Sementera: 312 litros de grano - citaREA

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CES — 106 — CES qüéctica; pero el síntoma esencial y patognomónico es la presencia de los cisticercos en las partes visibles, y sobre todo en la cara inferior y bordes de la lengua, y en el frenillo, en la conjuntiva y en los repliegues del ano. Los helmintos aparecen en tales puntos bajo la forma de vesículas prolongadas, fusiformes y aun ovoideas, del tamaño de un guisante ó de un cañamón, de aspecto translúcido y destacándose entre las partes vecinas. Oprimiendo tales quistes con el dedo, producen la sensación de vejigas elásticas incrustadas en la masa membranosa. Algunos industriales, para dar salida á las reses en el mercado, arrancan esas vesículas por medio de un alfiler ó punzón. En otras ocasiones el padecimiento no ha adquirido gran desarrollo al ser examinados los animales, y no se observan esos quistes ni se advierte enflaquecimiento en el atacado. A ese síntoma, cuando el mal ha adquirido proporciones, acompañan generalmente otros, como el enronquecimiento, la tos y ciertos resoplidos análogos á los que producen estos animales de que hablamos cuando pretenden huir; pero estos síntomas no son constantes, según hemos advertido, y aun es más raro ei ingurgitamiento de la garganta y de la región gutural. En no pocos casos se advierte una exagerada sensibilidad en el morro, por la molestia y dolor que en él produce la presencia de los cisticercos, y es creencia bastante generalizada que los cerdos leprosos no hozan. Cuando los cisticercos son en número muy crecido—dice un escritor—y cuando afectan á órganos importantes como el hígado, el pulmón y el corazón, producen cierto abatimiento y languidez, el animal se niega á andar y se deja coger por las patas sin oponer resistencia ni hacer esfuerzos para quedar libre. En tal estado es cuando se enronquece la voz, y cuando el animal se ve acometido con frecuencia por toses que ocasionan indudablemente la presencia de los cisticercos en la laringe; entonces aparecen las mucosas de color pálido, se cubren de petequias ó manchas de color rojo obscuro, y el hocico se pone dolorido y sensible , impidiendo al animal que hoce. Además, si la infección invade el cerebro, los pacientes presentan síntomas nerviosos, sufren vértigos y hacen movimientos rotatorios, sin separarse del lugar que ocupan. Si la dolencia dura mucho tiempo sin que sea sacrificado el animal , y ha adquirido las proporciones indicadas, el cerdo acaba por enflaquecer de una manera notable, presenta los síntomas de la caquexia, aparecen los edemas y la diarrea, y las encías sangran espontáneamente. Algunos han observado que es bastante frecuente la existencia de una eminencia característica entre los dos hombros, resultando un hundimiento más ó menos aparente del cuello; pero este carácter, así como la no adherencia de las cerdas, es bastante raro. De los efectos f]ue la lepra produce