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PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas

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—¿Está seguro de que hay una balsa ahí abajo? —preguntó Lex, frunciendo la nariz.<br />

—Es probable —dijo Grant.<br />

El ronquido aumentaba de intensidad a medida que avanzaban, pero también oyeron un<br />

ronroneo continuo, como un zumbido. Cuando llegaron al final del camino, al borde del<br />

pequeño muelle de hormigón, Grant quedó paralizado por el miedo.<br />

El tiranosaurio estaba precisamente allí.<br />

Estaba sentado a la sombra de un árbol y con la espalda erguida, las patas traseras<br />

extendidas hacia delante. Tenía los ojos abiertos, pero no se movía, salvo por la cabeza, que<br />

se levantaba y caía suavemente, siguiendo el ritmo de los ronquidos. El zumbido provenía de<br />

los enjambres de moscas que rodeaban su cabeza, moviéndose sobre su cara y sus<br />

mandíbulas laxas, sus colmillos ensangrentados y los rojos cuartos traseros del hadrosaurio<br />

que había sido su presa y que yacían de costado, detrás de él.<br />

Ahora, el tiranosaurio estaba tan sólo a unos dieciocho metros de Grant. Estaba seguro de<br />

haber sido visto, pero el enorme animal no reaccionó. Se limitó a permanecer sentado. Grant<br />

tardó unos instantes en darse cuenta: el monstruo estaba dormido. Sentado con la espalda<br />

enhiesta, pero dormido.<br />

Les hizo una señal a Tim y Lex para que permanecieran donde estaban y caminó<br />

lentamente hacia delante, entrando en el muelle y totalmente a la vista del tiranosaurio. El<br />

enorme animal siguió durmiendo, roncando con suavidad.<br />

Cerca del extremo del muelle, un cobertizo de madera estaba pintado de verde, para<br />

confundirlo con el follaje. En silencio, Grant quitó el cerrojo de la puerta y miró en el interior: vio<br />

media docena de chalecos salvavidas anaranjados colgando de la pared, varios rollos de malla<br />

metálica para cercas, algunos rollos de cuerda, y dos cubos grandes de goma apoyados en el<br />

suelo. Los cubos estaban estrechamente sujetos con unas cinchas planas de goma.<br />

Balsas.<br />

Grant volvió la mirada hacia Lex.<br />

La niña moduló con los labios, pero sin sonido: No hay bote.<br />

Grant asintió con la cabeza: Sí.<br />

El tiranosaurio alzó su pata anterior para ahuyentar las moscas que le zumbaban alrededor<br />

del hocico. Pero, aparte de eso, no se movió. Grant extrajo uno de los cubos y lo puso sobre el<br />

muelle. Era sorprendentemente pesado. Soltó las fajas y encontró el cilindro de inflado. Con un<br />

fuerte siseo, la goma empezó a expandirse y después, con un ruido parecido al de un latigazo,<br />

se desplegó completamente abierta, sobre el muelle. El sonido fue aterradoramente intenso<br />

para sus oídos.<br />

Grant se volvió y contempló al dinosaurio.<br />

Éste gruñó y resopló. Empezó a moverse. Grant se preparó para correr, pero el animal<br />

cambió de posición su voluminoso y pesado cuerpo y, después, volvió a ponerse de espaldas<br />

contra el tronco, lanzando un largo y retumbante eructo.<br />

Lex hizo un gesto de asco, y se cubrió la cara con la mano.<br />

Grant estaba empapado en sudor por la tensión. Arrastró la balsa de goma por el muelle y la

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