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PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas

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Después se desplazó alrededor del coche. La gran cola levantaba bloqueaba la visual en<br />

todas las ventanillas laterales. Cuando llegó a la parte de atrás del coche, el enorme animal<br />

resopló: un gruñido sordo que venía de lo profundo, y que se hacía uno con los truenos.<br />

Hundió las mandíbulas en la rueda de recambio montada en la parte de atrás del coche y,<br />

con una sola sacudida de la cabeza, la arrancó de cuajo. Toda la parte posterior del Crucero se<br />

levantó un instante por el aire. Después cayó con un ruido sordo, salpicando barro alrededor.<br />

—¡Tim! —dijo Grant con suavidad—. ¿Tim, estás ahí?<br />

Tim aferró el micrófono de la radio:<br />

—Estamos bien —aseguró. Se oyó el ruido penetrante de algo que raspa sobre metal,<br />

cuando las garras rasgaron el techo del Crucero. El corazón de Tim le galopaba en el pecho.<br />

No podía ver nada por las ventanillas del lado derecho, salvo carne correosa llena de<br />

protuberancias: el tiranosaurio estaba inclinado contra el coche, que se mecía adelante y atrás,<br />

acompañando cada respiración de la bestia; los muelles y el metal crujían sonoramente.<br />

Lex se volvió a quejar. Tim dejó el micrófono y empezó a reptar hacia el asiento de delante.<br />

El tiranosaurio rugió y el techo metálico se hundió hacia abajo. Tim sintió un dolor agudo en la<br />

cabeza y se desplomó en el suelo, sobre la cobertura de la transmisión. Se descubrió caído al<br />

lado de Lex, y se sobresaltó al ver que todo el lado de la cabeza de su hermana estaba bañado<br />

en sangre. La niña daba la impresión de estar inconsciente.<br />

Se produjo otro impacto estremecedor y trozos de vidrio llovieron alrededor de Tim. El niño<br />

sintió la lluvia: alzó la vista y vio que el parabrisas se había roto por completo: sólo quedaba un<br />

borde puntiagudo de vidrio y, más allá, la cabezota del dinosaurio.<br />

Que le estaba mirando.<br />

Tim sintió un súbito escalofrío y, en ese momento, la cabeza se lanzó violentamente hacia<br />

él, con las fauces abiertas. Se oyó un chirrido de metal chocando con dientes, y Tim sintió el<br />

aliento cálido y hediondo del animal, y una lengua gruesa penetró en el coche a través de la<br />

abertura del parabrisas; hurgando húmedamente por todo el interior del coche. El niño sintió la<br />

espuma caliente de la saliva del dinosaurio y, en ese momento, el monstruo rugió, un ruido<br />

ensordecedor dentro del coche...<br />

La cabeza retrocedió en forma abrupta.<br />

El niño logró apoyarse sobre manos y rodillas, evitando la gran hendidura que había en el<br />

techo. Todavía quedaba lugar como para sentarse en el asiento delantero, junto a la puerta del<br />

acompañante. Miró al dinosaurio, que estaba en pie bajo la lluvia, cerca del guardabarros<br />

anterior derecho: parecía estar confuso por lo que le había pasado. La sangre le fluía con<br />

abundancia de las mandíbulas.<br />

El tiranosaurio miró a Tim, alzando la cabeza para contemplarlo con uno solo de esos<br />

grandes ojos. La cabeza se acercó al coche, de costado, y atisbo en el interior. Resoplaba<br />

ruidosamente mientras lo hacía. Su sangre salpicaba el abollado capó del Crucero de Tierra,<br />

mezclándose con el agua de la lluvia.<br />

«No me puede alcanzar —pensaba Tim—. Es demasiado grande.»<br />

Entonces, la cabeza se fue hacia atrás y, bajo el destello de un relámpago, Tim vio que la

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