en el animal hemos hablado anteriormente. Lo dicho basta para comprender que todo diagnóstico es aventurado, si bien en la Edad Media y en los siglos sucesivos hasta el presente , los oficiales del rey llamados lenguadores, y los que libremente ejercen hoy ese oficio, no suelen equivocarse al anunciar la existencia del mal, cuando han registrado la lengua del cerdo. Respecto del pronóstico del padecimiento, baste declarar que generalmente se considera éste como incurable, si bien no falta quien sostenga que en los individuos robustos acaba muchas veces por morir el cisticerco á causa de la calcificación de las vesículas. También se hallan íntimamente relacionados los efectos de la lepra con el número de entozoarios, y con la edad y complexión del animal atacado. Entre los tratamientos que se empleaban contra la lepra en los tiempos en que ésta era más común que ahora, baste decir que unos eran ridículos, como ei apagar un tizón en el agua que habían de beber los cerdos, y otros irracionales, como la administración de sales de plomo, cobre, antimonio, mercurio, potasa, sosa, etc., ó de plantas aromáticas, quina, casca de uva y otras muchas. La extirpación de los cisticercos visibles por medio del epinglaje, más que remedio es un fraude para embaucar á los compradores, lo mismo que los gargarismos detersivos. Algunos han aconsejado en nuestros días el uso de la esencia de trementina, de preparaciones mercuriales y aun de la semilla de calabaza, por lo mismo que se recomienda ésta para la expulsión de la Tania solium. En resumen, no se conoce ningún tratamiento eficaz contra la lepra del cerdo, y lo único que puede esperarse es que los animales resistan y lleguen á curarse gracias á lo vigoroso de su temperamento. Como medida preventiva, lo mejor es criar en estabulación los cerdos, mantener las porquerizas muy aseadas, y evitar que aquéllos vayan á sitios donde corran el peligro de ingerir huevecillos de tenia. El solo inconveniente que presenta esta profilaxia es el de ser incompatible con las necesidades agrícolas de ciertas localidades. Hay todavía muchos países donde los puercos son y deben estar criados en los pastos de los pantanos, bosques, etc., y donde, por consiguiente, no se puede impedir que recojan los gérmenes de la enfermedad. Lo que es preciso hacer entonces es indicar á las poblaciones rurales el peligro que resulta de la diseminación de los excrementos humanos, y procurar que en las casas de campo y en los molinos donde se crían cerdos, se construyan fosas para recibir las materias fecales. Si se llega á generalizar esta medida de higiene y de salubridad, se verá desaparecer el cisticerco del puerco, y si al mismo tiempo se excluye de la alimentación humana la carne del cerdo leproso, no tardará en desaparecer la lombriz solitaria en el hombre. Los antiguos consideraban desagradable y demasiado húmeda la carne de cerdo, según observa Aristóteles; á los egipcios y judíos

