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PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas

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Cuando llegó, Dennis Nedry tuvo la impresión de que él mismo podría hacer todos los<br />

arreglos durante el fin de semana: se puso pálido cuando vio la lista completa. Ahora estaba<br />

hablando con su oficina de Cambridge, para decirles a los programadores de su equipo que<br />

iban a tener que cancelar sus planes de fin de semana y prepararse para trabajar tiempo extra<br />

hasta el lunes. Y le comunicó a John Arnold que necesitaría utilizar todo enlace telefónico que<br />

hubiese entre Isla Nubla y tierra firme, nada más que para transferir, de ida y de vuelta, datos<br />

de programa a sus programadores.<br />

Mientras Nedry trabajaba, Arnold ordenaba la apertura de una nueva ventana en su monitor:<br />

eso le permitía ver qué estaba haciendo aquél en la consola de la esquina. No es que no<br />

confiara en él, sino que, simplemente, quería saber qué estaba pasando.<br />

Observó la representación de gráficos que aparecía en la consola que tenía a la derecha,<br />

que mostraba el avance de los Cruceros de Tierra: estaban siguiendo el río, justo al norte del<br />

sector de aves ancestrales y la dehesa de los ornitisquios.<br />

—Si miran hacia su izquierda —dijo la voz—, verán la cúpula del sector de aves ancestrales<br />

del Parque Jurásico, que todavía no está terminada para los visitantes.<br />

Tim vio luz solar reflejándose en puntales de aluminio, allá a lo lejos.<br />

—Y, directamente por debajo de nosotros, está nuestro río de la jungla del mesozoico<br />

donde, si tienen suerte, puede ser que tengan una fugaz visión de un carnívoro insólito.<br />

¡Mantengan los ojos abiertos todos ustedes!<br />

Dentro del Crucero, las pantallas mostraron una cabeza parecida a la de un pájaro,<br />

rematada por una cresta fulgurante. Pero todos los pasajeros del coche de Tim estaban<br />

mirando por las ventanas. El vehículo estaba desplazándose a lo largo de un cordón elevado, a<br />

la vista de un río de aguas rápidas que había abajo. El río estaba casi encerrado entre un<br />

follaje denso en ambos lados.<br />

—Ahí están ahora —dijo la voz—. Los animales que ven se llaman dilofosaurios.<br />

A pesar de lo que decía la grabación, Tim solamente vio uno: el dilofosaurio estaba<br />

agachado sobre sus patas traseras junto al río, bebiendo. Su estructura obedecía al modelo<br />

básico de carnívoro, con cola pesada, miembros posteriores fuertes y cuello largo. Su cuerpo,<br />

de unos tres metros, presentaba manchas en amarillo y negro, como un leopardo.<br />

Pero fue la cabeza lo que atrajo la atención de Tim: dos amplias crestas curvas corrían a lo<br />

largo de la parte superior, desde los ojos hasta la nariz. Las crestas se encontraban en el<br />

centro, formando una V sobre la cabeza del dinosaurio; esas crestas tenían bandas rojas y<br />

negras, que traían la reminiscencia de un loro o de un tucán. El animal emitió un suave grito<br />

ululante, como el de un búho.<br />

—Son bonitos —opinó Alexis.<br />

—El dilofosaurio —decía la cinta— es uno de los primeros dinosaurios carnívoros. Los<br />

científicos creían que los músculos de las mandíbulas eran demasiado débiles como para<br />

matar la presa, e imaginaron que estos animales eran, primordialmente, carroñeros. Pero ahora<br />

sabemos que son venenosos.

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