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Soledad y El combate de la tapera

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SOLEDAD<br />

Asf pasaron horas.<br />

Declinaba el día, cuando don Brigido vino a <strong>la</strong><br />

enramada <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una vuelta por el campo.<br />

Al apearse, con una mirada <strong>de</strong> buitre dominó<br />

el conjunto y hasta los <strong>de</strong>talles; y echando <strong>la</strong> manea<br />

a su pangaré, gritó con gran ronquera:<br />

-Hay un peón <strong>de</strong> más ahf! . . . .tlse que se<br />

escon<strong>de</strong> con el capacho y se amorra <strong>de</strong> puro gusto.<br />

No lo preciso, don Sandalia, y <strong>de</strong>spfdalo ahora<br />

mismo!<br />

<strong>El</strong> capataz qmso balbucear alguna excusa, rascándose<br />

<strong>la</strong> cororul<strong>la</strong> con una mano y con <strong>la</strong> otra<br />

enea jándose un cigarro a medio consumir atrás <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

oreja.<br />

Pero el patrón no le <strong>de</strong>jó hab<strong>la</strong>r, levantando su<br />

tono agrio y <strong>de</strong>scompuesto entre injurias brutales.<br />

-Fuera con él. . . no consiento retahi<strong>la</strong>s,<br />

canejo' De esos «cimarrones» estoy harto y <strong>de</strong> sus<br />

mañas escamado. A los zorros dafunos se les <strong>la</strong>rga<br />

los perros s1 se ofrece. Que cace nutrias y tucos, y<br />

a holgar, por su madre!<br />

Don Brígtdo Montiel parecía presa <strong>de</strong> una cólera<br />

reconcentrada.<br />

<strong>El</strong> peonaje un tanto sorprendido, sigttió el traba<br />

¡o en silencio, <strong>la</strong>nzando ojeadas oblicuas al patrón<br />

y a Pablo Luna<br />

Éste se había ergutdo adusto, arreg!ádose el cinto<br />

y el chiripá, y salídose a paso lento sin murmurar.<br />

Pero esta vez, al aleJarse, miró con dureza a quien<br />

con tanta frecuencia lo hería. Acomódose el chambergo<br />

a un <strong>la</strong>do con un movJmiento brusco y resolló<br />

con fuerza, acaso <strong>de</strong> fatiga, tal vez <strong>de</strong> amargura.<br />

Los peones movieron <strong>la</strong>s cabezas y se miraron.<br />

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