CES — 107 — CES les estaba prohibido por precepto religiosoel comerla durante los meses de calor; Mahoma prohibió á sus adeptos en absoluto que hicieran uso de ella; en España solamente se permite la matanza desde Octubre áMayo; pero no se conocían los terribles efectos que produce en el hombre la deglución de carnes procedentes de cerdos leprosos, puesto que los libros de otras épocas no hacen alusión alguna á la existencia de tenias en los hombres que han comido la carne mencionada. En la actualidad no cabe duda alguna acerca de este punto, y es bien sabido que el cisticerco del cerdo se mantiene adherido al intestino del hombre, y origina la tenia y numerosos anillos sexuales de este parásito; de aquí que no se deban utilizar las carnes crudas ó incompletamente cocidas del cerdo leproso. En cambio se admite por muchos que la cocción á una temperatura de 80° centígrados, á la cual se coagula la albúmina, basta para acabar con la vitalidad de los cisticercos, siempre que el calor penetre toda la masa, lo que no siempre se consigue asando ó friendo las carnes. La ebullición prolongada es el medio más seguro. Para asegurarse más y más, aconsejan los individuos de la Academia de Agricultura de Turin que se sometan las carnes de cerdo leproso á una temperatura de 125 á 150°, empleando para conseguirlo marmitas ó aparatos especiales, particularmente tratándose de fundir la grasa. Dicho se está que para preparar un cerdo leproso sin exponerse á perjudicar la salud pública, es necesario practicar todas las operaciones bajo la inspección de un veterinario inteligente. El tocino de cerdo leproso es de conservación difícil; se descompone rápidamente, y se ha de cocer inmediatamente; pero aun cocido repugna, porque al ser masticado, los scolex endurecidos por el calor rechinan bajo los dientes. Eespecto de su acción en el estómago, difieren los autores y observadores notablemente, y son muchos los que le tienen por indigesto y citan casos en que ha provocado vómitos, diarreas y síncopes en todos los individuos de una familia que habían consumido carne ó tocino cargados de cisticercos. Sin aceptar tales exageraciones, la mayoría de los médicos convienen en que la carne de cerdo leproso es menos nutritiva y de más difícil digestión que la de cerdo sano, y por consiguiente, ha perdido una notable parte de su valor. Tania solium (lombriz solitaria).— Como Complemento de cuanto llevamos dicho del cisticerco del cerdo, parécenos oportuno exponer algunas observaciones acerca de los efectos que produce en los seres humanos la tania á que aquél da origen. Este huésped incómodo, que tantas veces se observa en el organismo humano, sobre todo desde que se ha generalizado el uso de carnes poco cocidas y el de carne cruda como tónico y medicinal, se ha venido denominando Tania solium ó solitaria, por creer que en cada persona invadida solamente se encontraba un individuo de ese helminto. En la actualidad, tal denominación resulta impropia, toda vez que Eudolph asegura haber encontrado cuatro tenias reunidas; Burth, seis; Monod, trece, y algún médico catorce, alojadas en el cuerpo de una mujer. Estos entozoarios residen generalmente en el intestino delgado del hombre; su presencia produce sensación de malestar; se experimenta un gran peso á consecuencia de ella; se determinan cólicos que desaparecen con la ingestión de alimentos, y aun á veces vértigos con accidentes convulsivos. En ocasiones aumenta de una manera considerable el apetito, y sin embargo, el paciente va enflaqueciendo á ojos vistos. Empero todas estas señales son insuficientes para formular un diagnóstico acerca de la existencia del parásito, cuando con ellas no concurren la expulsión de fragmentos de tenia por medio del vómito ó de la defecación. La lombriz solitaria es muy común en la Eu- ,ropa meridional, en Francia, en Alemania y en Inglaterra; en Abisinia reina endémicamente, por lo que todos los años hace uso la población del huso, siendo muy raro el que aparezca en Suiza, en Polonia y en Rusia, países que en compensación son visitados por otro parásito congénere, el botriocéfalo, cuya presencia en los intestinos no es menos molesta que la de la tenia. Uno y otro entozoario aparecen como una cinta achatada, estrecha y constituida por una serie de anillos ó articulaciones, más largos que anchos en la Tania solium, y más anchos que largos en el botriocéfalo , reunidos entre sí más ó menos sólidamente. El cuerpo, filiforme en la parte anterior, va ensanchándose insensiblemente desde adelante hacia atrás, para conservar indefinidamente, á partir de cierto punto, las mismas dimensiones. No se puede conocer con exactitud la longitud total de la tenia, porque estos entozoarios son expulsados por fragmentos sucesivos que además pueden provenir de individuos diferentes. Moquin-Taudon entiende que puede calcularse la longitud de la tenia en 4 ó 5 metros; Doeverces asegura haber observado una de 50 metros, y Eosenstein una de 100. La cabeza de estos vermes, un poco más gruesa que la de un alfiler, según hemos tenido ocasión de indicar, está constituida por una dilatación casi globosa ú ovoidal, con cuatro ventosas redondeadas y en cruz. En el centro de estas protuberancias es donde en realidad, rodeado de un borde, existe el aparato llamado chupador, á causa de la función que desempeña. Por medio de este chupador, y en virtud de la endosmosis, se efectúa la absorción de las materias que constituyen la alimentación del entozoario. En la extremidad anterior de la cabeza presenta éste una corona de uñas ó ganchos parecidos á los dientes caninos, movibles en el centro, saliendo también de aquélla una pequeña protuberancia semejante á una trompa rudimen-

