregirla. El principal motivo que la provoca suele ser el uso del bocado autes de tiempo, por cuya razón vienen los entables, y con ellos generalmente las empinadas. Desbocarse.—Esta la suele tomar el potro cuando no tiene la boca formada para librarse de la presión del bocado, si el jinete trata de violentarle. También lo hace por asombro ó haber sido mandado por una mala mano que le haya endurecido la boca hasta hacerlo perder la sensibilidad; al emprenderla, unas veces gana la mano arriba y otras abajo; el que la gana arriba lo hace despapando hasta dejar el bocado sin mando; cuando la gana abajo, lo hace encapotando hasta que llegan las anillas ó la barreta de la brida á la garganta ó parte inferior del cuello, en cuya posición pierde también el bocado su potencia. El plantarse.—Esta defensa la toma el caballo por las causas siguientes: por querencia, por confusión, por asombro, por ser frío de lomo, y por costumbre y consentimiento; también hay algunos que se plantan si se les aprietan las cinchas con exceso; otros que el abuso de las espuelas los acobarda hasta provocarla, y varios potros que suelen hacerlo por sacarlos á la calle antes de tiempo, y sin conocer obediencia ni ayudas; si á esto se agrega el que sea de carácter flemático y cobarde, el jinete no encontrará medios de sacarlo adelante, porque le son indiferentes los castigos. Los tornillazos.—Consisten en una media vuelta rápida que da el caballo á uno ú otro lado, cuando menos lo espera el jinete, y siempre contra su voluntad. Los asombros son por regla general la causa de esta defensa, porque la emplea por huir del objeto que le causa el espanto. También las querencias suelen provocarla, siendo muy frecuentes en los que están entablados. En este caso, y aun en alguno de los anteriores, si el jinete es temerario y poco entendido, puede acarrear las defensas de las coces, echarse á las paredes y tirarse al suelo, cuyos vicios puede también tomar el caballo que se planta, lo mismo que el que se defiende con las empinadas, pues son defensas tan íntimamente ligadas que rara vez toma el animal una sin la concurrencia cuando menos de una de las otras dos; quiere decirse que al plantarse suele acompañar el tornillazo ó la empinada, ó las dos, y que ocurre lo mismo con cualquiera de éstas. Como las coces, arrimarse á la pared ó tirarse al suelo tienen su definición en sí, no es necesario hacerla, aconteciendo lo propio con otra porción de vicios y resistencias que emplea el caballo, de que no nos ocupamos por no ser fácil describirlas, pues como siempre son efecto de alguna provocación, el estado de excitación nerviosa en que se coloca al animal le hace practicar ciertos movimientos y tomar actitudes imposibles de definir. A estas defensas pueden agregarse una porción de vicios de menos consideración, que toma el caballo las más veces por la mala educación, otras por los malos instrumentos de que se valen algunos para doctrinarlos y la peor aplicación de ellos, y algunos por defecto físico, siendo más frecuentes en los destinados para silla que en cualquiera otro servicio de los que el mundo ecuestre exige de este útil cuanto dócil y doméstico animal. J. Hidalgo y Tem'ón. DEFOLIACIÓN.—Fenómeno natural de la caída de las hojas de los árboles. Cuando es prematura, palideciendo dichos órganos, suele ser producida por las heladas tardías, calor excesivo ó vicio accidental del líber. Esta enfermedad suele ser mortal, y la madera de los árboles por ella atacados no tiene buena aplicación á las construcciones, de las que debe ser excluida. Algunos autores dan el nombre de filoplosia á la defoliación. (V. Vicios y enfermedades de los árboles y de sus maderas.) DEFORMIDAD.—Vicio de la conformación exterior del cuerpo; puede ser congénita ó contraída después del nacimiento en los animales; unas deformidades son curables y otras incurables, y algunas pueden atenuarse ó disimularse mediante operaciones quirúrgicas ó con diferentes aparatos. Siempre hacen desmerecer á los animales, aun cuando no siem-pre los inutilizan para los fines á que se hallan

