Sementera: 312 litros de grano - citaREA

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tados. Por estos motivos se ha abandonado en
la práctica, considerándose hoy como un paliativo
ineficaz más bien que un verdadero
remedio.
Con el gusano de la Tinea sucede todo lo
contrario. Teniendo su morada en el fruto
exclusivamente, hay la ventaja de encontrarle
en seguida, y es posible, persiguiendo las
primeras larvas que se presentan en la época
de la florescencia, destruir el germen de las
futuras y más peligrosas generaciones. Para
lograr este objeto se ensayaron al principio
diversos medios; se cubrió de polvo el racimo
naciente, y se le aplicaron decocciones de
áloes, de tabaco y otras plantas con mezcla
de miel y hollín; pero todas estas tentativas
resultaron inútiles, habiendo enseñado la experiencia
que para acabar con este tenaz enemigo
no hay más remedio que aplastar su
cuerpo.
El naturalista Boisduval aconsejó ya este
procedimiento, y de su misma opinión fué el
Sr. Sánchez Comendador, cuando en 1873
acudimos á su ciencia para estudiar con fruto
este funesto azote. Dos años seguidos ensayamos
el sistema, persiguiendo las larvas de la
Cochylis dentro de las telarañas en que se esconden
durante la primera generación, y empleando
para ello las pinzas llamadas de impresor.
En cuanto á la segunda, combatimos
el insecto suprimiendo uno por uno todos los
granos del racimo en que habían penetrado,
recogiéndolos en canastos de mimbre y sumergiendo
estos recipientes en calderas de agua
hirviendo. La supresión de los granos invadidos
y de los que vaciara el insecto, dentro de
los cuales podía haberse transformado en crisálida,
se practicó siempre con los dedos; precaución
indispensable, pues era fácil que las
pinzas, tijeras ú otro instrumento punzante
perjudicase entonces á la parte del fruto sana
y libre del parásito.
El resultado fué muy satisfactorio, y podemos
afirmar que, aunque á costa de cuantiosos
sacrificios, logramos salvar nuestras cosechas.
Sin embargo, nos vimos en la necesidad
de renunciar á esta práctica cuando otros
viticultores se manifestaron dispuestos á imitarnos,
porque sabiendo por experiencia el
número extraordinario de brazos que exige la
operación, nos convencimos de que muy pronto
llegaría á hacerse imposible por falta de
operarios.
Todo lo que hemos expuesto hasta ahora
parece conducirnos á la triste conclusión de
que el mal carece realmente de remedio. No
es así por fortuna. Hay uuo de aplicación
fácil y sencillísima, si todos los viticultores
de las comarcas infestadas por la Cochylis se
decidiesen á emplearlo á la vez. Este medio
se reduce á anticipar la vendimia algunos días,
á fin de que los gusanos de la tercera generación
no puedan transformarse en crisálidas, y
mueran todos, absolutamente todos en los lagares,
desapareciendo así por completo los
gérmenes de la plaga.
He aquí el remedio radical, el único que
aconsejan ahora los ampelógrafos franceses, y
muy especialmente los profesores de la Escuela
de Agricultura de Montpeller.
Esta idea no hubiera sido practicable en
1873, porque los vinos más ó menos verdes
que ha de producir una vendimia anticipada,
no convenían á los mercados á que destinábamos
entonces el excedente de nuestras cosechas.
Las cosas han cambiado después profundamente.
Hoy nuestro primer mercado es
Francia, y allí esa clase de vinos, no sólo
no repugna, sino que hasta llega á obtener la
preferencia, con tal que el mosto, al tiempo
de verificarse la vendimia, tenga el grado suficiente
de dulce para no comprometer la buena
elaboración y conservación de los caldos.
Creemos sinceramente que este remedio
sería el único eficaz para cortar el mal de
raíz, librándonos para siempre de un azote
que tantos daños nos ha causado. Lo que sucede
ahora en la provincia de Tarragona fortifica
más y más nuestro convencimiento en
la materia. Allí los estragos de la Cochylis
han disminuido muchísimo de tres años á esta
parte. Acaso este cambio favorable se deba á
algún accidente atmosférico que ha pasado
desapercibido para todos. Posible es también
que en él haya influido más ó menos la intervención
misteriosa y providencial de alguno
de esos parásitos que atacan los insectos dañinos,
viven de su substancia y destruyen su
organismo. Pero aun sin acudir á esas hipótesis,
nos parece que el hecho tiene una explicación
muy natural y muy plausible.
En la aludida provincia se va generalizando
la costumbre de anticipar la vendimia desde
que los comerciantes franceses solicitan con
empeño y pagan á buenos precios los vinos
nuevos, para remontar y rejuvenecer los que
han quedado de la cosecha anterior; de suerte
que los caldos que se presentan en el mercado
hasta mediados de Octubre tienen el mérito
y alcanzan el favor de verdaderas primeurs.
Pues bien; á esta mudanza en las prácticas
del país puede atribuirse racionalmente, en
nuestro concepto, la mejoría considerable de
sus viñedos, porque las pequeñísimas larvas
escondidas en el interior de los granos del
racimo, cuando se lleva la cosechaá los lagares,
no tienen tiempo para transformarse y
perpetuar su raza en la siguiente primavera.
Y como el fenómeno ha coincidido exactamente
con la adopción de la nueva costumbre,
es lógico presumir que á ella se debe la atenuación
del mal.
Así, pues, estamos seguros de que existe
un medio infalible para destruir la Cochylis
ó reducirla á la impotencia. Este es el que
acabamos de exponer, y que podrán emplear
las demás regiones de España si tuvieran la
desgracia de ser invadidas.
De todos modos, en la actualidad se habla
ya poco de la Cochylis en el país á que aludimos,
por más que sea tan reciente la memoria
de sus devastaciones. Allí, como en el