CES — 107 — CES<br />

les estaba prohibido por precepto religiosoel<br />

comerla durante los meses <strong>de</strong> calor; Mahoma<br />

prohibió á sus a<strong>de</strong>ptos en absoluto que<br />

hicieran uso <strong>de</strong> ella; en España solamente se<br />

permite la matanza <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Octubre áMayo;<br />

pero no se conocían los terribles efectos que<br />

produce en el hombre la <strong>de</strong>glución <strong>de</strong> carnes<br />

proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> cerdos leprosos, puesto<br />

que los libros <strong>de</strong> otras épocas no hacen alusión<br />

alguna á la existencia <strong>de</strong> tenias en los<br />

hombres que han comido la carne mencionada.<br />

En la actualidad no cabe duda alguna<br />

acerca <strong>de</strong> este punto, y es bien sabido que el<br />

cisticerco <strong>de</strong>l cerdo se mantiene adherido al<br />

intestino <strong>de</strong>l hombre, y origina la tenia y numerosos<br />

anillos sexuales <strong>de</strong> este parásito; <strong>de</strong><br />

aquí que no se <strong>de</strong>ban utilizar las carnes crudas<br />

ó incompletamente cocidas <strong>de</strong>l cerdo leproso.<br />

En cambio se admite por muchos que la<br />

cocción á una temperatura <strong>de</strong> 80° centígrados,<br />

á la cual se coagula la albúmina, basta para<br />

acabar con la vitalidad <strong>de</strong> los cisticercos, siempre<br />

que el calor penetre toda la masa, lo que<br />

no siempre se consigue asando ó friendo las<br />

carnes. La ebullición prolongada es el medio<br />

más seguro. Para asegurarse más y más, aconsejan<br />

los individuos <strong>de</strong> la Aca<strong>de</strong>mia <strong>de</strong> Agricultura<br />

<strong>de</strong> Turin que se sometan las carnes<br />

<strong>de</strong> cerdo leproso á una temperatura <strong>de</strong> 125 á<br />

150°, empleando para conseguirlo marmitas<br />

ó aparatos especiales, particularmente tratándose<br />

<strong>de</strong> fundir la grasa. Dicho se está que<br />

para preparar un cerdo leproso sin exponerse<br />

á perjudicar la salud pública, es necesario<br />

practicar todas las operaciones bajo la inspección<br />

<strong>de</strong> un veterinario inteligente.<br />

El tocino <strong>de</strong> cerdo leproso es <strong>de</strong> conservación<br />

difícil; se <strong>de</strong>scompone rápidamente, y se<br />

ha <strong>de</strong> cocer inmediatamente; pero aun cocido<br />

repugna, porque al ser masticado, los scolex<br />

endurecidos por el calor rechinan bajo los dientes.<br />

Eespecto <strong>de</strong> su acción en el estómago, difieren<br />

los autores y observadores notablemente,<br />

y son muchos los que le tienen por<br />

indigesto y citan casos en que ha provocado<br />

vómitos, diarreas y síncopes en todos los individuos<br />

<strong>de</strong> una familia que habían consumido<br />

carne ó tocino cargados <strong>de</strong> cisticercos. Sin<br />

aceptar tales exageraciones, la mayoría <strong>de</strong> los<br />

médicos convienen en que la carne <strong>de</strong> cerdo<br />

leproso es menos nutritiva y <strong>de</strong> más difícil<br />

digestión que la <strong>de</strong> cerdo sano, y por consiguiente,<br />

ha perdido una notable parte <strong>de</strong> su<br />

valor.<br />

Tania solium (lombriz solitaria).— Como<br />

Complemento <strong>de</strong> cuanto llevamos dicho <strong>de</strong>l<br />

cisticerco <strong>de</strong>l cerdo, parécenos oportuno exponer<br />

algunas observaciones acerca <strong>de</strong> los<br />

efectos que produce en los seres humanos la<br />

tania á que aquél da origen. Este huésped incómodo,<br />

que tantas veces se observa en el organismo<br />

humano, sobre todo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que se ha<br />

generalizado el uso <strong>de</strong> carnes poco cocidas y el<br />

<strong>de</strong> carne cruda como tónico y medicinal, se ha<br />

venido <strong>de</strong>nominando Tania solium ó solitaria,<br />

por creer que en cada persona invadida solamente<br />

se encontraba un individuo <strong>de</strong> ese helminto.<br />

En la actualidad, tal <strong>de</strong>nominación<br />

resulta impropia, toda vez que Eudolph asegura<br />

haber encontrado cuatro tenias reunidas;<br />

Burth, seis; Monod, trece, y algún médico<br />

catorce, alojadas en el cuerpo <strong>de</strong> una mujer.<br />

Estos entozoarios resi<strong>de</strong>n generalmente en<br />

el intestino <strong>de</strong>lgado <strong>de</strong>l hombre; su presencia<br />

