Una rosa en invierno 01/3»/ - Autoras en la sombra
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<strong>Una</strong> <strong>rosa</strong> <strong>en</strong> <strong>invierno</strong> <strong>01</strong>/3ª/ 3/3/08 16:29 Página 35<br />
chacha—. Mortificarme <strong>en</strong> aras del orgullo sería una absoluta estupidez.<br />
—¡Fuera! —La pa<strong>la</strong>bra escapó de sus <strong>la</strong>bios con furia mi<strong>en</strong>tras<br />
alzaba el brazo <strong>en</strong> dirección a <strong>la</strong> puerta.<br />
Christopher realizó una breve y burlona rever<strong>en</strong>cia y se acercó<br />
al gancho donde estaba colgado su gabán mi<strong>en</strong>tras Avery agarraba<br />
a su hija del brazo y <strong>la</strong> empujaba hacia el salón.<br />
—¿Cómo se te ocurre? —siseó el alcalde <strong>en</strong> furioso reproche—.<br />
Arriesgo <strong>la</strong> salud con semejante temporal para traerte a tu prometido,<br />
y al regresar te <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro <strong>en</strong> brazos de ese canal<strong>la</strong>…<br />
—Si<strong>la</strong>s Chambers no es mi prometido —lo corrigió Eri<strong>en</strong>ne con<br />
un susurro apremiante—. No es más que otro de los hombres a los<br />
que has traído para que me examine, como si yo fuera una yegua <strong>en</strong><br />
v<strong>en</strong>ta. ¡Y no estaba <strong>en</strong> brazos de nadie! Lo que ocurre es que tropecé<br />
y Si<strong>la</strong>s…, el señor Seton, me sujetó.<br />
—¡Vi muy bi<strong>en</strong> lo que int<strong>en</strong>taba ese desgraciado! ¡No te quitaba<br />
<strong>la</strong>s manos de <strong>en</strong>cima!<br />
—Padre, por favor, baja <strong>la</strong> voz —le suplicó—. No es lo que<br />
crees.<br />
Al ver que <strong>la</strong> discusión se prolongaba y que Avery alzaba <strong>la</strong> voz<br />
cada vez más, Si<strong>la</strong>s Chambers retorció su tricornio con indecisión.<br />
Al borde del pánico, el esmirriado hombrecillo de rostro y pelo c<strong>la</strong>ro<br />
no dejaba de mirar de reojo hacia el salón.<br />
—Creo que esto durará un bu<strong>en</strong> rato —dec<strong>la</strong>ró Christopher al<br />
tiempo que se ponía el gabán. Cuando Si<strong>la</strong>s miró <strong>en</strong> su dirección,<br />
señaló con <strong>la</strong> cabeza a <strong>la</strong>s dos personas que se <strong>en</strong>contraban <strong>en</strong> <strong>la</strong><br />
sa<strong>la</strong>—. Quizá un trago de ron le ayude a as<strong>en</strong>tar el estómago. O tal<br />
vez quiera acompañarme a comer algo <strong>en</strong> <strong>la</strong> posada. Puede regresar<br />
más tarde, si lo desea.<br />
—Bu<strong>en</strong>o… esto… Creo que… —Si<strong>la</strong>s abrió los ojos como p<strong>la</strong>tos<br />
al escuchar un grito proced<strong>en</strong>te del salón y se apresuró a tomar<br />
una decisión—. Creo que aceptaré su ofrecimi<strong>en</strong>to, señor. Gracias.<br />
—Sacudió con fuerza su tricornio, agradecido de t<strong>en</strong>er una excusa<br />
para marcharse de aquel lugar.<br />
Tras ocultar su sonrisa, Christopher abrió <strong>la</strong> puerta y permitió<br />
que el hombre lo precediera. Al s<strong>en</strong>tir el gélido mordisco del vi<strong>en</strong>to<br />
y <strong>la</strong> fuerte lluvia, Si<strong>la</strong>s se estremeció y se subió a toda prisa el cue-<br />
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