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PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas

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vacío, y rápidamente giró en círculos, viendo cómo el mundo verde brillante que le mostraban<br />

las lentes daba vueltas como un remolino. Algo descolorido que estaba a un lado del camino<br />

atrajo su mirada y fue hacia eso con precaución. Lo recogió: era la pelota de béisbol de Lex. Le<br />

quitó el barro.<br />

—¡Lex!<br />

Tim gritó lo más fuerte que pudo, sin importarle si los animales le oían. Escuchó, pero sólo<br />

le llegó el viento, y el retintín de gotas de lluvia cayendo de los árboles.<br />

—¡Lex!<br />

Vagamente recordaba que su hermana estaba en el Crucero de Tierra cuando el<br />

tiranosaurio les atacó. ¿Se había quedado allí? ¿O había huido? Los sucesos del ataque<br />

estaban confusos en su mente. No recordaba exactamente lo ocurrido. Tan sólo pensar en eso<br />

le inquietaba. Se detuvo en el camino, jadeando de pánico.<br />

—¡Lex!<br />

La noche parecía querer envolverle. Sintiendo pena por sí mismo, se sentó en un frío charco<br />

de lluvia del camino y lloriqueó un rato. Cuando finalmente cesó, todavía oía un lloriqueo.<br />

También había un sonido extraño, sordo, de algo que golpeaba rítmicamente; era débil, y<br />

parecía provenir de algún lugar camino arriba.<br />

—¿Cuánto tiempo ha pasado? —preguntó Muldoon, volviendo a la sala de control. Llevaba<br />

una caja metálica negra.<br />

—Media hora.<br />

—El jeep de Hardy ya debería de estar aquí.<br />

Arnold aplastó su cigarrillo:<br />

—Estoy seguro de que llegará en cualquier momento.<br />

—¿Todavía no hay señales de Nedry? —preguntó Muldoon.<br />

—No. Todavía no.<br />

Muldoon abrió la caja, que contenía seis radios portátiles:<br />

—Voy a distribuirlas entre la gente del edificio. —Le alcanzó una a Arnold—. Tome el<br />

cargador también. Se les ha agotado la corriente: estas son nuestras radios de emergencia,<br />

pero, naturalmente, nadie las enchufó para recargarlas. Déjela que cargue unos veinte minutos<br />

y después trate de ver si consigue los coches.<br />

Henry Wu abrió la puerta que indicaba FERTILIZACIÓN, y entró en el oscurecido laboratorio.<br />

Allí no había nadie; aparentemente, todos los técnicos todavía estaban cenando. Wu fue<br />

directamente a una terminal del ordenador y tecleó los registros cronológicos del ADN. Esos<br />

registros tenía que llevarlos el ordenador: el ADN era una molécula tan grande que cada<br />

especie necesitaba diez gigabytes de espacio en disco óptico para almacenar detalles de todas<br />

las iteraciones (18). Wu iba a tener que revisar las quince especies. Era una tremenda cantidad<br />

de información que había que examinar.<br />

Todavía no veía con claridad por qué Grant había pensado que el ADN de rana era

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