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PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas

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—Los chicos pueden ver —dijo Grant—. Tienen una agudeza visual que olvidamos que<br />

alguna vez tuvimos.<br />

Llevó los prismáticos hacia la popa, desplazándolos con lentitud y, de repente, vio los<br />

animales: estaban jugando, lanzándose con rapidez entre las estructuras de la popa, que sólo<br />

se veían en silueta. Grant sólo pudo verlos en forma breve pero, incluso a la luz cada vez<br />

menos intensa del día, pudo reconocer que andaban erectos, tenían unos sesenta centímetros<br />

de alto y que se erguían con rígidas colas que los equilibraban.<br />

—¿Los ve ahora? —preguntó Lex.<br />

—Los veo —contestó Grant.<br />

—¿Qué son?<br />

—Son velocirraptores —informó Grant—. Dos, por lo menos. Quizá más. Ejemplares<br />

jóvenes.<br />

barco.<br />

—¡Jesús! —exclamó Ed Regis—. Ese barco va a tierra firme.<br />

Malcolm se encogió de hombros y sugirió:<br />

—No se excite. Llame sencillamente a la sala de control y dígales que hagan que vuelva el<br />

Ed Regis metió la mano en el coche y aferró la radio, tomándola del tablero de instrumentos:<br />

oyeron una estática sibilante, así como chasquidos, cada vez que Regís cambiaba de canal<br />

con rapidez.<br />

—Algo anda mal en éste —dijo—. No funciona.<br />

Salió corriendo hacia el primer Crucero de Tierra. Le vieron hundir la cabeza dentro del<br />

vehículo. Después, les miró:<br />

—Algo anda mal en las dos radios —dijo—. No puedo conseguir la sala de control.<br />

—Entonces, mejor que nos pongamos en movimiento —aconsejó Grant.<br />

En la sala de control, Muldoon estaba en pie frente a las grandes ventanas frontales, desde<br />

las que se dominaba el parque. A las siete en punto, los reflectores de cuarzo, emisores de luz<br />

sin sombra, se encendían por toda la isla, convirtiendo el paisaje en una refulgente joya que se<br />

extendía hasta desaparecer en el Sur. Ése era el momento favorito del día para Muldoon. Oyó<br />

el restallar de la estática, procedente de las radios,<br />

casa.<br />

—Los Cruceros de Tierra se han vuelto a poner en marcha —dijo Arnold—. Van camino a<br />

—Pero, ¿por qué se detuvieron? —preguntó Hammond—. ¿Y por qué no podemos hablar<br />

con ellos?<br />

—No lo sé —repuso Arnold—. Estoy tratando de conseguirlos.<br />

Revisó los canales, pero sólo obtuvo sibilante estática:<br />

—Quizás apagaron las radios de los coches.<br />

—Probablemente sea la tormenta —arriesgó Muldoon—. Interferencia de la tormenta.<br />

—Estarán aquí dentro de veinte minutos —dijo Hammond—. Es mejor que llamen abajo y<br />

se aseguren de que el comedor esté listo para ellos. Esos niños van a estar hambrientos.

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