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que se les ejercita <strong>de</strong>masiado en los saltos sin<br />

objeto que salvar (vulgarmente llamados lanzadas<br />

), pues estos saltos es preciso mandarlos<br />

con tirones <strong>de</strong>l bocado, fuertes espolazos<br />

y siempre por medios violentos, es <strong>de</strong>cir, con<br />

todos los motivos que pudieran dar lugar á la<br />

<strong>de</strong>fensa, mejor dicho, que son la manera <strong>de</strong><br />

provocarla en el caballo que no hubiera pensado<br />

jamás en valerse <strong>de</strong> ella.<br />

La empinada.—Consiste en elevarse el caballo<br />

<strong>de</strong> a<strong>de</strong>lante hasta colocar las espaldas<br />

en línea vertical con la ca<strong>de</strong>ra.<br />

Esta <strong>de</strong>fensa la hacen los caballos <strong>de</strong> distintos<br />

modos: unos empinándose más ó menos,<br />

pero siempre en un sitio, peinando ó sin<br />

peinar (la acción <strong>de</strong> peinar es dar manotadas<br />

al aire); otros ganando terreno a<strong>de</strong>lante, andando<br />

sólo con las piernas y peinando siempre;<br />

otros, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la empinada, dan un salto<br />

a<strong>de</strong>lante; otros ala empinada acompañan<br />

una vuelta rápida sobre las piernas ó tornillazo,<br />

y otros, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> elevar y dar el salto,<br />

disparan un par <strong>de</strong> coces ó dan una enlomada,<br />

ganando la mano abajo, como si quisieran<br />

botarse; éstas y las <strong>de</strong> tornillazo son las más<br />

temibles, las unas porque hallándose el jinete<br />

con el cuerpo a<strong>de</strong>lante para contrarrestarla,<br />

se encuentra en peligro <strong>de</strong> caer por la cabeza<br />

si no está pronto á echarse atrás al <strong>de</strong>spedir<br />

el par <strong>de</strong> coces, y á ganar arriba la cabeza <strong>de</strong>l<br />

caballo para contenerlo, y las otras porque<br />

nunca están el caballo y el jinete más expuestos<br />

á caer que en el momento <strong>de</strong> dar la vuelta.<br />

La <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> la empinada es <strong>de</strong> las más<br />

temibles, tanto por la exposición <strong>de</strong>l caballero<br />

si el caballo cae <strong>de</strong> espaldas, cuanto por ser la<br />

más difícil <strong>de</strong> <strong>de</strong>sterrar por los pocos medios<br />

que se encuentran para corregirla.<br />

El principal motivo que la provoca suele<br />

ser el uso <strong>de</strong>l bocado autes <strong>de</strong> tiempo, por<br />

cuya razón vienen los entables, y con ellos<br />

generalmente las empinadas.<br />

Desbocarse.—Esta la suele tomar el potro<br />

cuando no tiene la boca formada para librarse<br />

<strong>de</strong> la presión <strong>de</strong>l bocado, si el jinete trata <strong>de</strong><br />

violentarle. También lo hace por asombro ó<br />

haber sido mandado por una mala mano que<br />

le haya endurecido la boca hasta hacerlo per<strong>de</strong>r<br />

la sensibilidad; al empren<strong>de</strong>rla, unas veces<br />

gana la mano arriba y otras abajo; el que<br />

la gana arriba lo hace <strong>de</strong>spapando hasta <strong>de</strong>jar<br />

el bocado sin mando; cuando la gana abajo,<br />

lo hace encapotando hasta que llegan las anillas<br />

ó la barreta <strong>de</strong> la brida á la garganta ó<br />

parte inferior <strong>de</strong>l cuello, en cuya posición<br />

pier<strong>de</strong> también el bocado su potencia.<br />

El plantarse.—Esta <strong>de</strong>fensa la toma el caballo<br />

por las causas siguientes: por querencia,<br />

por confusión, por asombro, por ser frío <strong>de</strong><br />

lomo, y por costumbre y consentimiento; también<br />

hay algunos que se plantan si se les aprietan<br />

las cinchas con exceso; otros que el abuso<br />

<strong>de</strong> las espuelas los acobarda hasta provocarla,<br />

y varios potros que suelen hacerlo por sacarlos<br />

á la calle antes <strong>de</strong> tiempo, y sin conocer<br />

obediencia ni ayudas; si á esto se agrega el<br />

que sea <strong>de</strong> carácter flemático y cobar<strong>de</strong>, el jinete<br />

no encontrará medios <strong>de</strong> sacarlo a<strong>de</strong>lante,<br />

porque le son indiferentes los castigos.<br />

Los tornillazos.—Consisten en una media<br />

vuelta rápida que da el caballo á uno ú otro<br />

lado, cuando menos lo espera el jinete, y siempre<br />

contra su voluntad. Los asombros son por<br />

regla general la causa <strong>de</strong> esta <strong>de</strong>fensa, porque<br />

la emplea por huir <strong>de</strong>l objeto que le causa el<br />

espanto. También las querencias suelen provocarla,<br />

siendo muy frecuentes en los que están<br />

entablados. En este caso, y aun en alguno<br />

<strong>de</strong> los anteriores, si el jinete es temerario y<br />

poco entendido, pue<strong>de</strong> acarrear las <strong>de</strong>fensas<br />

