Una rosa en invierno 01/3»/ - Autoras en la sombra
Una rosa en invierno 01/3»/ - Autoras en la sombra
Una rosa en invierno 01/3»/ - Autoras en la sombra
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
<strong>Una</strong> <strong>rosa</strong> <strong>en</strong> <strong>invierno</strong> <strong>01</strong>/3ª/ 3/3/08 16:29 Página 18<br />
b<strong>la</strong>nte del juez al ver que su rival seguía sacudi<strong>en</strong>do el pañuelo b<strong>la</strong>nco<br />
con <strong>la</strong> mano alzada. Esa imag<strong>en</strong> había quedado grabada a fuego<br />
<strong>en</strong> su m<strong>en</strong>te. No obstante, <strong>en</strong> aquel mom<strong>en</strong>to se había s<strong>en</strong>tido embargado<br />
por una extraña mezc<strong>la</strong> de horror y regocijo al ver que su<br />
opon<strong>en</strong>te se tambaleaba hacia atrás con una mano apretada contra<br />
el hombro. La sangre no había tardado <strong>en</strong> derramarse <strong>en</strong>tre los dedos<br />
de Seton, y Farrell había aguardado inmóvil a que su <strong>en</strong>emigo<br />
se desplomara <strong>en</strong> el suelo. En lugar de eso, el hombre recuperó el<br />
equilibrio, y <strong>la</strong> alegría que había invadido a Farrell mom<strong>en</strong>tos antes<br />
fue barrida por una o<strong>la</strong> de sudor frío. Compr<strong>en</strong>dió lo imprud<strong>en</strong>te<br />
que había sido al disparar antes de <strong>la</strong> señal cuando Seton levantó<br />
el arma con l<strong>en</strong>titud y apuntó el cañón hacia su pecho.<br />
—Desafiaste a un hombre con mucha más experi<strong>en</strong>cia que tú, y<br />
todo por una partida de cartas —lo regañó Eri<strong>en</strong>ne.<br />
El zumbido que resonaba <strong>en</strong> sus oídos impidió que escuchara<br />
<strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras de su hermana. Paralizado por <strong>la</strong> esc<strong>en</strong>a que se desarrol<strong>la</strong>ba<br />
l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> su cabeza, lo único que veía era el <strong>la</strong>rgo cañón<br />
que lo había am<strong>en</strong>azado aquel<strong>la</strong> mañana al alba; lo único que oía era<br />
el atronador sonido de los <strong>la</strong>tidos de su corazón, y lo único que s<strong>en</strong>tía<br />
era el desgarrador miedo que lo seguía atorm<strong>en</strong>tando siempre<br />
que no estaba dormido. La fría mañana del duelo le escocían los<br />
ojos a causa del sudor, pero estaba demasiado asustado para parpadear<br />
siquiera, y temía que el más mínimo movimi<strong>en</strong>to pudiera<br />
acarrearle un disparo mortal. El pánico lo desbordaba. Con un grito<br />
de rabia y frustración, había alzado <strong>la</strong> mano para arrojar el arma<br />
descargada hacia su adversario, pero <strong>la</strong> mira de <strong>la</strong> otra pisto<strong>la</strong> ya se<br />
había levantado hacia un punto por <strong>en</strong>cima de su cabeza.<br />
El sonido de una nueva explosión desgarró el sil<strong>en</strong>cio del amanecer,<br />
lo <strong>en</strong>terró bajo una ava<strong>la</strong>ncha de ecos, y su grito de rabia se<br />
transformó <strong>en</strong> un a<strong>la</strong>rido de agonía. Un desgarrador impacto le recorrió<br />
el brazo y un dolor insoportable se ext<strong>en</strong>dió hasta su cerebro.<br />
Antes de que <strong>la</strong> nube de humo se desvaneciera, Farrell se había<br />
desplomado sobre el gélido suelo cubierto de rocío y se retorcía <strong>en</strong>tre<br />
<strong>la</strong>m<strong>en</strong>tos de agonía y derrota. <strong>Una</strong> figura alta y esbelta se situó<br />
justo detrás del cirujano que, arrodil<strong>la</strong>do, se ocupaba de su brazo.<br />
A través de <strong>la</strong> neblina de dolor reconoció <strong>la</strong> silueta de su torturador<br />
18