Sementera: 312 litros de grano - citaREA

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alcaloides, el ácido cianhídrico y los compuestos
metálicos, ha propuesto Dorvault una
mezcla en partes iguales de magnesia calcinada,
de peróxido de hierro y de carbón animal
lavado; compuesto que ofrece, como el anterior,
el inconveniente de alterarse con facilidad.
Jeannel recomendó se tuviera preparada
una disolución de sulfato de hierro en un recipiente,
y en otro una mezcla de magnesia
calcinada, carbón animal y agua destilada, en
las proporciones respectivamente de 80, 40 y
800 gramos. Llegado el caso de emplear el
contraveneno, se disuelve en el acto esta mezcla
con el sulfato de hierro, y se prescriben de
50 á 60 gramos del antídoto así obtenido, en
el momento de usarle. Con él se hacen insolubles
los preparados de arsénico, de cinc y de
digital; se saturan completamente los ácidos
libres, pero obra de una manera bastante imperfecta
sobre los hipocloritos alcalinos y las
sales de cobre, y no ejerce acción alguna sobre
la morfina y la estricnina del líquido en
que se hallen disueltas.
El empleo del yoduro de almidón como antídoto
ha sido recomendado por Ranieri Bellini,
sobre todo contra el azufre, los sulfuros
alcalinos y terrosos, los álcalis cáusticos, el
amoníaco y en ciertos casos los alcaloides.
También obra como agente de eliminación en
los envenenamientos metálicos que se producen
paulatinamente, como los del plomo y del
mercurio. En todo caso, después de ingerido
el antídoto, es necesario provocar el vómito,
á fin de extraer del estómago los productos
desprovistos de acción á que haya dado aquél
origen, por lo mismo que de lo contrario, es
decir, permaneciendo en el aparato digestivo,
se corre el riesgo de que vayan recobrando su
prístina energía las substancias venenosas.
Esto en cuanto á las personas; respecto de
los animales domésticos, que también se hallan
expuestos á sufrir envenenamientos peligrosos,
completaremos las precedentes indicaciones
en el artículo Envenenamiento.
CONTRIBUCIÓN DE .INMUEBLES,
CULTIVO Y GANADERÍA—La cantidad
que para levantar las cargas del Estado, la
Provincia y el Municipio se paga por los propietarios,
cultivadores y ganaderos, cuya base
es la utilidad calculada. Llámanla vulgarmente
contribución territorial, aunque con bastante
impropiedad.
Si la índole de esta publicación lo consintiera,
y no fueran tan débiles nuestras fuerzas,
quizá no bastaría un cuaderno para tratar con
la amplitud necesaria este punto tan importantísimo
para la agricultura y para la riqueza
general del país. En la necesidad, pues, de
concretar estos trabajos cuanto sea dable, y
en la imposibilidad de abarcar cuanto referente
á este impuesto debiera decirse, porque
nos faltan alientos para tanto, nos limitaremos
á exponer lo absolutamente indispensable
para dar una sucinta idea de la naturaleza de
este tributo, su historia, su actual organización,
sus reformas proyectadas, las que cree­
mos más convenientes, los perjuicios que á la
agricultura irroga su mala administración, y
las causas principales de que esta contribución,
que debiera ser la mejor administrada,
sea la que se encuentra .en peores condiciones
de cuantas en conjunto forman el haber con
que el Estado, la Provincia y el Municipio
cuentan para atender á sus gastos.
Siendo ó debiendo ser su base la utilidad
calculada de los edificios, fincas rústicas, el
cultivo de éstas y la ganadería, elementos de
difícil ocultación, y caso de haberla de comprobación
fácil, de tal suerte ha obrado la
Administración en este impuesto, que acaso
no haya otro más injustamente repartido, en
términos que mientras para algunos no es
sino una ligerísima carga, y á veces ni aun
ligerísima, para otros es de tal modo pesada
que no la pueden soportar.
Cuáles sean las causas de esta inexplicable
situación del impuesto es lo primero de que
vamos á ocuparnos, empezando por hacer la
historia del mismo, que ella nos dirá las más
fundamentales, y cómo, en vez de corregirse
los que puede decirse son vicios originarios,
han ido agrandándose á medida que las necesidades
del Tesoro, siempre crecientes, hicieron
preciso el aumento de los tipos tributarios
para obtener mayor cantidad con que atender
á las cargas del presupuesto; la injusticia en
el reparto ha llegado á tal punto, que de todos
los ámbitos de la nación parten amargas quejas
que en los actuales momentos han obligado
á los altos poderes del Estado á fijar su
atención en el estado de nuestra agricultura,
de nuestra ganadería, y parece procuran los
remedios necesarios, aunque presumimos no
lograrán sus buenos deseos, porque los medios
escogitados no son los más apropiados para
llegar al fin apetecido.
Establecida la contribución de que nos ocupamos
en 1845, en sustitución de varios impuestos
y gabelas que á la propiedad, la agricultura
y ganadería afectaban más ó menos
directamente, como eran los tributos Ce paja
y utensilios, frutos civiles, cupo territorial de
contribución de culto y clero y otros, sin que
sea visto negar ni por un momento los buenos
propósitos del ministro reformador, es lo cierto
que se hizo sin la preparación conveniente,
careciendo la Administración de los datos estadísticos
necesarios; sin base fija que ofreciera
la probabilidad al menos de un reparto
equitativo, pecado original de que no podrá
librarse sin grandes sacrificios, y que fué la
causa de hacer el impuesto de cupo repartible
en vez de ser de cuota individual. Si en lugar
de precipitar la reforma se hubieran elevado
los anteriores tributos en la cantidad precisa
á las necesidades del Tesoro, y algo más para
preparar la reforma, haciendo una estadística
parcelaria, siquiera defectuosa, pudiera haberse
implantado este tributo en condiciones
de buena organización, y aunque siempre con
alguna injusticia involuntaria, que inherentes
suelen ser á las reformas, podrían ya estar