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PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas

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—Quizá la han retirado —dijo Ellie.<br />

—Ya te digo: paranoide.<br />

Observó las grandes divisiones curvas, separadas una de la otra por una red de caminos.<br />

Cada división individual tenía varios kilómetros cuadrados de ancho. En toda la isla solamente<br />

había seis divisiones, y cada división estaba separada del camino por un foso de hormigón. Por<br />

fuera de cada foso había una cerca, al lado de la cual se veía un pequeño signo de rayo. Ese<br />

símbolo les desconcertó hasta que, finalmente, pudieron darse cuenta de que indicaba que las<br />

cercas estaba electrificadas.<br />

—Esto es raro —se extrañó Ellie—. ¿Cercas electrificadas en un centro de recreo?<br />

—Kilómetros de ellas. Cercas electrificadas junto a fosos. Y, por lo general, también con un<br />

camino a lo largo de ellos.<br />

—Exactamente igual que en un zoológico —observó Ellie.<br />

Grant volvió al mapa topográfico y miró detenidamente las curvas de nivel: una cadena de<br />

montañas recorría la isla desde el centro hacia abajo, con praderas descendentes a cada lado.<br />

Pero los caminos estaban dispuestos de manera extraña: el camino principal iba en dirección<br />

norte-sur, pasando justo por las colinas centrales de la isla, incluida una sección de camino que<br />

parecía estar literalmente cortada en la cara de un acantilado, por encima de un río. Era como<br />

si se hubiese hecho un esfuerzo deliberado por dejar esas zonas abiertas como si fuesen<br />

grandes recintos, separados de los caminos por fosos y cercas electrificadas. Y los caminos se<br />

encontraban elevados con respecto al nivel del suelo, de modo que se pudiera ver por encima<br />

de las cercas...<br />

—¿Sabes? —observó Ellie—, algunas de estas dimensiones son inmensas. Mira ésta: este<br />

foso de hormigón tiene nueve metros de ancho. Es como una fortificación militar.<br />

—Lo mismo que estos edificios —dijo Grant: había notado que cada división abierta tenía<br />

pocas construcciones, situadas, por lo general, en esquinas que no estorbaban el paso. Pero<br />

los edificios estaban hechos íntegramente de hormigón, con paredes gruesas. En las vistas<br />

laterales en alzado parecían ser como búnkeres de hormigón con ventanitas. Ellie tenía razón:<br />

eran como las casamatas circulares nazis de las antiguas películas bélicas.<br />

En ese momento oyeron una explosión sorda, y Grant hizo los papeles a un lado:<br />

—De vuelta al trabajo —dijo.<br />

—¡Fuego!<br />

Se produjo una leve vibración y, después, curvas de nivel amarillas cruzaron a través de la<br />

pantalla del ordenador. Esta vez la resolución fue perfecta, y Alan Grant tuvo una fugaz visión<br />

del esqueleto, muy bien definido, el largo cuello arqueado hacia atrás: se trataba, de modo<br />

incuestionable, de un velocirraptor joven, y parecía hallarse en perfecto...<br />

La pantalla quedó en blanco.<br />

—¡Maldita sea, odio los ordenadores! —comentó Grant, parpadeando bajo el sol—. ¿Qué<br />

ha pasado ahora?<br />

—He perdido la entrada del integrador —explicó uno de los muchachos—. Sólo tardaré un

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