Sementera: 312 litros de grano - citaREA

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13.05.2013 Views

CON CON de un elemento viviente especial para cada afección. El germen de la virulencia no reviste la forma gaseosa, como pudiera creerse. El virus volátil, agenté de la transmisión de las enfermedades contagiosas á larga distancia, es en realidad un virus fijo que mantiene en suspensión la atmósfera, como los esporos de los microbios fermentos que se encuentran asociados con los polvillos del aire. El virus volátil es de la misma naturaleza que el virus fijo, y para una enfermedad determinada el agente de la virulencia volátil es igual al de la virulencia fija, existiendo diferencia únicamente en el vehículo. Conducido por el aire en unos casos, se asocia en otros á los humores y aun á veces á los tejidos del organismo. Solamente obra en los animales cuando el cuerpo de éstos se halla en estado de receptividad. Para vivir y pulular, para determinar los síntomas de la enfermedad cuyos agentes son los elementos virulentos, necesitan un terreno favorable. De ahí que no contraigan indefectiblemente.la enfermedad todos los animales expuestos á un contagio, y que algunos sean refractarios á ella ó gocen de inmunidad, la cual puede ser natural ó adquirida. .Ciertos agentes contagiosos modifican los líquidos y sólidos de los seres vivos que han sufrido ya un ataque, de tal manera que esos se convierten en medios impropios para la vida y la multiplicación de los agentes. Precisamente en esa particularidad se basan las inoculaciones preventivas. Cuando se advirtió que los animales sanos puestos en contacto con otros enfermos adquirían á su vez el padecimiento, y eran capaces también de transmitirle á otros animales, se dedujo que se desprendía de los atacados algo que infundía al animal sano la'misma afección que padecía el que se hallaba inmediato á él. Los experimentos de inoculación emprendidos para determinar la naturaleza de ese' algo patentizaron que bastaba una pequeña cantidad de materia tomada de un animal atacado por una enfermedad contagiosa, para provocar la enfermedad en el organismo que recibiera aquélla, y para que se multiplicase en una proporción indefinida. Lo que caracteriza principalmente el fenómeno del contagio es esa multiplicación hasta lo infinito del elemento contagioso introducido en cantidad infinitesimal. Desde hace tiempo se habían entrevisto las analogías que existen entre esos fenómenos del contagio y los de la fermentación; esa correlación está hoy demostrada, y en cuanto se descubrió el se- ci - eto de las fermentaciones, se reveló inme­ diatamente la naturaleza del contagio. Todos los líquidos de origen orgánico, dice el autor citado, tales como la sangre, la orina, la leche, las serosidades, el vino, la cerveza, los mostos de uvas, de granos y de frutas, cuando se hallan expuestos á la acción del aire, cambian de estado, de composición y de propiedades, y la primera condición para que esas modificaciones se manifiesten es el con­ tacto del aire. Efectivamente, las substancias orgánicas substraídas á ese contacto no experimentan modificaciones esenciales. Mas ¿cómo obra el aire en ellas? Se ha creído durante mucho tiempo, bajo la autoridad de Lavoisier, que esa acción del aire en la fermentación era un fenómeno puramente químico, un fenómeno de oxidación. Los experimentos de M. Pasteur han demostrado que aun cuando haya oxidación en las fermentaciones, no es, sin embargo, el oxígeno del aire la causa determinante del fenómeno. Cuando las materias fermeutescibles se hallan en presencia del aire puro, no llegan á fermentar. De donde se deduce la conclusión rigurosa de que no es la acción química del aire la condición esencial de la fermentación en.las materias orgánicas. Esa. condición se encuentra en el aire, pero no reside esencialmente en alguno de sus elementos constitutivos. Esa condición es la presencia de seres infinitamente pequeños, dotados de una prodigiosa actividad de pululación, y que por esa misma actividad forman las condiciones del cambio de estado en las materias orgánicas con las cuales se ponen en relación. El: fermento, ha dicho M. Pasteur, no es una substancia muerta, es un' ser vivo cuyo germen se encuentra en el aire. Entre los fermentos, algunos llamados por eso aerobios, viven perfectamente al aire libre, y obran sobre las materias orgánicas, oxidándolas y fijando sobre ellas el oxígeno que aquéllos toman de la atmósfera; otros, los fermentos anerobios, los más activos, no pueden vivir al aire libre. Arrancan á las moléculas de las materias orgánicas el oxígeno necesario á la conservación de su vida, y provocan así descomposiciones y combinaciones nuevas, formadas por los elementos que quedan libres 7 . Pero todas las fermentaciones, cualquiera que sea su naturaleza, son función de la vida de los microbios, á los.cuales sirve de vehículo el aire. Esas observaciones dieron mucha luz respecto de los fenómenos del contagio. La demostración experimental de que el agente de las enfermedades contagiosas produce efectos en dosis infinitesimales, y de que, una vez provocados esos efectos, la partícula inoculada se encuentra multiplicada en cantidad prodigiosa dentro.del organismo al cual se inoculó, basta para, indicar la naturaleza del elemento contagioso. Sólo puede ser una partícula viviente, porque solamente la vida posee esa facultad de multiplicación. En esto se ve una analogía entre el elemento del contagio y el fermento. Y esa multiplicación del virus hasta el infinito implica necesariamente la asimilación , mediante la pululación, de los elementos constituyentes del medio en que se ha introducido. Ejerce en ese medio un cambio de estado análogo al que produce el fermento en la materia orgánica sobre la cual obra. Desde hace tiempo se sabe que la propiedad virulenta es inherente tanto á los

