PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas

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13.05.2013 Views

que cuente mis embriones. Ellie estaba en su habitación, a punto de cambiarse la ropa mojada, cuando oyó que llamaban a la puerta. —¿Alan? —preguntó, pero cuando abrió la puerta vio a Muldoon allí con un paquete envuelto en plástico bajo el brazo. Muldoon también estaba calado hasta los huesos y en su ropa había huellas de barro. —Lo siento, pero necesitamos su ayuda —dijo con tono enérgico—. Los Cruceros de Tierra fueron atacados hace una hora. Trajimos a Malcolm, pero está en estado de insuficiencia circulatoria. Tiene una herida muy grave en la pierna. Todavía está inconsciente, pero le he llevado a su habitación y le he metido en la cama. Harding ya está en camino hacia aquí. —¿Harding? —dijo Ellie—. ¿Y los demás? —Todavía no les hemos encontrado, doctora Sattler —contestó Muldoon. Ahora hablaba con lentitud. —Oh, Dios mío. —Pero creemos que el doctor Grant y los chicos todavía están vivos. Creemos que entraron en el parque, doctora Sattler. —¿Entraron en el parque? —Así lo creemos. Mientras tanto, Malcolm necesita ayuda. He llamado a Harding. —¿No deberían llamar al médico? —No hay médico en la isla. Harding es lo mejor que tenemos. —Pero sin duda pueden llamar a un médico... —No: las líneas telefónicas están muertas. No podemos llamar al exterior. —Cambió de lugar el paquete que llevaba bajo el brazo. —¿Qué es eso? —preguntó Ellie. —Nada. Pero vaya a la habitación de Malcolm y ayude a Harding, si no le molesta. Y se rué. Ellie se sentó en la cama, sobresaltada: no era mujer dispuesta a dejarse llevar por un pánico innecesario, y sabía que Grant ya había salido antes de situaciones peligrosas. Una vez se había perdido en las tierras malas durante cuatro días, cuando un acantilado cedió bajo él y su camión y se precipitó treinta metros dentro de un barranco. La pierna derecha de Grant estaba rota. No tenía agua. Pero regresó caminando con una pierna rota. Por otro lado, los niños... Meneó la cabeza, rechazando ese pensamiento: era probable que los chicos estuviesen con Grant y, si Grant estaba en el parque... pues, ¿qué mejor persona para guiarlos con seguridad por el Parque Jurásico que un experto en dinosaurios?

EN EL PARQUE —Estoy cansada —dijo Lex—. Lléveme, doctor Grant. —Eres demasiado grande para que te lleve —manifestó Tim. —Pero estoy cansada —insistió la niña. —Está bien, Lex —asintió Grant, levantándola—. ¡Uuf, cuánto pesas! Eran casi las nueve de la noche. La luna llena estaba velada por una bruma que llevaba el viento, y las romas sombras del trío les guiaban a través de un campo abierto, hacia un bosque oscuro que había más allá. Grant estaba ensimismado, tratando de decidir dónde estaba: desde el momento en que habían cruzado por encima de la cerca derribada por el tiranosaurio, tuvo la seguridad, bastante razonable, de que ahora estaban en algún lugar de la reserva del tiranosaurio. Lo que era un lugar en el que Grant no quería estar. En su mente seguía viendo el trazado por ordenador del territorio del tiranosaurio, el apretado serpenteo de líneas que rastreaban los desplazamientos de Grant dentro de una extensión reducida: él y los niños estaban en esa extensión ahora. Pero Grant también recordaba que los tiranosaurios estaban aislados de todos los demás animales, lo que quería decir que sabrían cuándo habían salido de la reserva en el momento en que cruzaran una barrera, ya fuera ésta una cerca o un foso, a ambos. Todavía no había visto barrera alguna. La niña le puso la cabeza sobre el hombro, y se enroscó el cabello en los dedos. Muy pronto estaba roncando. Tim caminaba penosamente al lado de Grant. —¿Puedes seguir caminando, Tim? —Sí. Pero creo que debemos de estar en el sector de los tiranosaurios. —Estoy bastante seguro de que es así. Espero que salgamos pronto. —¿Va a entrar en el monte? —preguntó Tim. A medida que se acercaban, el monte parecía oscuro y ominoso. —Sí. Creo que podemos guiarnos siguiendo los números de los sensores de movimiento. Los sensores de movimiento eran cajas verdes dispuestas a metro y medio, aproximadamente, por encima del suelo. Algunos se alzaban sobre su propio pedestal; la mayoría estaba adherida a los árboles. Ninguno funcionaba porque, en apariencia, todavía continuaba el corte de corriente. Cada caja sensora tenía una lente de vidrio montada en el centro, y un número de código pintado debajo de esa lente. Allá delante, bajo la luz lunar, interrumpida por retazos de bruma, Grant pudo ver una caja señalada con el código T/s/04. Entraron en la espesura. Árboles enormes se alzaban por todos lados. A la luz de la luna,

que cuente mis embriones.<br />

Ellie estaba en su habitación, a punto de cambiarse la ropa mojada, cuando oyó que<br />

llamaban a la puerta.<br />

—¿Alan? —preguntó, pero cuando abrió la puerta vio a Muldoon allí con un paquete<br />

envuelto en plástico bajo el brazo. Muldoon también estaba calado hasta los huesos y en su<br />

ropa había huellas de barro.<br />

—Lo siento, pero necesitamos su ayuda —dijo con tono enérgico—. Los Cruceros de Tierra<br />

fueron atacados hace una hora. Trajimos a Malcolm, pero está en estado de insuficiencia<br />

circulatoria. Tiene una herida muy grave en la pierna. Todavía está inconsciente, pero le he<br />

llevado a su habitación y le he metido en la cama. Harding ya está en camino hacia aquí.<br />

—¿Harding? —dijo Ellie—. ¿Y los demás?<br />

—Todavía no les hemos encontrado, doctora Sattler —contestó Muldoon. Ahora hablaba<br />

con lentitud.<br />

—Oh, Dios mío.<br />

—Pero creemos que el doctor Grant y los chicos todavía están vivos. Creemos que entraron<br />

en el parque, doctora Sattler.<br />

—¿Entraron en el parque?<br />

—Así lo creemos. Mientras tanto, Malcolm necesita ayuda. He llamado a Harding.<br />

—¿No deberían llamar al médico?<br />

—No hay médico en la isla. Harding es lo mejor que tenemos.<br />

—Pero sin duda pueden llamar a un médico...<br />

—No: las líneas telefónicas están muertas. No podemos llamar al exterior. —Cambió de<br />

lugar el paquete que llevaba bajo el brazo.<br />

—¿Qué es eso? —preguntó Ellie.<br />

—Nada. Pero vaya a la habitación de Malcolm y ayude a Harding, si no le molesta.<br />

Y se rué.<br />

Ellie se sentó en la cama, sobresaltada: no era mujer dispuesta a dejarse llevar por un<br />

pánico innecesario, y sabía que Grant ya había salido antes de situaciones peligrosas. Una vez<br />

se había perdido en las tierras malas durante cuatro días, cuando un acantilado cedió bajo él y<br />

su camión y se precipitó treinta metros dentro de un barranco. La pierna derecha de Grant<br />

estaba rota. No tenía agua. Pero regresó caminando con una pierna rota.<br />

Por otro lado, los niños...<br />

Meneó la cabeza, rechazando ese pensamiento: era probable que los chicos estuviesen con<br />

Grant y, si Grant estaba en el parque... pues, ¿qué mejor persona para guiarlos con seguridad<br />

por el Parque Jurásico que un experto en dinosaurios?

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