produce sensación <strong>de</strong> malestar; se experimenta<br />

un gran peso á consecuencia <strong>de</strong> ella; se <strong>de</strong>terminan<br />

cólicos que <strong>de</strong>saparecen con la ingestión<br />

<strong>de</strong> alimentos, y aun á veces vértigos<br />

con acci<strong>de</strong>ntes convulsivos. En ocasiones aumenta<br />

<strong>de</strong> una manera consi<strong>de</strong>rable el apetito,<br />

y sin embargo, el paciente va enflaqueciendo<br />

á ojos vistos. Empero todas estas señales son<br />

insuficientes para formular un diagnóstico<br />

acerca <strong>de</strong> la existencia <strong>de</strong>l parásito, cuando<br />

con ellas no concurren la expulsión <strong>de</strong> fragmentos<br />

<strong>de</strong> tenia por medio <strong>de</strong>l vómito ó <strong>de</strong> la<br />

<strong>de</strong>fecación.<br />

La lombriz solitaria es muy común en la Eu-<br />

,ropa meridional, en Francia, en Alemania y en<br />

Inglaterra; en Abisinia reina endémicamente,<br />

por lo que todos los años hace uso la población<br />

<strong>de</strong>l huso, siendo muy raro el que aparezca<br />

en Suiza, en Polonia y en Rusia, países<br />

que en compensación son visitados por otro<br />

parásito congénere, el botriocéfalo, cuya presencia<br />

en los intestinos no es menos molesta<br />

que la <strong>de</strong> la tenia. Uno y otro entozoario<br />

aparecen como una cinta achatada, estrecha y<br />

constituida por una serie <strong>de</strong> anillos ó articulaciones,<br />

más largos que anchos en la Tania<br />

solium, y más anchos que largos en el botriocéfalo<br />

, reunidos entre sí más ó menos sólidamente.<br />

El cuerpo, filiforme en la parte anterior,<br />

va ensanchándose insensiblemente <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

a<strong>de</strong>lante hacia atrás, para conservar in<strong>de</strong>finidamente,<br />

á partir <strong>de</strong> cierto punto, las mismas<br />

dimensiones. No se pue<strong>de</strong> conocer con exactitud<br />

la longitud total <strong>de</strong> la tenia, porque estos<br />

entozoarios son expulsados por fragmentos sucesivos<br />

que a<strong>de</strong>más pue<strong>de</strong>n provenir <strong>de</strong> individuos<br />

diferentes. Moquin-Taudon entien<strong>de</strong><br />

que pue<strong>de</strong> calcularse la longitud <strong>de</strong> la tenia<br />

en 4 ó 5 metros; Doeverces asegura haber observado<br />

una <strong>de</strong> 50 metros, y Eosenstein una<br />

<strong>de</strong> 100. La cabeza <strong>de</strong> estos vermes, un poco<br />

más gruesa que la <strong>de</strong> un alfiler, según hemos<br />

tenido ocasión <strong>de</strong> indicar, está constituida<br />

por una dilatación casi globosa ú ovoidal, con<br />

cuatro ventosas redon<strong>de</strong>adas y en cruz. En el<br />

centro <strong>de</strong> estas protuberancias es don<strong>de</strong> en<br />

realidad, ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> un bor<strong>de</strong>, existe el aparato<br />

llamado chupador, á causa <strong>de</strong> la función<br />

que <strong>de</strong>sempeña. Por medio <strong>de</strong> este chupador,<br />

y en virtud <strong>de</strong> la endosmosis, se efectúa la<br />

absorción <strong>de</strong> las materias que constituyen la<br />

alimentación <strong>de</strong>l entozoario. En la extremidad<br />

anterior <strong>de</strong> la cabeza presenta éste una<br />

corona <strong>de</strong> uñas ó ganchos parecidos á los<br />

dientes caninos, movibles en el centro, saliendo<br />

también <strong>de</strong> aquélla una pequeña protuberancia<br />

semejante á una trompa rudimen-

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