Sementera: 312 litros de grano - citaREA

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13.05.2013 Views

CEN — 38 — CEN gris aglomerado y semifündido que se obtiene quemando ciertas plantas barrilleras, y que constituye lo que vulgarmente se llama barrilla natural, está formado por las cenizas de aquellas plantas. Finalmente, el residuo pulverulento que dejan la mayor parte de las plantas, de un color gris, sabor algo alcalino, que comunica propiedades alcalinas al agua, y que con los ácidos da efervescencia, constituye las cenizas ordinarias. Los principios inmediatos, el azúcar, la fécula, la goma y otros, compuestos exclusivamente de oxígeno, hidrógeno, carbono y nitrógeno, por medio del calor se descomponen, dando una masa carbonosa más ó menos difícil de quemar, pero susceptible de experimentar una combustión completa sin dejar residuo alguno de ceniza, si aquel principio inmediato era químicamente puro. El color de la ceniza es algo variable, y así puede ser blanca si proviene de substancias puras en cuyos residuos no haya vestigio alguno de metales propiamente dichos, como puede tener un tono más ó menos gris, más ó menos azulado, más ó menos rojizo, según la cantidad de partículas de carbón que quedan sin quemar, ó de óxido férrico, mangánico y otros que acompañen á dicho residuo fijo- La potasa, la sosa, la cal, la magnesia y demás substancias que forman parte de la ceniza de un vegetal provienen de la tierra, donde existen al estado de sales solubles é insoluoles. Los ácidos orgánicos elaborados por las raicillas del vegetal, forman con los radicales metálicos contenidos en la tierra una porción de sales solubles que, absorbidas por el vegetal, pasan á la savia del mismo, y circulan y nutren hasta los últimos órganos del mismo. Si tomamos un vegetal cualquiera ó una parte cualquiera del mismo, y la quemamos, el oxígeno, el hidrógeno, el carbono y el nitrógeno que contiene se desprenden, formando varios compuestos volátiles: las sales de ácido orgánico son también descompuestas; pero existiendo en ellas radicales metálicos y oxígeno y carbono en cantidad suficiente para formar carbonatos, quedan todas las sales alcalinas (oxalatos, malatos, tartratos, etc.) convertidas en carbonato. De aquí la cantidad notable de carbonatos alcalinos que contienen las cenizas, además de los sulfatos y cloruros alcalinos y férreos, y de los carbonatos calcico y magnésico, y de los silicatos y fosfatos que forman parte de las cenizas de los vegetales. La cantidad de cenizas que puede obtenerse de un vegetal varía según la naturaleza del mismo; varía también según las condiciones climatológicas y de cultivo á que está sometido , así como según su estado de desarrollo en la época en que ha sido cortado; variando también la composición de la ceniza en las distintas partes del vegetal. En efecto, siendo las cenizas el residuo fijo