Yachay Tinkuy descarga la 1ª Parte - utl americas
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por el paciente y su familia mientras no existan políticas<br />
institucionales que permitan <strong>la</strong> articu<strong>la</strong>ción de<br />
los recursos terapéuticos en una estrategia que abra<br />
diálogos y optimice recursos.<br />
Gerardo Fernández en su reciente publicación 13<br />
describe muy eficazmente cómo los dos sistemas<br />
médicos –occidental y tradicional– siguen “dándose<br />
<strong>la</strong> espalda”, pese a <strong>la</strong> continua interacción que se<br />
produce por los itinerarios terapéuticos múltiples de<br />
los pacientes.<br />
Por una parte, los equipos de salud desconocen<br />
el contexto cultural en el cual desempeñan sus funciones:<br />
<strong>la</strong>s formas propias de concebir el proceso<br />
de salud-enfermedad, los estilos de comunicación,<br />
<strong>la</strong>s prácticas culturalmente correctas e incorrectas.<br />
Al mismo tiempo, desconocen también los “efectos<br />
secundarios “ de <strong>la</strong>s acciones que se realizan (o que<br />
se pretenden realizar) en el imaginario cultural de<br />
<strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción. Los testimonios recogidos por este<br />
autor, sus reflexiones y análisis resultan muy incisivos<br />
para describir esta situación en distintos ámbitos<br />
y circunstancias, en el uso del idioma nativo<br />
por ejemplo.<br />
“La gente desconfía, tiene miedo por <strong>la</strong> lengua..como<br />
no entienden…más que todos <strong>la</strong>s<br />
mujeres”<br />
Uno de los factores determinantes que puede facilitar<br />
<strong>la</strong> pau<strong>la</strong>tina integración de los equipos de salud<br />
en <strong>la</strong>s comunidades del altip<strong>la</strong>no es <strong>la</strong> correcta,<br />
permanente y diáfana comunicación y respectivo<br />
entendimiento entre todos los actores afectados<br />
por el proceso salud-enfermedad-atención. En<br />
este sentido nunca se reconocerá <strong>la</strong> suficiente<br />
importancia al hecho de que los equipos sanitarios<br />
convencionales conozcan de forma adecuada<br />
<strong>la</strong> lengua originaria de <strong>la</strong> zona en <strong>la</strong> que están<br />
realizando su <strong>la</strong>bor… Esta circunstancia facilita<br />
de manera exponencial no sólo el desempeño de<br />
cualquier tipo de campaña de atención sanitaria en<br />
<strong>la</strong> zona, intervención, programación preventiva,<br />
atención materno infantil… sino muy especial-<br />
UNA INTRODUCCIÓN AL TEMA DE LA INTERCULTURALIDAD<br />
mente <strong>la</strong> pau<strong>la</strong>tina integración del equipo médico<br />
en <strong>la</strong> vida de <strong>la</strong> zona. (Fernandez 2009:184)<br />
En efecto, en <strong>la</strong> perspectiva cultural de los pacientes<br />
indígenas <strong>la</strong> comunicación con el médico representa<br />
<strong>la</strong> base fundamental del acto terapéutico,<br />
ya que:<br />
Hab<strong>la</strong>r, conversar es hacer medicina, desde <strong>la</strong><br />
perspectiva aymara, cosa que desespera a los<br />
equipos convencionales según nuestros criterios<br />
de eficiencia médica, en que este aspecto se considera<br />
una pérdida de tiempo. Localizar <strong>la</strong> causa<br />
de <strong>la</strong> enfermedad, saber lo que a uno le pasa, superar<br />
<strong>la</strong> angustia e incertidumbre contiene en sí<br />
mismo un principio terapéutico importante. (Fernandez<br />
2008: 189)<br />
Los análisis sanguíneos representan un problema<br />
para <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción indígena del altip<strong>la</strong>no, tanto en<br />
área quechua como aymara.<br />
En <strong>la</strong>s creencias culturales de <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción <strong>la</strong><br />
sangre es un bien limitado, no se reproduce fácilmente;<br />
es como si naciéramos con <strong>la</strong> cantidad de<br />
sangre que debemos emplear toda <strong>la</strong> vida, salvo<br />
en el caso de <strong>la</strong> sangre menstrual, que se entiende<br />
como un exceso que debe fluir libremente; por<br />
otro <strong>la</strong>do los aymaras insisten en que su sangre<br />
cuesta caro y no puede derramarse ni extraerse de<br />
forma arbitraria. Los derramamientos de sangre<br />
deben ser indemnizados por <strong>la</strong> pérdida ocasionada<br />
que es concebida como irreparable. (Fernandez<br />
2008: 190)<br />
Situaciones simi<strong>la</strong>res ocurren con varias otras<br />
prácticas de salud, como <strong>la</strong> cirugía, <strong>la</strong>s campañas<br />
de vacunación, el parto, <strong>la</strong>s inyecciones, el uso de<br />
<strong>la</strong> p<strong>la</strong>centa, <strong>la</strong> alimentación, el uso de los medicamentos,<br />
los espacios arquitectónicos de los establecimientos,<br />
sin que el equipo de salud esté siquiera<br />
enterado de <strong>la</strong>s problemáticas y resistencias que se<br />
generan en <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción. Es evidente que el conocimiento<br />
del sustrato cultural de <strong>la</strong> enfermedad<br />
podría, en cambio, permitir a los equipos de salud<br />
13 Gerardo Fernandez, “Kharisiri en acción”, Cuaderno de investigación n. 70, CIPCA, Ediciones Aby Aya<strong>la</strong>, 2008, Quito Ecuador