Sementera: 312 litros de grano - citaREA

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CON — 260 — CON Esta planta vivaz, llamada también consuelda mayor, lengua de vaca, oreja de asno, hierba del cardenal, tiene la raíz gruesa, fibrosa y alargada; el tallo ramoso, fuerte, derecho y de 40 á 65 centímetros de altura; hojas alternas , algo consistentes, toscas, sembradas de pequeños pelos esparcidos y de otros más largos en los nervios; las inferiores, grandes, ovales, lanceoladas, que se adelgazan hacia el pecíolo, el cual es muy largo; las superiores frecuentemente opuestas, estrechamente lanceoladas, agudas, sentadas y muy decurrentes. Plores (Mayo y Junio) en pequeños racimos unilaterales, geminadas, colgantes, blanquecinas, amarillentas ó rosadas. Cáliz persistente, con cinco divisiones estrechas, lanceoladas, aguzadas, derechas. Corola tuberculosa, acampanada, tubo recto, alargado; limbo con cinco lóbulos , ¿ cortos, triangulares, obtusos , encorvados hacia fuera, ifiW cerrado en la garganta por cinco escamas inclusas, ales- ^ nadas, glandulosas en los Fisura 128 bordes, aproximadas en for- Ovario ma de cono. Cinco estambres inclusos; filamentos sin apéndice; anteras más largas que el filamento. Ovarios fov., figura 128), cuatro, ovoideos, trígonos, rodeados por un disco (el) saliente y plegado. Del centro de los ovarios se levanta un estilo sencillo, provisto en su base de dos ángulos salientes (a). Estigma obtuso. Fruto formado de cuatro aquenios separados, ovales y rugosos. La consuelda de hojas rudas (Symphilum asperrimum) ha sido propuesta desde más de un siglo como planta forrajera. Cultivada en las tierras fértiles y frescas, puede segarse cada año dos ó tres veces, produciendo gran cantidad de forraje verde. Desgraciadamente esta planta produce muy poca semilla, y se propaga por hijuelos de los pies, resultando el cultivo difícil y costoso. Es una planta vivaz; sus tallos, ramosos y erizados de pelos; sus hojas son ovales, lanceoladas, muy agudas y ásperas; sus flores son á la vez azules y purpurinas. CONSUMO (Economía rural).— ¿QUÉ ES Eij CONSUMO?—La idea vulgar del consumo de cualquier cosa útil equivale á la idea de destrucción, de desaparición, de pérdida y aun de aniquilamiento de lo consumido; pero, si bien se mira, se advierte que aun cuando al consumir un objeto se destruya de tal manera que deje de ser lo que fué, aun cuando desaparezca en tales términos que se haga imperceptible su existencia, desde el momento en que se ha consumido, aun cuando se pierda de modo que ya no pueda recobrarse tal objeto, no se aniquila, no se reduce á pura nada, pues así como al producir cualquier objeto no se ha creado en su pro­ ducción la materia que lo constituye, al consumir no se extingue tampoco la materia que forma el objeto que se consume; lo mismo el Consumir que el producir no es otra cosa que metamorfosear, cambiar la forma de los cuerpos , descomponer unos, mezclar ó combinar otros, y hasta convertir lo material en inmaterial ó viceversa. La necesidad de consumir obliga á producir, y el consumo es el fin de la producción. El consumo y la producción son fenómenos correlativos, coexistentesy simultáneos; consumiéndose la semilla en la tierra, se produce la planta; consumiéndose la hierba del prado, se produce la fuerza en el animal; y si las cosas producidas, materiales ó no, no se consumen de súbito á medida que se van produciendo , ellas van disipándose lentamente, y se transforman de tal manera que, en general, es inconveniente la modificación. No se puede producir sin consumir algo para la producción, ni se puede consumir lo producido sin que del consumo resulte algún producto nuevo. La diferencia entre el consumo y la producción está en que se dice que hay consumo cuando se piensa en el objeto que se trasmuta; y se dice que hay producción cuando se piensa en el objeto que resulta de la trasmutación. TODO SE CONSUME.— Queramos ó no, útil ó inútilmente, todo se consume; cuestión de tiempo: una columna de jaspe durará siglos; un caballo vivirá treinta años; las frutas se pierden á los pocos días; la leche de hoy ya no sirve mañana, y flores hay que se marchitan en cuanto se abren. El interés del consumidor está en aprovecharse de las cosas mientras conservan la virtud especial que adquirieron en su producción, sin dar lugar á que espontáneamente se amortigüe, y en tratar de conseguir que las cosas conserven su utilidad para el consumo por más tiempo del que por naturaleza les corresponde. CLASES DE CONSUMOS.—Se dice que hay consumos productivos, como los abonos que se echan en las tierras para mejorar su composición, y consumos improductivos, como la pólvora que se gasta en salvas; pero los consumos improductivos, si los hay, tienen otro nombre, se llaman despilfarros por desperdiciar la utilidad que podría sacarse de lo que se malgasta. Lo que sucede es que unas mismas cosas pueden proporcionar utilidad de diversas clases y en diversos grados, y siempre interesa obtener el mayor y mejor partido de las cosas. Pueden consumirse las cosas para la satisfacción de nuestras más apremiantes necesidades, ó para saciar nuestros apetitos, ó para nuestro recreo simplemente. Pero no da lo mismo consumir de una manera que de otra, y es cuestión de grandísima importancia saber consumir, esto es, saber gastar. Modo de consumir.—El saber consumir no consiste en consumir poco, sino en consumir de tal manera que el valor del objeto consumido no se aniquile estérilmente, ni mucho

