Sementera: 312 litros de grano - citaREA

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CES — 104 — CES la invasión existe, 7 se puede advertir el reblandecimiento de las carnes por el líquido albuminoso que fluye de los cisticercos partidos por el bisturí. La caquexia hidatiginosa de los cerdos tiene un curso lento, y puede permanecer estacionaria muchos meses, y aun durante un período de dos y más años. Acerca de la etiología del padecimiento, los antiguos no supieron y aun tal vez no intentaron saber nada, limitándose á describirla, siquiera fuese con la precisión con que la describe Aristóteles. Casi en nuestros días, Goeze, y posteriormente Dupuy, ya se aventuraron á señalar algunas causas del padecimiento , y considerando predispuestos los cerdos á contraerle en la edad de seis meses á dos años, consideraron como causa ocasional ordinaria el exceso de humedad ó de sequedad de la atmósfera y de las habitaciones de los cerdos. A la influencia de los sitios bajos y pantanosos, á la falta de ejercicio y de aire puro, al exceso de calor y de sequedad y á la falta de aseo atribuía Hurtrell d'Arboval perturbaciones capaces de determinar la formación de cisticercos. El empleo de la bellota era también á su juicio causa determinante de la enfermedad, sin llegar á descubrir que no la bellota, sino la ingestión de los huevecilios de la tenia, depositados en los campos, es la causa de que se desarrolle el cisticerco, así como también la ingestión de proglotis que suministra una cantidad considerable de huevos. Van Beneden, que hizo curiosas y concienzudas observaciones, pudo examinar cómo se desenvolvían los embriones en los óvulos de helmintos sacados de preparaciones anatómicas conservadas en alcohol durante muchos años. Durante doce meses conservó Verloren huevos en los cuales se desarrollaron los embriones á los quince días, no obstante haber estado expuestos aquéllos á los rigores del invierno y á los calores del estío. De aquí se deduce que los huevos de las tenias se conservan y difunden por doquier por medio de los estiércoles, y que no hay por qué maravillarse de que adquieran la lepra los cerdos que salen á pastar por los campos cultivados ó no. De todas maneras, es de advertir que contraen mucho más fácilmente la enfermedad los cerdos que se hallan predispuestos á ella por haber padecido otras, por hallarse muy débiles á causa de su poca ó de su mucha edad, y por tener un temperamento linfático. En los individuos adultos, robustos y sanguíneos abortan los gérmenes, por el contrario, con bastante frecuencia. En este caso se com 7 prueba la observación general que consignara James Copland en el Diccionario práctico médico. Al decir de ese escritor, «siempre que la energía vital del cuerpo humano está disminuida por la enfermedad, la inanición y el anonadamiento, está expuesto á la invasión de los parásitos que le son peculiares, y estos parásitos se desenvuelven