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PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas

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las manos sobre la puerta, lentamente se fue dando cuenta de que estaba encerrado y que no<br />

podía abrir la puerta a menos que los niños tuvieran presencia de ánimo para abrirla por él.<br />

Podía oírlos, débilmente, al otro lado de la puerta.<br />

—¡Doctor Grant! —gritó Lex, golpeando la puerta con los puños—. ¡Doctor Grant!<br />

—Tranquilízate —dijo Tim—. Volverá.<br />

—Pero, ¿a dónde ha ido?<br />

—Oye: el doctor Grant sabe lo que hace. Volverá dentro de un instante.<br />

—Debería volver ahora —manifestó Lex: se puso los puños en las caderas, apartó bien los<br />

codos y golpeó con ira el pie en el suelo.<br />

En ese momento, con un rugido, la cabeza del tiranosaurio irrumpió a través de la cascada,<br />

dirigiéndose hacia ellos.<br />

Tim contempló con terror cómo la enorme boca se abría tremendamente. Lex chilló y se<br />

arrojó al suelo. La cabeza osciló hacia atrás y hacia delante, y volvió a salir por la cascada.<br />

Pero Tim pudo ver la sombra de la cabeza del animal en la cortina de agua que caía.<br />

Empujó a Lex para que se metiera más en el nicho, en el preciso momento en que las<br />

mandíbulas volvían a irrumpir rugiendo, con la gruesa lengua disparándose y retrotrayéndose<br />

en la boca con rapidez. Desde la cabeza, el agua se dispersaba en todas direcciones.<br />

Después, volvió a salir al exterior.<br />

Lex se acurrucó junto a Tim, temblando:<br />

—Odio a Grant —declaró.<br />

Se acurrucó más hacia el fondo, pero el nicho sólo tenía unos pocos metros de profundidad,<br />

y estaba atestado de maquinaria: no había sitio para que los hermanos se escondieran.<br />

La cabeza volvió a penetrar a través del agua, pero con lentitud esta vez, y la mandíbula se<br />

apoyó en el suelo. El tiranosaurio resopló, abriendo y cerrando las aletas nasales, olfateando el<br />

aire. Pero los ojos todavía estaban afuera de la cortina de agua.<br />

Tim pensó: «No nos puede ver. Sabe que estamos aquí, pero no nos puede ver a través del<br />

agua.»<br />

El tiranosaurio olisqueó.<br />

—¿Qué está haciendo? —volvió a preguntar Lex.<br />

—¡Cállate!<br />

Con un gruñido profundo, las mandíbulas se abrieron con lentitud y la lengua serpenteó<br />

hacia fuera: era gruesa y negroazulada, con una leve hendidura en la punta; tenía algo más de<br />

un metro de largo y alcanzó con facilidad la pared opuesta del nicho. La lengua se deslizó<br />

sobre los cilindros de filtrado, produciendo el sonido de algo áspero que se arrastra. Tim y Lex<br />

se apretaron contra la cañería.<br />

La lengua se desplazó con lentitud hacia la izquierda; después, hacia la derecha, azotando<br />

húmedamente la maquinaria. La punta se abarquilló alrededor de caños y válvulas,<br />

palpándolos. Tim vio que la lengua tenía movimientos propios, controlados, como los de la<br />

trompa de un elefante. La lengua retrocedió, recorriendo el lado derecho del nicho. Se arrastró

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