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PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas

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silencio. Aguardó y volvió a oír: sonaba claramente como algo grande, que se movía<br />

lentamente por la jungla hacia él.<br />

Algo grande, algo cercano. Un dinosaurio grande.<br />

Vete de aquí.<br />

Nedry empezó a correr. Hizo mucho ruido mientras corría pero, aun así, pudo oír al animal<br />

que venía entre el follaje, aplastándolo a su paso. Y ululando.<br />

Se estaba acercando.<br />

Tropezando con las raíces de los árboles en la oscuridad, abriéndose camino a arañazos<br />

por entre las goteantes ramas, vio el jeep ahí delante, y las luces que brillaban alrededor de la<br />

pared vertical de la barrera le hicieron sentirse mejor: Dentro de un instante estaría en el jeep y,<br />

entonces, se largaría de allí a toda velocidad. Dio vuelta a la barrera gateando y, entonces,<br />

quedó congelado.<br />

El animal estaba ahí.<br />

Pero no estaba cerca. El dinosaurio se erguía a unos doce metros de distancia, en el borde<br />

de la zona iluminada por los faros. Nedry no había hecho la gira, de modo que no conocía los<br />

diferentes tipos de dinosaurios, pero éste tenía un aspecto extraño: el cuerpo, de tres metros<br />

de alto, era amarillo con puntos negros y, a lo largo de la cabeza, corría un par de crestas rojas<br />

con forma de V. El dinosaurio no se movió pero, una vez más, emitió su suave ulular.<br />

Nedry esperó para ver si el animal atacaba. No lo hizo. Quizá los faros del jeep le<br />

asustaban, forzándole a mantenerse a distancia, como si fuera una fogata.<br />

El dinosaurio le clavó la mirada y, entonces, avanzó y retrajo la cabeza con un solo<br />

movimiento veloz. Nedry sintió que algo golpeaba en forma sorda y húmeda contra su pecho.<br />

Miró hacia abajo y vio una pringosa mancha de espuma en su camisa empapada por la lluvia.<br />

La tocó con curiosidad, sin comprender...<br />

Era un escupitajo.<br />

El dinosaurio le había escupido.<br />

Era horrible, pensó. Volvió a mirar al dinosaurio y vio la cabeza moverse otra vez y, de<br />

inmediato, sintió otro chasquido húmedo contra el cuello, justo debajo de la cabeza. Se lo quitó<br />

con la mano.<br />

Jesús, es repugnante. Pero la piel del cuello ya le estaba empezando a hormiguear y<br />

quemar. Y en la mano sentía un hormigueo también. Era, casi, como si le hubieran arrojado<br />

ácido.<br />

Nedry abrió la portezuela del auto, le echó una ojeada al dinosaurio para asegurarse de que<br />

el animal no fuera a atacar, y sintió un dolor súbito, agudísimo, en los ojos, que le pinchaba<br />

como clavos contra el fondo del cráneo; apretó los ojos con fuerza y jadeó por la intensidad de<br />

ese dolor; levantó rápidamente las manos para cubrirse los ojos y sintió la resbaladiza espuma<br />

que le corría a ambos lados de la nariz.<br />

Escupitajo.<br />

El dinosaurio le había escupido en los ojos.<br />

Aunque se dio cuenta de eso, el dolor le abrumó y cayó de rodillas desorientado, respirando

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