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Yachay Tinkuy descarga la 1ª Parte - utl americas

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34<br />

cuál es su origen e historia, cuáles son sus formas de<br />

pensamiento y cosmovisión, sus hábitos y prácticas<br />

culturales, sus recursos para sobrevivir, sus fortalezas<br />

y debilidades comunitarias, sus particu<strong>la</strong>res formas<br />

de solidaridad y de expresión de conflictos, así<br />

como sus derechos constitucionales en tanto colectividades<br />

socio-culturalmente diferenciadas. En este<br />

sentido, el antropólogo mexicano Guillermo Bonfil<br />

Batal<strong>la</strong> afirmaba en su libro México profundo, una<br />

civilización negada, que los profesionales universitarios<br />

mexicanos desconocen el país en que viven y<br />

reniegan del mismo:<br />

Se rechaza cualquier posibilidad de vincu<strong>la</strong>ción<br />

orgánica con el saber del México profundo; esa<br />

sabiduría se ignora pero se niega. Los arquitectos<br />

desconocen los sistemas tradicionales de construcción<br />

y el sentido y <strong>la</strong> función de los espacios que<br />

no correspondan a <strong>la</strong>s aspiraciones de los sectores<br />

urbanos medios y altos; los médicos ignoran y<br />

desprecian <strong>la</strong> farmacopea natural; los abogados no<br />

tienen <strong>la</strong> menor idea del derecho consuetudinario<br />

que regu<strong>la</strong> <strong>la</strong> vida cotidiana de <strong>la</strong> mayoría de los<br />

mexicanos; los agrónomos no toman en cuenta el<br />

conocimiento de los campesinos que continúan una<br />

tradición agríco<strong>la</strong> de siete mil años, desde <strong>la</strong> invención<br />

misma de <strong>la</strong> agricultura, aquí; los economistas<br />

dejan de <strong>la</strong>do lo que sucede en los “circuitos informales”<br />

con los que resuelven gran parte de sus problemas<br />

de sobrevivencia millones de mexicanos,<br />

porque no los conocen, y <strong>la</strong> lista de ejemplos podría<br />

continuar indefinidamente (Bonfil 1994: 184).<br />

A esta forma de ignorancia se suma un enorme<br />

conjunto de prejuicios acerca de los indios: esos indios<br />

que son flojos, que no les gusta trabajar; esos indios<br />

que son sucios, que huelen feo, que no se bañan;<br />

esos indios que no saben comer bien, que desconocen<br />

el equilibrio entre proteínas, azúcares y grasas y que<br />

mantienen desnutridos a sus hijos; esos indios que<br />

son tan tradicionalistas porque no desean aceptar el<br />

cambio que ofrece <strong>la</strong> modernidad occidental; esos<br />

indios que son tercos y necios porque ahora pelean<br />

por el reconocimiento de sus pretendidos derechos<br />

indígenas; esos indios que tienen tantos hijos y a los<br />

que es necesario obligar a aceptar <strong>la</strong> p<strong>la</strong>nificación fa-<br />

UNA INTRODUCCIÓN AL TEMA DE LA INTERCULTURALIDAD<br />

miliar; esos indios que prefieren a sus curanderos en<br />

vez de al doctor que ha estudiado en <strong>la</strong> universidad;<br />

esos indios que todavía creen en <strong>la</strong> pérdida del alma,<br />

en <strong>la</strong> hechicería y en los “malos vientos”; esos indios<br />

que prefieren sus hierbitas y remedios tradicionales<br />

en lugar de los fármacos y <strong>la</strong> avanzada tecnología<br />

biomédica. En fin, esos indios desconocidos que siguen<br />

muriéndose de enfermedades simples y prevenibles<br />

(diarrea, infecciones respiratorias, etc.), y que<br />

siguen siendo discriminados, sin posibilidad alguna<br />

de acceder a los recursos vitales básicos como tierra,<br />

vivienda, educación y salud.<br />

En este contexto –que podríamos definir de<br />

interculturalidad forzada–, constatamos que <strong>la</strong><br />

práctica de <strong>la</strong> biomedicina en pueblos originarios<br />

resulta pobre, insuficiente e incapaz de solucionar<br />

los problemas de salud de <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción. No debería<br />

sorprendernos el que sea calificada por los propios<br />

usuarios indígenas como discriminatoria, fragmentaria<br />

e incompleta, a pesar de que se le pueda reconocer<br />

una indudable eficacia.<br />

Hoy en día se hab<strong>la</strong> mucho de “interculturalidad”,<br />

pero casi siempre sin entender exactamente<br />

lo que es o representa tal concepto. Ni siquiera aparece<br />

en el Diccionario de <strong>la</strong> Real Academia de <strong>la</strong><br />

Lengua. En realidad, se trata de un concepto acuñado<br />

en el siglo pasado por <strong>la</strong>s ciencias sociales,<br />

especialmente <strong>la</strong> antropología, para denotar <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones<br />

que se establecen entre dos o más culturas.<br />

Por su parte, el término ‘cultura’ nace en <strong>la</strong> segunda<br />

mitad del siglo XIX, cuando el inglés Edward B.<br />

Tylor, considerado el primer antropólogo profesional,<br />

<strong>la</strong> define como: “ese todo complejo que incluye<br />

conocimiento, creencia, arte, moral, derecho, costumbre<br />

y cualesquiera otras capacidades y hábitos<br />

adquiridos por el hombre como miembro de una<br />

sociedad” (Tylor 1977: 19).<br />

Después de esta primera aproximación conceptual,<br />

los antropólogos de todo el mundo han construido,<br />

deconstruido y vuelto a construir el concepto,<br />

afirmando en esencia que <strong>la</strong> cultura es un conjunto<br />

de obras materiales e ideológicas producidas por el

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