PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas
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que ese animal no estaba en el agua, se desplazaba de manera demasiado veloz, con la cabeza y el cuello moviéndose por encima de las palmeras de forma muy activa, de una forma sorprendentemente activa. Grant empezó a reír. —¿Qué pasa? —inquirió Hammond, preocupado—. ¿Algo anda mal? Grant sólo negó con la cabeza, y siguió riendo: no les podía decir que lo que resultaba gracioso era que había visto al animal nada más que unos pocos segundos, pero ya había empezado a aceptarlo... y a utilizar sus observaciones para responder, en el terreno, antiguas preguntas. Todavía estaba riendo, cuando vio un quinto, y un sexto cuellos empinarse por encima de las palmeras. Los saurópodos observaban a la gente que llegaba. A Grant le hicieron pensar en jirafas sobredimensionadas: tenían la misma mirada simpática y bastante estúpida. —Supongo que no son muñecos electrónicos —dijo Malcolm—. Parecen muy reales. —Sí, por cierto que lo son —contestó Hammond—. Bueno, deben serlo, ¿no? Desde la distancia volvieron a oír el trompeteo. Primero lo emitió uno de los animales, y después se le unieron los demás. —Ésa es su llamada —dijo Ed Regís—. Dándonos la bienvenida a la isla. Grant se detuvo y escuchó un momento, fascinado. —Es probable que ustedes quieran saber qué va a pasar después —estaba diciendo Hammond, mientras seguía bajando por el sendero—. Hemos organizado para ustedes una visita completa a las instalaciones, y un viaje para que vean a los dinosaurios en el parque más tarde, después del mediodía. Me reuniré con ustedes para cenar y responderé entonces a cualquier pregunta que quieran hacer. Ahora, si van con el señor Regís... El grupo siguió a Ed Regís hasta los edificios más cercanos. Sobre el sendero, un cartel burdo, pintado a mano, rezaba: «Bienvenidos al Parque Jurásico.»
TERCERA ITERACIÓN Los detalles surgen con más claridad a medida que se vuelve a trazar la curva fractal. IAN MALCOLM
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- Page 49 and 50: —Así es. Se trata de una muestra
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- Page 53 and 54: —Sí. Creo que vamos para allá m
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que ese animal no estaba en el agua, se desplazaba de manera demasiado veloz, con la<br />
cabeza y el cuello moviéndose por encima de las palmeras de forma muy activa, de una forma<br />
sorprendentemente activa.<br />
Grant empezó a reír.<br />
—¿Qué pasa? —inquirió Hammond, preocupado—. ¿Algo anda mal?<br />
Grant sólo negó con la cabeza, y siguió riendo: no les podía decir que lo que resultaba<br />
gracioso era que había visto al animal nada más que unos pocos segundos, pero ya había<br />
empezado a aceptarlo... y a utilizar sus observaciones para responder, en el terreno, antiguas<br />
preguntas.<br />
Todavía estaba riendo, cuando vio un quinto, y un sexto cuellos empinarse por encima de<br />
las palmeras. Los saurópodos observaban a la gente que llegaba. A Grant le hicieron pensar en<br />
jirafas sobredimensionadas: tenían la misma mirada simpática y bastante estúpida.<br />
—Supongo que no son muñecos electrónicos —dijo Malcolm—. Parecen muy reales.<br />
—Sí, por cierto que lo son —contestó Hammond—. Bueno, deben serlo, ¿no?<br />
Desde la distancia volvieron a oír el trompeteo. Primero lo emitió uno de los animales, y<br />
después se le unieron los demás.<br />
—Ésa es su llamada —dijo Ed Regís—. Dándonos la bienvenida a la isla.<br />
Grant se detuvo y escuchó un momento, fascinado.<br />
—Es probable que ustedes quieran saber qué va a pasar después —estaba diciendo<br />
Hammond, mientras seguía bajando por el sendero—. Hemos organizado para ustedes una<br />
visita completa a las instalaciones, y un viaje para que vean a los dinosaurios en el parque más<br />
tarde, después del mediodía. Me reuniré con ustedes para cenar y responderé entonces a<br />
cualquier pregunta que quieran hacer. Ahora, si van con el señor Regís...<br />
El grupo siguió a Ed Regís hasta los edificios más cercanos. Sobre el sendero, un cartel<br />
burdo, pintado a mano, rezaba: «Bienvenidos al Parque Jurásico.»