CON — 261 — CON menos, engendrando un perjuicio, ha de reaparecer bajo otra forma, y aun no sólo de un modo equivalente, sino con el aumento que corresponde á la acción que la inteligencia humana y diversos agentes naturales ejercen en la transformación que experimenta el objeto consumido. Los animales nos ofrecen muchos ejemplos de la economía con que su instinto les hace consumir; la Naturaleza se muestra también muy económica en la producción de sus fenómenos; pero el hombre, y especialmente el industrial que acomete empresas de interés, necesita aguzar mucho su entendimiento para consumir y producir provechosamente. Cuanto mejor conozca el labrador las condiciones de los agentes naturales que influyen en la producción vegetal y animal, y las modificaciones de que tales agentes son susceptibles; cuantos más medios tenga á su disposición para consumirlos en beneficio de nuevas producciones; cuanto mejor sepa conservar y transformar algunos de los productos obtenidos, y cuanta más maña se dé para darles salida en el mercado, mejor uso habrá hecho del tiempo, de su inteligencia, de su trabajo y de su capital; es decir, habrá consumido de mejor modo, y mayor podrá ser la ganancia que obtenga por resultado; y si no puede asegurarse que lo sea, consiste en que no siempre salen las cosas á medida de su deseo, ni la producción depende exclusivamente de su voluntad , pues hay causas superiores á su poder que pueden influir perniciosamente en la solución del problema que se propone. Derrochar sabe cualquiera sin necesidad de aprendizaje, pero para llegar á saber consumir se necesita muy buena gana de aprender, y hace falta reunir un gran número de datos experimentales, y hay que hacer muchas comparaciones entre diversos resultados, y se requiere mucho tino para poder atribuir á cada agente la parte que le corresponda en la producción; es muy difícil saber consumir. M. Sánchez Bruil. CONSUMOS CContribuciones indirectas ).—I. El impuesto de consumos recae sobre las substancias alimenticias. Es seguramente la contribución que desde tiempos antiguos (1) se viene buscando su reemplazo, y escribiendo en favor y en contra con cuantas razones han podido sugerirse á hombres eminentes y deseosos del bien público. Pero es lo singular que si por cada ciento que la han combatido hay uno que la defienda, y á pesar de que la mayoría de los pueblos en masa pidieron siempre y piden hoy su abolición, ella sigue siendo, con diferentes nombres, la que se emplea y recauda con más facilidad. (1) Según Conde, parte segunda, capítulo XLI, en tiempo de los moros en España hubo impuestos sobre la venta y el consumo de todos los géneros alimenticios; impuesto que los pueblos soportaban con disgusto, por ser insoportables, y además contrarios á las leyes del Profeta; el Corán. Desde el siglo xni que resucitaron los consumos con el nombre de acisas ó sisas, millones y cientos, rentas provinciales, derrama, personal , prestación personal y hoy consumos, unas veces como contribución directa y otras como indirecta, que comprendieran en su pago á las clases que, por los medios de que disponen, no contribuyen por territorial, urbaua, industrial, etc., etc. El punto objetivo de tales impuestos fué siempre, desde la antigüedad más remota hasta nuestros días (1). que las clases pobres pagasen contribución con que ayudar á los gastos generales de la sociedad de que forman parte, y les proporciona la seguridad personal, enseñanza gratuita, alivio en sus enfermedades con los establecimientos de beneficencia, etc., etc. Según se ve, el impuesto hoy llamado de consumos, que está comprendido en las contribuciones indirectas, ha sido alguna vez convertido é incluido en las directas. Largo sería, y ocuparíamos algunos tomos, si hubiésemos de relatar el origen de las variaciones y el poco suceso que con ellas se ha tenido. Algo diremos, para reasumir las diversas opiniones emitidas, en asunto de tanta importancia, en nuestro juicio. Aunque sea más caro y vejatorio cobrar el impuesto de consumos, lo cual aumenta la odiosidad contra él, siendo más fácil de hacer efectivo el pago por los contribuyentes en sus gastos diarios, lo que realizan al comprar las subsistencias, que pagar por trimestres al cobrador la cuota señalada al año, que pocas veces pueden efectuar las clases jornaleras. Esta dificultad, que es general, sostiene el impuesto de consumos, cuyos gastos de administración y cobranza ascienden á más de un 400 por 100 que los de los otros con que pueden reemplazarse, si bien éstos no se realizan con igual facilidad que aquéllos. II. Entre los pocos que han escrito en favor de la contribución de consumos, se cuenta á M. Agault, que dice:

