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Soledad y El combate de la tapera

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SOLEDAD<br />

No tardó, sm embargo, en resurgir algunas<br />

brazas más a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte, manoteando en el vado; por<br />

último flotaron sólo sus <strong>la</strong>rgos cabellos.<br />

En tanto, el <strong>la</strong>zo fué recogtdo en parte, como si<br />

se hubiese hecho con su otro extremo una nueva<br />

atadura; y Pablo Luna, completamente <strong>de</strong>snudo, se<br />

arrojó al agua, dando un bnnco <strong>de</strong> lo alto <strong>de</strong>l molle.<br />

<strong>El</strong> impulso lo llevó hasta el que se ahogaba a<br />

quien agarró <strong>de</strong> los pelos.<br />

Como si sólo esperase un tirón suave, el hombre<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> vincha se alzó <strong>de</strong>l abismo, se abrazó a<br />

luna, y los dos muy unidos, cara con cara, giraron<br />

en movimiento rotativo, se hundieron y asomaron<br />

siempre ceñidos el uno al otro, en medio <strong>de</strong> <strong>la</strong> corriente.<br />

Ésta no los empujó aguas abajo.<br />

<strong>El</strong> <strong>la</strong>zo apareció tieso y fl)o, pues a él estaba<br />

amarrado el «gaucho-trova»; quien con <strong>la</strong>s ondu<strong>la</strong>ntes<br />

gue<strong>de</strong>jas pegadas a <strong>la</strong>s mejil<strong>la</strong>s, d1ó una gran<br />

voz enérgica, puso <strong>la</strong> espalda al compañero <strong>de</strong> aventura<br />

que le ·cruzó los dos brazos por el pecho, y<br />

arrancó hacia el boquete a favor <strong>de</strong> <strong>la</strong> trenza que<br />

poco a poco tban sus manos recorriendo con gran<br />

firmeza y vigor a pesar <strong>de</strong>l peso sobre sus hombros.<br />

En pocos instantes alcanzó los árboles <strong>de</strong>l boquete;<br />

y entre ellos <strong>de</strong>sapareció con su carga.<br />

¡Ah, Pablo <strong>de</strong>l alma! ...<br />

Al recordar <strong>Soledad</strong> este episodio que escuchó<br />

una tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> boca <strong>de</strong>l mismo matrero que lo había<br />

presenciado, volvió a pensar que el viejo Montiel<br />

od1aba a Luna <strong>de</strong> puro gusto.<br />

[ 29)

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