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PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas

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—Y eso hablando con moderación —aclaró Hammond. Sonrió—: No hay razón para hacer<br />

especulaciones alocadas. ¿Más helado, Henry?<br />

—¿Le han encontrado? —dijo Arnold con brusquedad, cuando el guardia entró en la sala de<br />

control.<br />

—No, señor Arnold.<br />

—Encuéntrenlo.<br />

—No creo que esté en el edificio, señor Arnold.<br />

—Entonces busquen en el pabellón. Busquen en el edificio de mantenimiento, busquen en<br />

el cobertizo de equipos, miren en todas partes, pero encuéntrenlo.<br />

—El asunto es que... —El guardia vaciló—: El señor Nedry es el hombre gordo, ¿no es así?<br />

—Así es. Es gordo. Un gordo desaliñado. —Bueno, pues Jimmy, que estaba abajo, en el<br />

vestíbulo principal, vio al gordo entrar en el garaje. Muldoon giró sobre sí mismo: —¿Entrar en<br />

el garaje? ¿Cuándo? —Hará unos diez, quince minutos. —¡Jesús! —dijo Muldoon.<br />

El jeep se detuvo con un chirrido de neumáticos.<br />

—Lo siento —dijo Harding.<br />

A la luz de los faros, Ellie vio una manada de apatosaurios avanzando pesadamente por el<br />

camino. Había seis animales, cada uno del tamaño de una casa pequeña, y un bebé tan<br />

grande como un caballo adulto. Los apatosaurios se movían en silencio, sin prisa, sin mirar<br />

jamás al jeep y sus brillantes faros. En un momento dado, el bebé dejó de lamer agua de un<br />

charco del camino para proseguir su marcha.<br />

Una manada similar de elefantes se hubiese sobresaltado por la llegada de un automóvil,<br />

habría barritado y formado un círculo para proteger al bebé. Pero esos animales no mostraban<br />

miedo.<br />

—¿No nos ven? —preguntó Ellie.<br />

—No exactamente, no —dijo Harding—. Por supuesto, en sentido literal sí nos ven, pero<br />

realmente no significamos nada para ellos. Raramente sacamos automóviles durante la noche<br />

y, por eso, no tienen experiencia con ellos. No somos más que un objeto extraño, oloroso, en<br />

su ambiente. Que no representa una amenaza y, por consiguiente, que está desprovisto de<br />

interés. En ocasiones salí de noche y, cuando volvía, estos tipos obstruían el camino durante<br />

una hora o más.<br />

—¿Qué hace entonces?<br />

Harding sonrió de oreja a oreja:<br />

—Paso una cinta que contiene el rugido de un tiranosaurio: eso les hace ponerse en<br />

movimiento. No es que les preocupen mucho los tiranosaurios: estos animales son tan grandes<br />

que realmente no tienen depredadores; pueden romperle el cuello a un tiranosaurio con un<br />

golpe circular de su cola. Y lo saben... también lo sabe el tiranosaurio.<br />

—Pero si nos ven... Quiero decir, si nos apeamos del coche...<br />

Harding se encogió de hombros:

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