de las sales contenidas en los zumos vegetales, darán éstos mayor cantidad en la época en que la planta está en savia, esto es, cuando circula mayor cantidad de líquido por sus vasos. Las partes verdes y la corteza dan mayor cantidad de cenizas que las ramas, y éstas dan más que la madera, en la cual predomina la celulosa, compuesta exclusivamente de oxígeno, hidrógeno y carbono. En igualdad de condiciones, las partes más tiernas de un vegetal dan más ceniza que las más viejas, y las plantas herbáceas más qué las leñosas. Las maderas duras, cortadas á su debido tiempo, dan por término medio 1 por 100 de ceniza; las maderas y ramas dan el 2 y más por 100; las hojas de la patata, del maíz, ortiga, cardo y otros vegetales herbáceos dan el 3 y hasta el 6 por 100. Estas cenizas contienen cantidades variables de carbonato potásico, desde 10 por 100 hasta 30 y más. Hay cenizas, por ejemplo, las que proceden de la cascara verde de la nuez, avellana ó almendra, en las cuales la cantidad de dicho carbonato pasa del 40 por 100, por cuya razón se obtienen algo aglomeradas y semifundidas, pudiendo considerarse como potasas comerciales, ni más ni menos que el producto que con el nombre de cenizas graveladas sé obtenía antiguamente quemando las lías ó madres del vino, cuyas cenizas llegaban muchas veces á contener hasta un 50 por 100 de carbonato potásico. El conocimiento de la composición de las cenizas es de absoluta necesidad para el agricultor, puesto que dicha substancia representa los principios fijos extraídos del suelo por el vegetal; principios que han de devolverse al suelo bajo una ú otra forma, si se quiere conservar la fertilidad de la tierra. De los principios contenidos en las cenizas, los que más deben tenerse en cuenta bajo este punto de vista son la potasa y el ácido fosfórico. La primera se encuentra en las cenizas principalmente al estado de carbonato; el segundo está formando fosfatos alcalinos y férreos. Ambos principios proceden de los detritus de rocas que forman el suelo, y de las mismas arcillas ó de los abonos y deyecciones del ganado. Admitiendo en todo su rigor las doctrinas dé Liebig, el análisis químico de las cenizas de una cosecha nos dice con toda exactitud los elementos que en forma de abonos hemos de echar á la tierra para restablecer el equilibrio y conservar su fertilidad. Siempre que la naturaleza del cultivo lo permita, debe procurarse queden en la misma tierra los desperdicios de la cosecha, cuyas cenizas representan los principios minerales fertilizantes de la tierra. En el cultivo de cereales, deben devolverse á la tierra en forma de abono todos los principios que sus cenizas representan, y lo mismo sucede en otros cultivos en que el producto viene representado por el vegetal entero. En el cultivo de la vid, del olivo y de todo arbolado en general tiene una gran importancia el producto de la poda