y multiplican con una rapidez proporcionada á la disminución de la fuerza vital». La enfermedad, que no se suele desarrollar en los lechones por la sencilla razón de que éstos no ingieren huevecillos con la leche, adquiere rápido vuelo si se les administran los gérmenes de una manera artificial, siendo por lo tanto esa edad la .más adecuada para la evolución del cisticerco, contra lo que opinaron Goeze y Dupuy. También se atribuye generalmente gran influencia á la raza, ó por mejor decir, especial predisposición á algunas de ellas. En el matadero de la Villete (París) se ha podido observar que padecen con más frecuencia que otros la lepra los cerdos de la casta lemosina, y que el padecimiento es casi desconocido entre las razas inglesas, si bien no deben extremarse las deducciones, olvidando el sistema adoptado para la alimentación y cebo de los animales. Si los cerdos de razas inglesas ó de,sus cruzamientos, y todos los que son mejorados, son rara vez leprosos, se debe á que son criados en las porquerizas donde la causa indispensable de la enfermedad no se encuentra. En cuanto á la inmunidad absoluta, no existe en ninguna raza, ni aun en los jabalíes, á pesar de que se había creído lo contrario durante mucho tiempo, y á pesar de que es innegable que gozan de un vigor extraordinario y que viven alejados de las moradas del hombre. Niemann y Dupuy encontraron cisticercos en jabatos de leche. Es, pues, indudable que los puercos ingieren los huevos ó las larvas del parásito comiendo los excrementos del hombre que contienen la Tcenia solium, hozando en los estercoleros, los fangos y los pantanos. De aquí que con el aseo de las pocilgas, con la abstención de enviar los cerdos á la montanera, haya disminuido notablemente la extensión y frecuencia del padecimiento. Respecto á la manera de verificarse la invasión, hay alguna divergencia en los escritores. Generalmente se admite que los huevos, una vez introducidos en el canal digestivo, se abren rápidamente antes de pasar de la boca y de la faringe, y que los embriones penetran directamente por la mucosa en los músculos subyacentes. Esta suposición no ha sido comprobada por la experiencia, es decir, que ningún observador ha conseguido sorpreuder todavía los embriones á su paso. Lo único que ha podido averiguarse es que los cisticercos de la lepra se presentan ordinariamente debajo de la lengua y entre los músculos que rodean la garganta en un principio, invaden más tarde el cuello y atacan después los tejidos de las espaldas y de las paredes torácicas, mientras que rara vez se presentan en las masas musculares del tercio posterior, y de presentarse, únicamente lo hacen cuando la lesión está muy generalizada. Si la infección, observa un publicista, se verificase exclusivamente por el intestino y por las vías naturales de la absorción, en las cuales hubieran penetrado los parásitos para ser transportados á toda la economía, no se