CON — 27.3 — CON sólidos como á los líquidos, y aun á los gases que emanan del cuerpo enfermo. Pero ¿á qué se halla íntimamente ligada esa propiedad virulenta? ¿Qué elemento la posee? ¿Qué es el virus? Hace veinte años hubiera sido imposible contestar á esas cuestiones aclaradas por M. Chauveau, profesor de la Escuela de Veterinaria de Lyon. En todo humor virulento hay una parte fluida, que mantiene en suspensión elementos sólidos. ¿Reside la virulencia en la primera, ó en los segundos? El laborioso investigador demostró que la poseen los elementos figurados ó sólidos exclusivamente. En ellos se encuentran elementos celulares y granulaciones libres. Hoy se sabe que las granulaciones moleculares son organismos dotados de vida, parásitos, microbios, en fin, como han patentizado los cultivos sucesivos. Sembrando en determinadas condiciones una serie de frascos llenos de un líquido apropiado para el cultivo, con una partícula del virus que se ha de cultivar en el primer frasco , con una tomada de éste en el segundo, con una del segundo en el tercero y así sucesivamente, el líquido del último frasco, que puede ser el vigésimo, el trigésimo ó el centesimo, resultará tan virulento como el primero. Después de tantas diluciones, es imposible admitir que haya persistido la virulencia, si solamente depende de la gota originaria. Forzosamente ha de ser inherente á los corpúsculos que han ido pululando en los frascos. Si bien es cierto que no se ha demostrado aún experimentalmente que todas las enfermedades contagiosas y transmisibles son de naturaleza parasitaria, es ya' innegable para muchas de ellas. Perroucito en Italia y Toussaint en Francia lo han patentizado respecto del cólera de las gallinas; Pasteur, Chamberland y Roux respecto del carbunco bacteridiano, la septicemia y la infección purulenta; Arloing, Cornevin y Thomas respecto del carbunco bacteriano ; Bo'uchard, Capitán y Charrin respecto del muermo; Koch respecto de la tuberculosis, y Nocard y Mollereau respecto de la mamitis contagiosa. El grupo de enfermedades internas de naturaleza microbiana irá aumentándose á medida que se multipliquen las investigaciones. Los micro-organismos, que son los agentes de los contagios, se'manifiestan bajo la forma de bastón ci tos (bacterias y bacilos) ó de corpúsculos redondeados (micrococos). La multiplicación de las bacterias y de los micrococos se verifica por segmentación, por división. Los bacilos se multiplican también por segmentación; pero cuando están colocados en ciertas condiciones favorables á su evolución, adquieren una disposición filamentosa y dan esporos esféricos ú ovales; elementos muy resistentes á las causas de destrucción y que conservan enérgicas las propiedades de los bacilos de que proceden. Los virus, lo mismo que los fermentos, pueden ser aerobios ó auerobios. La bacteridia