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Soledad y El combate de la tapera

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SOLEDAD<br />

Era el camino seguido el mismo que en otro<br />

tiempo emprendió con el cadáver <strong>de</strong> <strong>la</strong> bruja a<br />

cuestas; <strong>de</strong> aquel<strong>la</strong> bru¡a que él parecía tener motivos<br />

para amar hasta más allá <strong>de</strong> <strong>la</strong> tumba.<br />

Anduvo <strong>la</strong>rgo trecho. Entró al potril oscuro.<br />

Se apeó <strong>de</strong> pronto, arregló el recado con mano<br />

convulsiva, y romp1ó a llorar. Después alzó crispado<br />

el puño, COnJurÓ a gran<strong>de</strong>s voces <strong>la</strong> sombra <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

bruja, y tirándose al suelo boca abajo se mantuvo en<br />

esa posiCión un gran rato, cual si buscase escon<strong>de</strong>r<br />

su semb<strong>la</strong>nte <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> tierra.<br />

Entre sus gem1dos lúgubres pronuncmba <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra<br />

mama, con una especie <strong>de</strong> unc1ón casi religiosa.<br />

<strong>El</strong> cadáver apretado entre leños parecía constituir<br />

su embeleso, pues atraía con frecuencia sus miradas.<br />

Desvariaba con el «daño»; con los pájaros negros<br />

que había vtsto en el lomo <strong>de</strong> un ammal enfermo;<br />

con el ñacurutú que servía <strong>de</strong> imagmaria al<br />

féretro colgante.<br />

En ese estado, sus miembros se estremecían,<br />

hundía el rostro en el suelo, hacían trémulos sus<br />

espue<strong>la</strong>s.<br />

Conciliado el sueño, a <strong>la</strong>s dos horas se <strong>de</strong>spertó<br />

sobresaltado con los OJOS extrav!ados y <strong>la</strong> cabellera<br />

revuelta. Miraba a todos <strong>la</strong>dos con cierto azoramiento.<br />

D1ó algunos pasos temb<strong>la</strong>ndo, con <strong>la</strong>s manos extendidas.<br />

Sin duda en sueños, por su lffiaginactón ofuscada<br />

cruzó un fantasma sangriento enseñando anchas<br />

heridas a través <strong>de</strong> sus harapos; fantasma que huía<br />

perseguido por una banda <strong>de</strong> perros faméhcos, veloces<br />

monstruos <strong>de</strong> erizados pelos y agudos colmillos.<br />

Pasándose una mano por los o jos -sacó a medias<br />

<strong>la</strong> daga <strong>de</strong> <strong>la</strong> vaina, observó a una y otra parte con<br />

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