CES — 105 — CES explicaría cómo y por qué se proyectan más pronto y en mayor numero hacia las regiones anteriores. De aquí que se considere acertada la opinión de los que entienden que verifican una perforación directa de las mucosas sobre el sitio mismo en que han nacido, progresando á través de los tejidos, gracias á la armadura de ganchos de que se hallan provistos desde un principio. Tampoco se debe negar, aun cuando no se haya demostrado experimentalmente, que algunos gérmenes van transportados por los movimientos de la circulación de la sangre, puesto que si respecto de la Tmnia solium no, respecto de otras especies está demostrado el hecho. No hay razón que no sea posible respecto de la Tarnia solium, lo que han acreditado los experimentos de Küchenmeister respecto de la Tcenia serrata. M. Delpech ha emitido la hipótesis de que alguna vez podrán llegar al estómago los óvulos cerrados para disolverse en este aparato las envolturas que los encierran, y penetrar las larvas en los intestinos, dirigiéndose desde éstos á las masas musculares y diseminándose por doquier. Esta hipótesis es tanto más verosímil, cuanto que en algunos casos se ha observado que no existían cisticercos en la región lingual. De todos modos, lo indudable es que estos parásitos, ó más bien sus gérmenes, se desenvuelven con rapidez suma y á veces en el espacio de veinticuatro horas. Una vez instalados los embriones en los músculos, se detienen allí y permanecen eu el mismo sitio hasta que muere natural ó artificialmente el individuo. A este propósito se formula la interesante cuestión de averiguar si los cisticercos superan ó no en número al de los embriones ingeridos, y de consiguiente si pueden ó no multiplicarse por una generación agamia ó gemmípara con el fin de proseguir la'invasión alas diferentes masas musculares. Los naturalistas no han conseguido todavía resolver de una manera definitiva este problema, y de aquí lo encontrado de las hipótesis aceptadas, no debiendo olvidarse en ningún caso que es más razouable el pensar que las nodrizas del To3?iia solium pueden dar origen á individuos múltiples, como las otras especies del género. Entre las causas de la cisticercosis porcina se han señalado también la herencia y el contagio. La primera, reconocida como tal desde el principio de este siglo, no ofrece ya duda alguna después de las experiencias hechas por Ilervieu, haciendo cubrir por un verraco sano una hembra leprosa. Toggia, á su vez, descubrió cisticercos en un jabato de doce días; sin embargo, no todos consideran la interpretación dada á estos hechos como irrefutable, puesto que nadie podrá asegurar que los lechoncillos ó jabatos infestados no hayan comido substancias extrañas que pudieran contener óvulos del cisticerco. De todas maneras, resulta que las explicaciones dadas para exponer como se puede transmitir por herencia la cisticercosis, no son satisfactorias de todo punto. M. Lafosse entiende que los proscolex, por ser esencialmente microscópicos, pueden hallarse ya en los óvulos al verificarse la fecundación, si es la hembra la que los ha deglutido antes de la cópula. Pero teniendo en cuenta que los embriones de la tenia crecen con extraordinaria rapidez, fuera censurable aceptar como irrebatibles esas indicaciones. Más razonable sería el suponer que los proscolex penetran en los fetos durante la vida mtra-uterina. Eespecto de la herencia paterna, hemos de advertir que no se halla establecida por ningún hecho ó experiencia hasta el presente, y que la generalidad de los inteligentes rechazan la opinión de M. Lafosse, en sentir del cual pudieran hallarse los proscolex eu el esperma del macho. De aquí que en realidad sólo deba considerarse como hereditaria la predisposición común á todas las enfermedades parasitai'ias, esto es, el temperamento débil y linfático que favorece su desarrollo. También se ha hablado de contagio en diferentes épocas; pero en la actualidad, y después de experimentos practicados con detenimiento é inteligencia, no se cree ya en tal peligro. Los verracos sanos que cubren hembras leprosas no se hallan expuestos á él, según se ha comprobado repetidas veces; lo que puede ocurrir es que los cerdos cuya vida sea común, encuentren en los mismos sitios los proglótides de la tenia y se hallen predispuestos á padecerla. Si los huevos, una vez ingeridos en el estómago, fueran expulsados con facilidad, podría creerse en una especie de contaminación, pero hasta el presente nadie ha advertido incidencias que acrediten esa suposición aventurada. En resumen, como hace observar el señor Martínez de Anguiano, resulta: 1.° Que la condición necesaria sine qua non del desenvolvimiento de la cisticercosis es la ingestión por el puerco de los huevos de la Tamia solium. 2.° Que esta condición, siempre indispensable, puede exigir, para ser efectiva, el ser secundada por una predisposición resultante de uua debilidad, más ó menos acentuada, en el organismo. 3.° Que la enfermedad puede ser transmitida de la madre á los fetos. 4.° Que las demás causas invocadas como origen del mal no tienen influencia efectiva. Aun cuando eu las consideraciones generales que acerca de la lepra hemos trazado, indicamos ya algunos de los inciertos síntomas que anuncian, aunque no de una manera indudable,.la existencia del padecimiento, no nos parece fuera de lugar el insistir acerca de la sintomatología, para que se pongan en guardia los criadores y adopten las precauciones consiguientes; no sin advertir que varían en sumo grado las descripciones que se han hecho de la lepra, y que á veces se contradicen de una manera palmaria. Desde luego se puede establecer que muchos de los cerdos leprosos presentan una constitución ca- Drc.—IV. 8