<strong>de</strong> las coces, echarse á las pare<strong>de</strong>s y tirarse<br />

al suelo, cuyos vicios pue<strong>de</strong> también tomar el<br />

caballo que se planta, lo mismo que el que se<br />

<strong>de</strong>fien<strong>de</strong> con las empinadas, pues son <strong>de</strong>fensas<br />

tan íntimamente ligadas que rara vez toma el<br />

animal una sin la concurrencia cuando menos<br />

<strong>de</strong> una <strong>de</strong> las otras dos; quiere <strong>de</strong>cirse que al<br />

plantarse suele acompañar el tornillazo ó la<br />

empinada, ó las dos, y que ocurre lo mismo<br />

con cualquiera <strong>de</strong> éstas.<br />

Como las coces, arrimarse á la pared ó tirarse<br />

al suelo tienen su <strong>de</strong>finición en sí, no es<br />

necesario hacerla, aconteciendo lo propio con<br />

otra porción <strong>de</strong> vicios y resistencias que emplea<br />

el caballo, <strong>de</strong> que no nos ocupamos por<br />

no ser fácil <strong>de</strong>scribirlas, pues como siempre<br />

son efecto <strong>de</strong> alguna provocación, el estado<br />

<strong>de</strong> excitación nerviosa en que se coloca al animal<br />

le hace practicar ciertos movimientos y<br />

tomar actitu<strong>de</strong>s imposibles <strong>de</strong> <strong>de</strong>finir.<br />

A estas <strong>de</strong>fensas pue<strong>de</strong>n agregarse una porción<br />

<strong>de</strong> vicios <strong>de</strong> menos consi<strong>de</strong>ración, que<br />

toma el caballo las más veces por la mala<br />

educación, otras por los malos instrumentos<br />

<strong>de</strong> que se valen algunos para doctrinarlos y<br />

la peor aplicación <strong>de</strong> ellos, y algunos por <strong>de</strong>fecto<br />

físico, siendo más frecuentes en los <strong>de</strong>stinados<br />

para silla que en cualquiera otro servicio<br />

<strong>de</strong> los que el mundo ecuestre exige <strong>de</strong><br />

este útil cuanto dócil y doméstico animal.<br />

J. Hidalgo y Tem'ón.<br />

DEFOLIACIÓN.—Fenómeno natural <strong>de</strong><br />

la caída <strong>de</strong> las hojas <strong>de</strong> los árboles. Cuando es<br />

prematura, pali<strong>de</strong>ciendo dichos órganos, suele<br />

ser producida por las heladas tardías, calor<br />

excesivo ó vicio acci<strong>de</strong>ntal <strong>de</strong>l líber.<br />

Esta enfermedad suele ser mortal, y la<br />

ma<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> los árboles por ella atacados no<br />

tiene buena aplicación á las construcciones,<br />

<strong>de</strong> las que <strong>de</strong>be ser excluida. Algunos autores<br />

dan el nombre <strong>de</strong> filoplosia á la <strong>de</strong>foliación.<br />

(V. Vicios y enfermeda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los árboles y <strong>de</strong><br />

sus ma<strong>de</strong>ras.)<br />

DEFORMIDAD.—Vicio <strong>de</strong> la conformación<br />

exterior <strong>de</strong>l cuerpo; pue<strong>de</strong> ser congénita<br />

ó contraída <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l nacimiento en los animales;<br />

unas <strong>de</strong>formida<strong>de</strong>s son curables y otras<br />

incurables, y algunas pue<strong>de</strong>n atenuarse ó disimularse<br />

mediante operaciones quirúrgicas ó<br />

con diferentes aparatos. Siempre hacen <strong>de</strong>smerecer<br />

á los animales, aun cuando no siem-pre<br />

los inutilizan para los fines á que se hallan

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