у limpia, siendo grave error el pagar éstas y otras operaciones con la leña y ramaje que se produce, pues esto da ocasión a que se castigue y maltrate inconsideradamente al vegetal. Analícense las cenizas de los vegetales herbáceos que se cortan en plena sazón, como el cáñamo, el lino, el ramio, y se tendrá una idea exacta de lo que necesita la tierra para reponer sus pérdidas y la necesidad de que vuelvan á la misma los desperdicios de una explotación, para economizar lo posible en la compra de abonos. Enhorabuena, por ejemplo, que en la fabricación del aceite se aprovechen las tortas de orujo, lo mismo que la leña, para el caldeamiento; pero téngase presente que una vez utilizado el calor que dichas materias producen durante su combustión, las cenizas que quedan representan una parte de los principios minerales que la planta robó al suelo. Aparte de este uso, que es el primero que debe recomendarse al agricultor, se emplea la ceniza en la economía doméstica en general, y en las explotaciones rurales en particular, para otros muchos usos. Si se deja la ceniza en agua, sea esta caliente, sea fría, se disuelven las sales solubles que forman parte de aquélla, predominando entre dichas sales el carbonato potásico, que comunica al agua propiedades alcalinas más ó menos pronunciadas, según la cantidad de agua empleada con relación á la cantidad de ceniza. Esta disolución alcalina forma lo que se llama una lejía. Esta se utiliza en la economía doméstica para el fregado y limpieza de todo objeto grasiento, y para la colada y lavado de la ropa, siendo además de mucha utilidad para la limpieza y fregado de todos los enseres y aparatos que sirven en la fabricación del aceite. La propiedad detergente de la lejía está fundada en la saponificación de toda materia grasa que se somete á la acción de los álcalis; cuya acción es más enérgica si se hace hervir la lejía con un poco de cal, ó si se ha mezclado ésta previamente con la ceniza y se ha lejiviado después con agua caliente. En este caso la lejía resulta cáustica, todos los carbonates alcalinos contenidos en la misma han sido descompuestos por la cal, quedando en la disolución el hidrato potásico. Evaporada á sequedad la lejía de la ceniza, deja un residuo blanco que, trabajado convenientemente, constituye la potasa comercial (véase). Las cenizas de las plantas barrilleras constituyen la barrilla; materia que por su acción alcalina tiene análogas aplicaciones que la potasa. Las barrillas más ricas en carbonato sódico son las que provienen de Alicante, Cartagena y Almería, las cuales contienen de 25 á 30 por 100 de dicha sal, llegando hasta 40 por 100 en las calidades superiores. Las de la costa de Cataluña son algo inferiores, y peores eran las que se hacían en el Mediodía de Francia. La de Canarias tiene 14 á 20 por 100, — 39 — CEN y las que provienen de otras plantas que crecen en terrenos salobres, contienen tan sólo 8 ó 6 por 100, y aun menos. Todas ellas contienen cantidades variables de sal común, y se llaman dulces ó saladas según predomine en ellas el sabor del carbonato alcalino ó el del cloruro sódico. La fabricación de la sosa artificial ha matado la industria de la barrilla natural, empleada en grandes cantidades en otro tiempo para obtener las lejías cáusticas de sosa, con las cuales se fabricaba el jabón; sin embargo, donde crezcan plantas barrilleras, si el terreno no puede aprovecharse con otro cultivo más productivo, deberán recogerse, secarse al sol é incinerarse en hoyos, y la ceniza ó barrilla podrá dar lejías alcalinas tan útiles en la economía doméstica como las de las cenizas­ ordinarias. El carbonato sódico, en la mayor parte de las plantas barrilleras, es producido por la descomposición del oxalato sódico que contiene la savia del vegetal. La saponificación de las materias grasas por medio de la lejía de sosa cáustica produce el jabón duro, así como la saponificación obtenida por medio de la lejía de potasa cáustica da el jabón verde ó jabón blando. Ambos son de gran utilidad en la economía doméstica. En las explotaciones olivareras donde haya proporción de obtener cantidades algo considerables de ceniza común ó de barrilla, vale la pena de montar una caldera para elaborar el jabón duro ó blando, no sólo para el consumo de la misma explotación ó colonia agrícola, sino también para la venta. (Véase Jabón.) Poco diremos de las cenizas de las algas ó plantas marinas, pobres en sales potásicas, aunque muy ricas en fosfatos; se utilizan como abono extendiéndolas sobre el campo, siempre que no se apodere de ellas la industria del yodo. En muchos puntos de la costa del Océano se forman grandes montones de estas algas* Después que las lluvias las han lavado, se dejan secar y se incineran. Las cenizas, ricas en fosfatos, son un excelente abono, si bien pueden extenderse las mismas algas sobre el campo, sin necesidad de quemarlas, como se hace en algunos puntos de la costa de Galicia, aun cuando su descomposición es algo lenta. Como último ejemplo del aprovechamiento de las cenizas de los vegetales como abono, citaremos la práctica que se sigue en la provincia de Tarragona, donde se aprovechan toda clase de restos vegetales para formar montoncitos sobre el campo, á cuyos montones, cubiertos con una capa de tierra dispuestos como hornillos, que en el país llaman formigués, se les prende fuego, esparciendo después las cenizas y la tierra con el rastrillo. Usanse al efecto muchas veces las cañas que se plantan á orillas de los ríos ó arroyos, las cuales, reproduciéndose y entrelazándose sus raíces, no sólo sirven para contener las avenidas, aminorando sus efectos, sino que nutriéndose con las sales del limo que allí se