CON — 261 — CON<br />

menos, engendrando un perjuicio, ha <strong>de</strong> reaparecer<br />

bajo otra forma, y aun no sólo <strong>de</strong> un<br />

modo equivalente, sino con el aumento que<br />

correspon<strong>de</strong> á la acción que la inteligencia<br />

humana y diversos agentes naturales ejercen<br />

en la transformación que experimenta el objeto<br />

consumido.<br />

Los animales nos ofrecen muchos ejemplos<br />

<strong>de</strong> la economía con que su instinto les hace<br />

consumir; la Naturaleza se muestra también<br />

muy económica en la producción <strong>de</strong> sus fenómenos;<br />

pero el hombre, y especialmente el<br />

industrial que acomete empresas <strong>de</strong> interés,<br />

necesita aguzar mucho su entendimiento para<br />

consumir y producir provechosamente. Cuanto<br />

mejor conozca el labrador las condiciones<br />

<strong>de</strong> los agentes naturales que influyen en la<br />

producción vegetal y animal, y las modificaciones<br />

<strong>de</strong> que tales agentes son susceptibles;<br />

cuantos más medios tenga á su disposición<br />

para consumirlos en beneficio <strong>de</strong> nuevas producciones;<br />

cuanto mejor sepa conservar y<br />

transformar algunos <strong>de</strong> los productos obtenidos,<br />

y cuanta más maña se dé para darles salida<br />

en el mercado, mejor uso habrá hecho<br />

<strong>de</strong>l tiempo, <strong>de</strong> su inteligencia, <strong>de</strong> su trabajo<br />

y <strong>de</strong> su capital; es <strong>de</strong>cir, habrá consumido <strong>de</strong><br />

mejor modo, y mayor podrá ser la ganancia<br />

que obtenga por resultado; y si no pue<strong>de</strong> asegurarse<br />

que lo sea, consiste en que no siempre<br />

salen las cosas á medida <strong>de</strong> su <strong>de</strong>seo, ni la<br />

producción <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> exclusivamente <strong>de</strong> su voluntad<br />