carbuncosa es el tipo de los microbios aerobios; introducida en la sangre, se multiplica en ese medio hasta el infinito, y en un período muy corto la convierte en un líquido impropio para el sostén de la vida. En el bacilo del carbunco sintomático ó bacteriano se tiene un ejemplo de bacilo anerobio. No puede vivir en la sangre; si se introduce en ella, sólo causa una fiebre efímera, que desaparece rápidamente; pero halla en la trama íntima de los tejidos un medio favorable para las manifestaciones de su vida; allí desempeña el papel de fermento anerobio, se asimila el oxígeno de la materia orgánica viva y produce fenómenos completamente semejantes á los que provocan los fermentos de la putrefacción. La resistencia de los agentes contagiosos á las causas de destrucción es muy variable; durante mucho tiempo se ha creído que la virulencia desaparecería de los líquidos y de los tejidos poco después de la muerte, y las investigaciones científicas han demostrado que era errónea esa creencia. La mayoría de los agentes específicos sobrevive mucho tiempo á los animales en que se han desarrollado; el elemento contagioso del muermo se conserva durante meses enteros, al igual de los propios de la peripneumonia y de la viruela del carnero. Pasteur ha demostrado que la virulencia carbuncosa se conserva durante un largo período de años en los puntos en que han sido sepultados los cadáveres carbuncosos. El aire húmedo favorece la destrucción dé los agentes contagiosos, y una rápida desecación mata á la mayoría de ellos. Los destruyen indefectiblemente el fuego y las substancias químicas muy activas. En algunas enfermedades se efectúa el contagio por medio de seres microscópicos más elevados en la escala orgánica que los elementos virulentos. Las tinas y los herpes se transmiten por medio de hongos ó por sus esporos; las sarnas, la lepra del cerdo, la trichinosis, la pneumonía verminosa y la-caquexia acuosa, por medio de insectos ó entozoarios. Esos parásitos causan alteraciones más ó menos profundas en los órganos invadidos, perturban la nutrición y ocasionan desórdenes morbosos variables, inas no originan, como los virus, cambios deestado en las materias orgánicas. En definitiva, cualquiera que sea la diversidad de los efectos que provocan, los agentes contagiosos son seres vivos, y todos los fenómenos que producen son el resultado de su actividad vital. • CONTRACCIÓN Y DILATACIÓN DE LAS MADERAS—(V. Propiedades físicas de las maderas.) CONTRAESPALDERA ó ESPALDE­ RA Á TODO VIENTO (Arboricultwa frutal).—La contráespaldera, forma muy usual en arboricultura frutal, se distingue de la espaldera en que no se establece, como ésta, contra un muro, en el que se afianzan sus ramas para imprimirles las inflexiones convenientes y protegerlas de la acción del frío, del calor y de la lluvia, cuando la planta que las

