Sementera: 312 litros de grano - citaREA

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seutan como fortuitos, suelen no reproducirse
en los descendientes; mas cuaudo son propios
de familia ó de raza,- y por consiguiente
una repetición de los que distinguieron á una
larga serie de progenitores, puede afirmarse
como probable que continuarán repitiéndose
en los hijos y nietos.
En esto se funda la homogeneidad de la
razas definitivamente formadas; homogeneidad
tanto más consistente cuanto mayor sea
su antigüedad y más próximo sea el parentesco
de los reproductores.
Numerosos ejemplos tenemos de la constancia
con que se reproducen los caracteres de
raza ó familia adquiridos en una larga serie de
uniones consanguíneas, y de lo fortuito de la
aparición por herencia de los caracteres individuales.
El más notable es el que nos ofrece la
creación de la raza Mauchamp, según unos,
de la variedad merina de lana sedosa de Mauchamp,
según otros, cuya historia escribió
M. Ivart. En 1828 nació un cordero merino
con la lana sedosa. En 1829 cubrió ovejas de
lana ordinaria, de las cuales nacieron dos solos
ejemplares de lana sedosa. En 1831 hubo
cinco crías de lana sedosa de las ovejas cubiertas
por el citado morueco. En 1833 hubo ya
suficiente número de moruecos sedosos para
cubrir todo el rebaño. De la unión de estos
moruecos con sus hijas y hermanas sedosas no
dejó nunca de haber crías de la misma clase,
observándose: 1.°, que cuando un padre y madre
eran sedosos, lo mismo salían los hijos;
2.°, que cuando la madre no lo era, la
cría solía ser de lana ordinaria como ella. Lo
cual prueba el débil poder hereditario individual
para las cualidades accidentales, y,
por el contrario, el poder casi infalible de
la consanguinidad, como dice Sansón, para
propagarlas, porque hace la herencia necesariamente
bilateral.
Otro ejemplo del influjo de la consanguinidad
se presenta diariamente á nuestra vista.
Las uniones de próximo parentesco en línea
recta y colateral son comunes en nuestros rebaños
lanares, puesto que los moruecos se
echan entre ellos sin separar las madres ni
las hermanas. La raza manchega, v. gr., adquiere
la cabeza acarnerada, y de tal consistencia
es esta forma, que ha sido imposible á
los ganaderos que lo han procurado, darle la
recta, aun eligiendo los reproductores que la
tenían menos curva. Sólo con una constancia
de largos años se podrá lograr el resultado
apetecido.
Es digno de notarse, contra los adversarios
de las uniones consanguíneas, que ellas han
dado origen á las razas más famosas de todas
las especies. Con este sistema logró formar
Robert Backwel, según hemos ya dicho, la
célebre raza lanar Dishley, y la caballar de
pura sangre á la consanguinidad debe también
su excelencia. Todos saben que los famosos
caballos Elind-Childers, High-Plyer,
Old-Fox, Omar, Marike, Sweetbriar, Goldfinder,
Buckhunter, Chevalier de Saint-Geor­
ges , etc., nacieron de padres de parentesco
consanguíneo.
Los hermanos Colling crearon también la
raza vacuna Durham uniendo reproductores
de próximo parentesco. Los toros Hubback,
Bolingbrohe, Favourite, Comet y otros que
han dejado un recuerdo imperecedero, nacieron
de uniones consanguíneas en el más próximo
grado. Favourite fecundó seis generaciones
de descendientes suyas, hijas, nietas,
biznietas, tataranietas y con su propia
madre Fénix tuvo á Cometa.
En el Stud-book y en el Herd-book constan
las uniones consanguíneas de estas razas,
y como figuran en primera línea entre todas
las de su especie por su vigor, por su robustez,
por su potencia prolífica, es evidente
que la consanguinidad no ejerce un influjo
maléfico en la descendencia. A otras causas es
preciso atribuir los vicios y defectos con que
nacen algunos individuos de ellas.
No sólo existen hechos de esta naturaleza
en el extranjero; en España existen también
muchos, aunque no bien estudiados, que prueban
los buenos efectos de la consanguinidad,
dirigiéndose con tino las uniones sexuales. A
ella se deben las buenas cualidades y la fijeza
de caracteres de las sub-razas merinas llamadas
Negretti y Curiel, por ejemplo, y respecto
á la especie caballar es indudable que la
potencia hereditaria del caballo Esclavo ó
Soldado dependió de la pureza de su sangre,
y que á la cubrición constante, verificada por
él en sus hijas y después de sus hijas en sus
hermanas, hay que atribuir la excelencia tan
famosa y el sello característico de la ganadería
Zamorana de Jerez, que después tomó el
nombre de la Cartuja.
Esto parecerá natural considerando que la
herencia de familia realiza en el más alto grado
las principales condiciones de la ley de los
semejantes. El próximo parentesco desde un
cierto número de generaciones implica una
comunidad de mayor ó menor número de
cualidades, una semejanza física y fisiológica
siempre más notable que la que puede existir
entre individuos de origen distinto.. Sobre
todo cuando los reproductores descienden de
un mismo tronco, la ley de los semejantes se
realiza en todos sentidos, porque todas las
potencias hereditarias convergen á un fin único.
Entonces la herencia es segura respecto á
los atributos ó cualidades de la familia.
Así, pues, toda cualidad transmisible, buena
ó mala, que se manifiesta en un momento
dado en uno de los miembros de la familia, se
hace hereditaria si se reprodujo por la unión
consanguínea.
No sólo se advierte en la generación el influjo
paterno, sino también, y algunas veces
de un modo enérgico, el de los abuelos. Las
cualidades de éstos, transmitidas con tanta
mayor fuerza cuanto más pura es su raza, permanezcan
ó no ocultas en los hijos, existen
en ellos como depósito sagrado, que legan
invariablemente á sus productos. Esto es lo