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explicaría cómo y por qué se proyectan más<br />

pronto y en mayor numero hacia las regiones<br />

anteriores. De aquí que se consi<strong>de</strong>re acertada<br />

la opinión <strong>de</strong> los que entien<strong>de</strong>n que verifican<br />

una perforación directa <strong>de</strong> las mucosas sobre<br />

el sitio mismo en que han nacido, progresando<br />

á través <strong>de</strong> los tejidos, gracias á la armadura<br />

<strong>de</strong> ganchos <strong>de</strong> que se hallan provistos<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> un principio. Tampoco se <strong>de</strong>be negar,<br />

aun cuando no se haya <strong>de</strong>mostrado experimentalmente,<br />

que algunos gérmenes van transportados<br />

por los movimientos <strong>de</strong> la circulación<br />

<strong>de</strong> la sangre, puesto que si respecto <strong>de</strong><br />

la Tmnia solium no, respecto <strong>de</strong> otras especies<br />

está <strong>de</strong>mostrado el hecho. No hay razón que<br />

no sea posible respecto <strong>de</strong> la Tarnia solium, lo<br />

que han acreditado los experimentos <strong>de</strong> Küchenmeister<br />

respecto <strong>de</strong> la Tcenia serrata.<br />

M. Delpech ha emitido la hipótesis <strong>de</strong> que<br />

alguna vez podrán llegar al estómago los óvulos<br />

cerrados para disolverse en este aparato<br />

las envolturas que los encierran, y penetrar<br />

las larvas en los intestinos, dirigiéndose <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

éstos á las masas musculares y diseminándose<br />

por doquier. Esta hipótesis es tanto más verosímil,<br />

cuanto que en algunos casos se ha<br />

observado que no existían cisticercos en la<br />

región lingual. De todos modos, lo indudable<br />

es que estos parásitos, ó más bien sus gérmenes,<br />

se <strong>de</strong>senvuelven con rapi<strong>de</strong>z suma y á<br />

veces en el espacio <strong>de</strong> veinticuatro horas.<br />

Una vez instalados los embriones en los<br />

músculos, se <strong>de</strong>tienen allí y permanecen eu el<br />

mismo sitio hasta que muere natural ó artificialmente<br />

el individuo. A este propósito se<br />

formula la interesante cuestión <strong>de</strong> averiguar<br />

si los cisticercos superan ó no en número al<br />

<strong>de</strong> los embriones ingeridos, y <strong>de</strong> consiguiente<br />

si pue<strong>de</strong>n ó no multiplicarse por una generación<br />

agamia ó gemmípara con el fin <strong>de</strong> proseguir<br />

la'invasión alas diferentes masas musculares.<br />

Los naturalistas no han conseguido todavía<br />

resolver <strong>de</strong> una manera <strong>de</strong>finitiva este<br />

problema, y <strong>de</strong> aquí lo encontrado <strong>de</strong> las hipótesis<br />

aceptadas, no <strong>de</strong>biendo olvidarse en<br />

ningún caso que es más razouable el pensar<br />

que las nodrizas <strong>de</strong>l To3?iia solium pue<strong>de</strong>n dar<br />

origen á individuos múltiples, como las otras<br />

especies <strong>de</strong>l género.<br />

Entre las causas <strong>de</strong> la cisticercosis porcina<br />

se han señalado también la herencia y el contagio.<br />

La primera, reconocida como tal <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

el principio <strong>de</strong> este siglo, no ofrece ya duda<br />

alguna <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> las experiencias hechas por<br />

Ilervieu, haciendo cubrir por un verraco sano<br />

una hembra leprosa. Toggia, á su vez, <strong>de</strong>scubrió<br />

cisticercos en un jabato <strong>de</strong> doce días;<br />

sin embargo, no todos consi<strong>de</strong>ran la interpretación<br />

dada á estos hechos como irrefutable,<br />

puesto que nadie podrá asegurar que<br />

los lechoncillos ó jabatos infestados no hayan<br />

comido substancias extrañas que pudieran<br />

contener óvulos <strong>de</strong>l cisticerco. De todas maneras,<br />

resulta que las explicaciones dadas para<br />

exponer como se pue<strong>de</strong> transmitir por herencia<br />

la cisticercosis, no son satisfactorias <strong>de</strong><br />

todo punto. M. Lafosse entien<strong>de</strong> que los proscolex,<br />

por ser esencialmente microscópicos,<br />

pue<strong>de</strong>n hallarse ya en los óvulos al verificarse<br />

la fecundación, si es la hembra la que los ha<br />

<strong>de</strong>glutido antes <strong>de</strong> la cópula. Pero teniendo en<br />