CON CON<br />

<strong>de</strong> un elemento viviente especial para cada<br />

afección. El germen <strong>de</strong> la virulencia no reviste<br />

la forma gaseosa, como pudiera creerse.<br />

El virus volátil, agenté <strong>de</strong> la transmisión <strong>de</strong><br />

las enfermeda<strong>de</strong>s contagiosas á larga distancia,<br />

es en realidad un virus fijo que mantiene en<br />

suspensión la atmósfera, como los esporos <strong>de</strong><br />

los microbios fermentos que se encuentran<br />

asociados con los polvillos <strong>de</strong>l aire. El virus<br />

volátil es <strong>de</strong> la misma naturaleza que el virus<br />

fijo, y para una enfermedad <strong>de</strong>terminada el<br />

agente <strong>de</strong> la virulencia volátil es igual al <strong>de</strong><br />

la virulencia fija, existiendo diferencia únicamente<br />

en el vehículo. Conducido por el aire<br />

en unos casos, se asocia en otros á los humores<br />

y aun á veces á los tejidos <strong>de</strong>l organismo.<br />

Solamente obra en los animales cuando el<br />

cuerpo <strong>de</strong> éstos se halla en estado <strong>de</strong> receptividad.<br />

Para vivir y pulular, para <strong>de</strong>terminar<br />

los síntomas <strong>de</strong> la enfermedad cuyos agentes<br />

son los elementos virulentos, necesitan un<br />

terreno favorable. De ahí que no contraigan<br />

in<strong>de</strong>fectiblemente.la enfermedad todos los animales<br />

expuestos á un contagio, y que algunos<br />

sean refractarios á ella ó gocen <strong>de</strong> inmunidad,<br />

la cual pue<strong>de</strong> ser natural ó adquirida. .Ciertos<br />

agentes contagiosos modifican los líquidos y<br />

sólidos <strong>de</strong> los seres vivos que han sufrido ya<br />

un ataque, <strong>de</strong> tal manera que esos se convierten<br />

en medios impropios para la vida y la<br />

multiplicación <strong>de</strong> los agentes. Precisamente<br />

en esa particularidad se basan las inoculaciones<br />

preventivas.<br />

Cuando se advirtió que los animales sanos<br />

puestos en contacto con otros enfermos adquirían<br />

á su vez el pa<strong>de</strong>cimiento, y eran capaces<br />

también <strong>de</strong> transmitirle á otros animales,<br />

se <strong>de</strong>dujo que se <strong>de</strong>sprendía <strong>de</strong> los atacados<br />

algo que infundía al animal sano la'misma<br />

afección que pa<strong>de</strong>cía el que se hallaba inmediato<br />

á él. Los experimentos <strong>de</strong> inoculación<br />

emprendidos para <strong>de</strong>terminar la naturaleza<br />

<strong>de</strong> ese' algo patentizaron que bastaba una<br />

pequeña cantidad <strong>de</strong> materia tomada <strong>de</strong> un<br />

animal atacado por una enfermedad contagiosa,<br />

para provocar la enfermedad en el organismo<br />

que recibiera aquélla, y para que se<br />

multiplicase en una proporción in<strong>de</strong>finida. Lo<br />

que caracteriza principalmente el fenómeno<br />

<strong>de</strong>l contagio es esa multiplicación hasta lo<br />

infinito <strong>de</strong>l elemento contagioso introducido<br />

en cantidad infinitesimal. Des<strong>de</strong> hace tiempo<br />

se habían entrevisto las analogías que existen<br />

entre esos fenómenos <strong>de</strong>l contagio y los<br />

<strong>de</strong> la fermentación; esa correlación está hoy<br />

<strong>de</strong>mostrada, y en cuanto se <strong>de</strong>scubrió el se-<br />

ci -<br />

eto <strong>de</strong> las fermentaciones, se reveló inme­<br />

diatamente la naturaleza <strong>de</strong>l contagio.<br />

Todos los líquidos <strong>de</strong> origen orgánico, dice<br />

el autor citado, tales como la sangre, la orina,<br />

la leche, las serosida<strong>de</strong>s, el vino, la cerveza,<br />

los mostos <strong>de</strong> uvas, <strong>de</strong> <strong>grano</strong>s y <strong>de</strong> frutas,<br />

cuando se hallan expuestos á la acción <strong>de</strong>l<br />

aire, cambian <strong>de</strong> estado, <strong>de</strong> composición y <strong>de</strong><br />