у limpia, siendo grave error el pagar éstas y<br />

otras operaciones con la leña y ramaje que se<br />

produce, pues esto da ocasión a que se castigue<br />

y maltrate inconsi<strong>de</strong>radamente al vegetal.<br />

Analícense las cenizas <strong>de</strong> los vegetales herbáceos<br />

que se cortan en plena sazón, como el<br />

cáñamo, el lino, el ramio, y se tendrá una<br />

i<strong>de</strong>a exacta <strong>de</strong> lo que necesita la tierra para<br />

reponer sus pérdidas y la necesidad <strong>de</strong> que<br />

vuelvan á la misma los <strong>de</strong>sperdicios <strong>de</strong> una<br />

explotación, para economizar lo posible en la<br />

compra <strong>de</strong> abonos.<br />

Enhorabuena, por ejemplo, que en la fabricación<br />

<strong>de</strong>l aceite se aprovechen las tortas<br />

<strong>de</strong> orujo, lo mismo que la leña, para el cal<strong>de</strong>amiento;<br />

pero téngase presente que una vez<br />

utilizado el calor que dichas materias producen<br />

durante su combustión, las cenizas que<br />

quedan representan una parte <strong>de</strong> los principios<br />

minerales que la planta robó al suelo.<br />

Aparte <strong>de</strong> este uso, que es el primero que<br />

<strong>de</strong>be recomendarse al agricultor, se emplea<br />

la ceniza en la economía doméstica en general,<br />

y en las explotaciones rurales en particular,<br />

para otros muchos usos. Si se <strong>de</strong>ja la ceniza<br />

en agua, sea esta caliente, sea fría, se disuelven<br />

las sales solubles que forman parte <strong>de</strong><br />

aquélla, predominando entre dichas sales el<br />

carbonato potásico, que comunica al agua propieda<strong>de</strong>s<br />

alcalinas más ó menos pronunciadas,<br />

según la cantidad <strong>de</strong> agua empleada con relación<br />

á la cantidad <strong>de</strong> ceniza. Esta disolución<br />

alcalina forma lo que se llama una lejía. Esta<br />

se utiliza en la economía doméstica para el<br />

fregado y limpieza <strong>de</strong> todo objeto grasiento,<br />

y para la colada y lavado <strong>de</strong> la ropa, siendo<br />

a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> mucha utilidad para la limpieza y<br />

fregado <strong>de</strong> todos los enseres y aparatos que<br />

sirven en la fabricación <strong>de</strong>l aceite.<br />

La propiedad <strong>de</strong>tergente <strong>de</strong> la lejía está<br />

fundada en la saponificación <strong>de</strong> toda materia<br />

grasa que se somete á la acción <strong>de</strong> los álcalis;<br />

cuya acción es más enérgica si se hace<br />

hervir la lejía con un poco <strong>de</strong> cal, ó si se ha<br />

mezclado ésta previamente con la ceniza y se<br />

ha lejiviado <strong>de</strong>spués con agua caliente. En<br />

este caso la lejía resulta cáustica, todos los<br />

carbonates alcalinos contenidos en la misma<br />

han sido <strong>de</strong>scompuestos por la cal, quedando<br />

en la disolución el hidrato potásico.<br />

Evaporada á sequedad la lejía <strong>de</strong> la ceniza,<br />

<strong>de</strong>ja un residuo blanco que, trabajado convenientemente,<br />

constituye la potasa comercial<br />

(véase).<br />

Las cenizas <strong>de</strong> las plantas barrilleras constituyen<br />

la barrilla; materia que por su acción<br />

alcalina tiene análogas aplicaciones que la<br />

potasa.<br />

Las barrillas más ricas en carbonato sódico<br />

son las que provienen <strong>de</strong> Alicante, Cartagena<br />

y Almería, las cuales contienen <strong>de</strong> 25 á 30<br />

por 100 <strong>de</strong> dicha sal, llegando hasta 40 por<br />

100 en las calida<strong>de</strong>s superiores. Las <strong>de</strong> la costa<br />

<strong>de</strong> Cataluña son algo inferiores, y peores<br />

eran las que se hacían en el Mediodía <strong>de</strong><br />

Francia. La <strong>de</strong> Canarias tiene 14 á 20 por 100,<br />

— 39 — CEN<br />

y las que provienen <strong>de</strong> otras plantas que crecen<br />

en terrenos salobres, contienen tan sólo 8<br />

ó 6 por 100, y aun menos. Todas ellas contienen<br />

cantida<strong>de</strong>s variables <strong>de</strong> sal común, y se<br />

llaman dulces ó saladas según predomine en<br />

ellas el sabor <strong>de</strong>l carbonato alcalino ó el <strong>de</strong>l<br />

