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PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas

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lugares con clima frío?<br />

—Eso es lo que supongo, sí.<br />

—El señor Hammond era un hombre astuto.<br />

Grant nada dijo. Gutiérrez se retrepó en el asiento de la piscina.<br />

—Las autoridades no se lo dirán —dijo por fin—, porque tienen miedo y, quizá, también<br />

están ofendidas por lo que ustedes hicieron. Pero algo muy peculiar está ocurriendo en las<br />

regiones rurales.<br />

—¿Están mordiendo a los bebés?<br />

—No, a Dios gracias, eso terminó. Pero hay algo más: esta primavera, en la sección de<br />

Ismaloya, que está al Norte, más allá de Puntarenas, unos animales desconocidos se comieron<br />

los sembradíos de una manera muy peculiar: cada día se desplazaban según una línea, casi<br />

tan recta como una flecha, que iba desde la costa, pasando por las montañas y se adentraba<br />

en la jungla.<br />

Grant se enderezó en su asiento.<br />

—Como una emigración —continuó Gutiérrez—. ¿No diría usted eso?<br />

—¿Qué sembradíos? —preguntó Grant.<br />

—Bueno, era extraño: sólo comieron habichuelas de agama, y soja y, a veces, pollos.<br />

—Alimentos ricos en Usina. ¿Qué les pasó a esos animales?<br />

—Se supone que entraron en la jungla. Sea como fuere, no se les encontró. Claro que<br />

resultaría difícil buscarlos allí: una partida de búsqueda podría pasar años en las montañas de<br />

Ismaloya, sin que se encuentren indicios de dónde están.<br />

—Y se nos retiene aquí porque...<br />

Gutiérrez se encogió de hombros:<br />

—El Gobierno está preocupado. Quizás haya más animales. Más problemas. Se mueven<br />

con cautela.<br />

—¿Cree usted que hay más animales? —preguntó Grant.<br />

—No lo sé. ¿Puede decir algo usted?<br />

—No. No lo podría decir.<br />

—¿Pero tiene sospechas?<br />

—Es posible que los haya. Sí.<br />

—Estoy de acuerdo.<br />

Gutiérrez se levantó lentamente de la silla, ayudándose con los brazos. Saludó con la mano<br />

a los niños, que estaban jugando en la piscina, y añadió:<br />

—Es probable que envíen a los chicos de vuelta a su casa: no hay motivo para no hacerlo.<br />

—Se puso las gafas de sol—. Disfrute de su estancia entre nosotros, doctor Grant. Éste es un<br />

país encantador.<br />

—¿Me está diciendo que no vamos a ninguna parte?<br />

—Ninguno de nosotros va a ninguna parte, doctor Grant —repuso Gutiérrez, sonriendo.<br />

Después, dio media vuelta y caminó hacia la entrada del hotel.

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