propieda<strong>de</strong>s, y la primera condición para que<br />

esas modificaciones se manifiesten es el con­<br />

tacto <strong>de</strong>l aire. Efectivamente, las substancias<br />

orgánicas substraídas á ese contacto no experimentan<br />

modificaciones esenciales. Mas<br />

¿cómo obra el aire en ellas? Se ha creído durante<br />

mucho tiempo, bajo la autoridad <strong>de</strong><br />

Lavoisier, que esa acción <strong>de</strong>l aire en la fermentación<br />

era un fenómeno puramente químico,<br />

un fenómeno <strong>de</strong> oxidación. Los experimentos<br />

<strong>de</strong> M. Pasteur han <strong>de</strong>mostrado que<br />

aun cuando haya oxidación en las fermentaciones,<br />

no es, sin embargo, el oxígeno <strong>de</strong>l<br />

aire la causa <strong>de</strong>terminante <strong>de</strong>l fenómeno.<br />

Cuando las materias fermeutescibles se hallan<br />

en presencia <strong>de</strong>l aire puro, no llegan á fermentar.<br />

De don<strong>de</strong> se <strong>de</strong>duce la conclusión<br />

rigurosa <strong>de</strong> que no es la acción química <strong>de</strong>l<br />

aire la condición esencial <strong>de</strong> la fermentación<br />

en.las materias orgánicas. Esa. condición se<br />

encuentra en el aire, pero no resi<strong>de</strong> esencialmente<br />

en alguno <strong>de</strong> sus elementos constitutivos.<br />

Esa condición es la presencia <strong>de</strong> seres<br />

infinitamente pequeños, dotados <strong>de</strong> una prodigiosa<br />

actividad <strong>de</strong> pululación, y que por<br />

esa misma actividad forman las condiciones<br />

<strong>de</strong>l cambio <strong>de</strong> estado en las materias orgánicas<br />

con las cuales se ponen en relación. El:<br />

fermento, ha dicho M. Pasteur, no es una<br />

substancia muerta, es un' ser vivo cuyo germen<br />

se encuentra en el aire. Entre los fermentos,<br />

algunos llamados por eso aerobios,<br />

viven perfectamente al aire libre, y obran<br />

sobre las materias orgánicas, oxidándolas y<br />

fijando sobre ellas el oxígeno que aquéllos<br />

toman <strong>de</strong> la atmósfera; otros, los fermentos<br />

anerobios, los más activos, no pue<strong>de</strong>n vivir<br />

al aire libre. Arrancan á las moléculas <strong>de</strong> las<br />

materias orgánicas el oxígeno necesario á la<br />

conservación <strong>de</strong> su vida, y provocan así <strong>de</strong>scomposiciones<br />

y combinaciones nuevas, formadas<br />

por los elementos que quedan libres 7<br />

.<br />

Pero todas las fermentaciones, cualquiera que<br />

sea su naturaleza, son función <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong><br />

los microbios, á los.cuales sirve <strong>de</strong> vehículo el<br />

aire.<br />

Esas observaciones dieron mucha luz respecto<br />

<strong>de</strong> los fenómenos <strong>de</strong>l contagio. La <strong>de</strong>mostración<br />

experimental <strong>de</strong> que el agente <strong>de</strong><br />

las enfermeda<strong>de</strong>s contagiosas produce efectos<br />

en dosis infinitesimales, y <strong>de</strong> que, una vez<br />

provocados esos efectos, la partícula inoculada<br />

se encuentra multiplicada en cantidad prodigiosa<br />

<strong>de</strong>ntro.<strong>de</strong>l organismo al cual se inoculó,<br />

basta para, indicar la naturaleza <strong>de</strong>l elemento<br />

contagioso. Sólo pue<strong>de</strong> ser una partícula<br />

viviente, porque solamente la vida posee esa<br />

facultad <strong>de</strong> multiplicación. En esto se ve una<br />

analogía entre el elemento <strong>de</strong>l contagio y el<br />

fermento. Y esa multiplicación <strong>de</strong>l virus hasta<br />

el infinito implica necesariamente la asimilación<br />

, mediante la pululación, <strong>de</strong> los elementos<br />

constituyentes <strong>de</strong>l medio en que se<br />

ha introducido. Ejerce en ese medio un cambio<br />

<strong>de</strong> estado análogo al que produce el fermento<br />

en la materia orgánica sobre la cual<br />

obra. Des<strong>de</strong> hace tiempo se sabe que la propiedad<br />

virulenta es inherente tanto á los

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