cloruro sódico. La fabricación <strong>de</strong> la sosa artificial<br />

ha matado la industria <strong>de</strong> la barrilla natural,<br />

empleada en gran<strong>de</strong>s cantida<strong>de</strong>s en otro<br />

tiempo para obtener las lejías cáusticas <strong>de</strong> sosa,<br />

con las cuales se fabricaba el jabón; sin embargo,<br />

don<strong>de</strong> crezcan plantas barrilleras, si el<br />

terreno no pue<strong>de</strong> aprovecharse con otro cultivo<br />

más productivo, <strong>de</strong>berán recogerse, secarse<br />

al sol é incinerarse en hoyos, y la ceniza<br />

ó barrilla podrá dar lejías alcalinas tan<br />

útiles en la economía doméstica como las <strong>de</strong><br />

las cenizas­ ordinarias. El carbonato sódico, en<br />

la mayor parte <strong>de</strong> las plantas barrilleras, es<br />

producido por la <strong>de</strong>scomposición <strong>de</strong>l oxalato<br />

sódico que contiene la savia <strong>de</strong>l vegetal.<br />

La saponificación <strong>de</strong> las materias grasas<br />

por medio <strong>de</strong> la lejía <strong>de</strong> sosa cáustica produce<br />

el jabón duro, así como la saponificación<br />

obtenida por medio <strong>de</strong> la lejía <strong>de</strong> potasa cáustica<br />

da el jabón ver<strong>de</strong> ó jabón blando. Ambos<br />

son <strong>de</strong> gran utilidad en la economía doméstica.<br />

En las explotaciones olivareras don<strong>de</strong><br />

haya proporción <strong>de</strong> obtener cantida<strong>de</strong>s<br />

algo consi<strong>de</strong>rables <strong>de</strong> ceniza común ó <strong>de</strong> barrilla,<br />

vale la pena <strong>de</strong> montar una cal<strong>de</strong>ra para<br />

elaborar el jabón duro ó blando, no sólo para<br />

el consumo <strong>de</strong> la misma explotación ó colonia<br />

agrícola, sino también para la venta. (Véase<br />

Jabón.)<br />

Poco diremos <strong>de</strong> las cenizas <strong>de</strong> las algas ó<br />

plantas marinas, pobres en sales potásicas,<br />

aunque muy ricas en fosfatos; se utilizan como<br />

abono extendiéndolas sobre el campo, siempre<br />

que no se apo<strong>de</strong>re <strong>de</strong> ellas la industria <strong>de</strong>l<br />

yodo.<br />

En muchos puntos <strong>de</strong> la costa <strong>de</strong>l Océano<br />

se forman gran<strong>de</strong>s montones <strong>de</strong> estas algas*<br />

Después que las lluvias las han lavado, se <strong>de</strong>jan<br />

secar y se incineran. Las cenizas, ricas en<br />

fosfatos, son un excelente abono, si bien pue<strong>de</strong>n<br />

exten<strong>de</strong>rse las mismas algas sobre el campo,<br />

sin necesidad <strong>de</strong> quemarlas, como se hace<br />

en algunos puntos <strong>de</strong> la costa <strong>de</strong> Galicia, aun<br />

cuando su <strong>de</strong>scomposición es algo lenta.<br />

Como último ejemplo <strong>de</strong>l aprovechamiento<br />

<strong>de</strong> las cenizas <strong>de</strong> los vegetales como abono,<br />

citaremos la práctica que se sigue en la provincia<br />

<strong>de</strong> Tarragona, don<strong>de</strong> se aprovechan<br />

toda clase <strong>de</strong> restos vegetales para formar<br />

montoncitos sobre el campo, á cuyos montones,<br />

cubiertos con una capa <strong>de</strong> tierra dispuestos<br />

como hornillos, que en el país llaman formigués,<br />

se les pren<strong>de</strong> fuego, esparciendo <strong>de</strong>spués<br />

las cenizas y la tierra con el rastrillo.<br />

Usanse al efecto muchas veces las cañas que<br />

se plantan á orillas <strong>de</strong> los ríos ó arroyos, las<br />

cuales, reproduciéndose y entrelazándose sus<br />

raíces, no sólo sirven para contener las avenidas,<br />

aminorando sus efectos, sino que nutriéndose<br />

con las sales <strong>de</strong>l limo que allí se

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