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PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas

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Grant se inclinó hacia Muldoon y gritó:<br />

—¿Qué ha pasado con los demás?<br />

—Ya se han ido Harding y algunos trabajadores —grito Muldoon—. Hammond tuvo un<br />

accidente: le encontraron en la colina que hay cerca de su cabana. Debió de caerse.<br />

—¿Se encuentra bien? —preguntó Grant.<br />

—No. Los compis le alcanzaron.<br />

—¿Y qué hay de Malcolm?<br />

Muldoon hizo un gesto de negación con la cabeza.<br />

Grant estaba demasiado cansado como para sentir mucho por cualquier cosa. Se volvió y<br />

miró hacia atrás por la compuerta: estaba oscureciendo y, bajo la luz del ocaso, apenas pudo<br />

ver al pequeño rex, con las mandíbulas cubiertas de sangre, agachado sobre un hadrosaurio<br />

en la orilla de la laguna, con la vista alzada hacia el helicóptero y rugiendo cuando la máquina<br />

pasó cerca.<br />

En alguna parte, detrás de ellos, oyeron explosiones y después, delante, vieron otro<br />

helicóptero que giraba, entre la niebla, sobre el centro de visitantes y, un instante después, el<br />

edificio estalló en una bola de fuego color anaranjado brillante. Lex empezó a llorar y Ellie le<br />

pasó el brazo alrededor tratando de que no mirara.<br />

Grant tenía la vista clavada en el suelo, y tuvo una última visión fugaz de los hipsilofodontes,<br />

saltando con el donaire de gacelas, instantes antes de que otra explosión fulgurara con brillo<br />

cegador debajo de ellos. El helicóptero de Grant ganó altura y después se desplazó hacia el<br />

Este, saliendo hacia el océano.<br />

Grant se reclinó en su asiento. Pensó en los dinosaurios erguidos en la playa y se preguntó<br />

adonde habrían emigrado si hubieran podido; se dio cuenta de que nunca lo sabría, y se sintió<br />

triste y aliviado al mismo tiempo.<br />

El oficial se acercó de nuevo, inclinándose cerca de su cara:<br />

—¿Está usted a cargo?<br />

—No.<br />

—Por favor, señor, ¿quién está a cargo?<br />

—Nadie.<br />

El helicóptero cobró velocidad mientras enfilaba hacia tierra firme. Hacía frío ahora y los<br />

soldados cerraron la puerta. Mientras lo hacían, Grant miró hacia atrás sólo una vez, y vio la<br />

isla recortada contra un cielo y un mar de un púrpura intenso, envuelta en una espesa niebla<br />

que velaba las explosiones rojo blanco que se producían en rápida sucesión, hasta que pareció<br />

que toda la isla destellaba: un punto brillante cada vez más pequeño en la noche cada vez más<br />

oscura.

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