, pues hay causas superiores á su po<strong>de</strong>r<br />

que pue<strong>de</strong>n influir perniciosamente en la solución<br />

<strong>de</strong>l problema que se propone.<br />

Derrochar sabe cualquiera sin necesidad <strong>de</strong><br />

aprendizaje, pero para llegar á saber consumir<br />

se necesita muy buena gana <strong>de</strong> apren<strong>de</strong>r,<br />

y hace falta reunir un gran número <strong>de</strong> datos<br />

experimentales, y hay que hacer muchas comparaciones<br />

entre diversos resultados, y se requiere<br />

mucho tino para po<strong>de</strong>r atribuir á cada<br />

agente la parte que le corresponda en la producción;<br />

es muy difícil saber consumir.<br />

M. Sánchez Bruil.<br />

CONSUMOS CContribuciones indirectas<br />

).—I. El impuesto <strong>de</strong> consumos recae sobre<br />

las substancias alimenticias. Es seguramente la<br />

contribución que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> tiempos antiguos (1)<br />

se viene buscando su reemplazo, y escribiendo<br />

en favor y en contra con cuantas<br />

razones han podido sugerirse á hombres eminentes<br />

y <strong>de</strong>seosos <strong>de</strong>l bien público. Pero es lo<br />

singular que si por cada ciento que la han<br />

combatido hay uno que la <strong>de</strong>fienda, y á pesar<br />

<strong>de</strong> que la mayoría <strong>de</strong> los pueblos en masa<br />

pidieron siempre y pi<strong>de</strong>n hoy su abolición,<br />

ella sigue siendo, con diferentes nombres, la<br />

que se emplea y recauda con más facilidad.<br />

(1) Según Con<strong>de</strong>, parte segunda, capítulo XLI, en<br />

tiempo <strong>de</strong> los moros en España hubo impuestos sobre<br />

la venta y el consumo <strong>de</strong> todos los géneros alimenticios;<br />

impuesto que los pueblos soportaban con disgusto,<br />

por ser insoportables, y a<strong>de</strong>más contrarios á<br />

las leyes <strong>de</strong>l Profeta; el Corán.<br />

Des<strong>de</strong> el siglo xni que resucitaron los consumos<br />

con el nombre <strong>de</strong> acisas ó sisas, millones<br />

y cientos, rentas provinciales, <strong>de</strong>rrama, personal<br />

, prestación personal y hoy consumos, unas<br />

veces como contribución directa y otras como<br />

indirecta, que comprendieran en su pago á<br />

las clases que, por los medios <strong>de</strong> que disponen,<br />

no contribuyen por territorial, urbaua,<br />

industrial, etc., etc. El punto objetivo <strong>de</strong><br />

tales impuestos fué siempre, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la antigüedad<br />

más remota hasta nuestros días (1).<br />

que las clases pobres pagasen contribución<br />

con que ayudar á los gastos generales <strong>de</strong> la<br />

sociedad <strong>de</strong> que forman parte, y les proporciona<br />

la seguridad personal, enseñanza gratuita,<br />

alivio en sus enfermeda<strong>de</strong>s con los<br />

establecimientos <strong>de</strong> beneficencia, etc., etc.<br />

Según se ve, el impuesto hoy llamado <strong>de</strong><br />

consumos, que está comprendido en las contribuciones<br />

indirectas, ha sido alguna vez convertido<br />

é incluido en las directas. Largo sería,<br />

y ocuparíamos algunos tomos, si hubiésemos<br />

<strong>de</strong> relatar el origen <strong>de</strong> las variaciones y el<br />

poco suceso que con ellas se ha tenido. Algo<br />

diremos, para reasumir las diversas opiniones<br />

emitidas, en asunto <strong>de</strong> tanta importancia, en<br />

nuestro juicio. Aunque sea más caro y vejatorio<br />

cobrar el impuesto <strong>de</strong> consumos, lo cual<br />

aumenta la odiosidad contra él, siendo más<br />

fácil <strong>de</strong> hacer efectivo el pago por los contribuyentes<br />

en sus gastos diarios, lo que realizan<br />

al comprar las subsistencias, que pagar<br />

por trimestres al cobrador la cuota señalada<br />

al año, que pocas veces pue<strong>de</strong>n efectuar las<br />

clases jornaleras. Esta dificultad, que es general,<br />

sostiene el impuesto <strong>de</strong> consumos, cuyos<br />

gastos <strong>de</strong> administración y cobranza ascien<strong>de</strong>n<br />

á más <strong>de</strong> un 400 por 100 que los <strong>de</strong> los<br />

otros con que pue<strong>de</strong>n reemplazarse, si bien<br />

éstos no se realizan con igual facilidad que<br />

aquéllos.<br />

II. Entre los pocos que han escrito en<br />

favor <strong>de</strong> la contribución <strong>de</strong> consumos, se<br />

cuenta á M. Agault, que dice:

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