cuenta que los embriones <strong>de</strong> la tenia crecen<br />

con extraordinaria rapi<strong>de</strong>z, fuera censurable<br />

aceptar como irrebatibles esas indicaciones.<br />

Más razonable sería el suponer que los proscolex<br />

penetran en los fetos durante la vida<br />

mtra-uterina. Eespecto <strong>de</strong> la herencia paterna,<br />

hemos <strong>de</strong> advertir que no se halla establecida<br />

por ningún hecho ó experiencia hasta<br />

el presente, y que la generalidad <strong>de</strong> los inteligentes<br />

rechazan la opinión <strong>de</strong> M. Lafosse, en<br />

sentir <strong>de</strong>l cual pudieran hallarse los proscolex<br />

eu el esperma <strong>de</strong>l macho.<br />

De aquí que en realidad sólo <strong>de</strong>ba consi<strong>de</strong>rarse<br />

como hereditaria la predisposición común<br />

á todas las enfermeda<strong>de</strong>s parasitai'ias,<br />

esto es, el temperamento débil y linfático que<br />

favorece su <strong>de</strong>sarrollo. También se ha hablado<br />

<strong>de</strong> contagio en diferentes épocas; pero en<br />

la actualidad, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> experimentos practicados<br />

con <strong>de</strong>tenimiento é inteligencia, no se<br />

cree ya en tal peligro. Los verracos sanos que<br />

cubren hembras leprosas no se hallan expuestos<br />

á él, según se ha comprobado repetidas<br />

veces; lo que pue<strong>de</strong> ocurrir es que los cerdos<br />

cuya vida sea común, encuentren en los mismos<br />

sitios los proglóti<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la tenia y se hallen<br />

predispuestos á pa<strong>de</strong>cerla. Si los huevos,<br />

una vez ingeridos en el estómago, fueran expulsados<br />

con facilidad, podría creerse en una<br />

especie <strong>de</strong> contaminación, pero hasta el presente<br />

nadie ha advertido inci<strong>de</strong>ncias que acrediten<br />

esa suposición aventurada.<br />

En resumen, como hace observar el señor<br />

Martínez <strong>de</strong> Anguiano, resulta:<br />

1.° Que la condición necesaria sine qua<br />

non <strong>de</strong>l <strong>de</strong>senvolvimiento <strong>de</strong> la cisticercosis<br />

es la ingestión por el puerco <strong>de</strong> los huevos <strong>de</strong><br />

la Tamia solium.<br />

2.° Que esta condición, siempre indispensable,<br />

pue<strong>de</strong> exigir, para ser efectiva, el ser<br />

secundada por una predisposición resultante<br />

<strong>de</strong> uua <strong>de</strong>bilidad, más ó menos acentuada, en<br />

el organismo.<br />

3.° Que la enfermedad pue<strong>de</strong> ser transmitida<br />

<strong>de</strong> la madre á los fetos.<br />

4.° Que las <strong>de</strong>más causas invocadas como<br />

origen <strong>de</strong>l mal no tienen influencia efectiva.<br />

Aun cuando eu las consi<strong>de</strong>raciones generales<br />

que acerca <strong>de</strong> la lepra hemos trazado, indicamos<br />

ya algunos <strong>de</strong> los inciertos síntomas<br />

que anuncian, aunque no <strong>de</strong> una manera indudable,.la<br />

existencia <strong>de</strong>l pa<strong>de</strong>cimiento, no<br />

nos parece fuera <strong>de</strong> lugar el insistir acerca <strong>de</strong><br />

la sintomatología, para que se pongan en<br />

guardia los criadores y adopten las precauciones<br />

consiguientes; no sin advertir que varían<br />

en sumo grado las <strong>de</strong>scripciones que se<br />

han hecho <strong>de</strong> la lepra, y que á veces se contradicen<br />

<strong>de</strong> una manera palmaria. Des<strong>de</strong> luego<br />

se pue<strong>de</strong> establecer que muchos <strong>de</strong> los<br />

cerdos leprosos presentan una constitución ca-<br />

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