PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas
PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas
—¿Alguna vez le contagió un resfriado el cocodrilo de un zoológico, señor Gennaro? Los zoológicos no se preocupan por eso. Nosotros tampoco. De lo que sí nos preocupamos es de que los animales mueran debido a sus propias enfermedades, o de que infecten a otros animales. Pero tenemos programas para vigilar eso, también. ¿Quiere ver la historia clínica del rex grande? ¿Su registro de vacunas? ¿Su registro odontológico? Ahí tiene algo interesante: debería ver a los veterinarios refregando esos grandes dientes, de modo que no se les produzcan caries. —En este momento, no —dijo Gennaro—. ¿Qué hay de sus sistemas mecánicos? —¿Se refiere usted a los paseos en trenecito? Grant lanzó una mirada penetrante: ¿paseos en trenecito? —Ninguno de los paseos en trenecito se ha inaugurado todavía —estaba diciendo Arnold—. Tenemos el Paseo por el Río de la Jungla, en el que los botes viajan sobre rieles sumergidos, y tenemos el Paseo por el Pabellón de las Aves, pero ninguno es operativo aún. El parque se va a inaugurar con la excursión básica por donde están los dinosaurios, la que están a punto de hacer dentro de unos pocos minutos. Los otros paseos vendrán sucesivamente seis, doce meses después. —Espere un momento —intervino Grant—. ¿Van a poner paseos en trenecitos? ¿Como en un parque de diversiones? —Éste es un parque zoológico. Tenemos excursiones para visitar diferentes sectores, y los llamamos paseos. Eso es todo. Grant frunció el entrecejo. Una vez más se sintió angustiado: no le agradaba la idea de que a los dinosaurios se les utilizara en un parque de diversiones. Malcolm prosiguió con sus preguntas: —¿Usted puede manejar todo el parque desde esta sala de control? —Sí. Lo podría manejar con una sola mano, si tuviera que hacerlo. Tanta es la automatización que hemos incorporado. El ordenador, por sí mismo, puede hacer el seguimiento de los animales, alimentarlos y llenarles los abrevaderos durante cuarenta y ocho horas sin supervisión. —¿Éste es el sistema que diseñó el señor Nedry? —preguntó Malcolm. Dennis Nedry estaba sentado ante una terminal, en el otro extremo de la sala, comiendo un caramelo y escribiendo en el teclado. —Sí, así es —dijo, sin levantar la vista del teclado. —Es un sistema buenísimo —manifestó Arnold, con orgullo. —Así es —confirmó Nedry distraídamente—. Nada más que un defecto, o dos, de menor importancia. —Ahora —añadió Arnold— veo que la excursión de visita está empezando, de modo que, a menos que tengan otras preguntas... —En realidad, nada más que una —dijo Malcolm—. Nada más que una pregunta de investigación científica: usted nos mostró que puede hacer el seguimiento de los procompsognáticos y que puede mostrar, visualmente, a cada uno de ellos. ¿Puede hacer
alguna clase de estudios sobre ellos, pero como grupo: medirlos, o lo que fuere? Si yo quisiera conocer su altura o su peso, o... Arnold estaba apretando botones: otra pantalla se encendió. —Podemos hacer todo eso, y con mucha rapidez —informó— El ordenador toma datos de medición en el transcurso de la lectura de las pantallas de televisión, de modo que son traducibles de inmediato. Aquí puede usted apreciar que tenemos una distribución normal de Poisson para la población animal: muestra que la mayoría de los animales se apiña alrededor de un valor central promedio, y que unos pocos son o más grandes o más pequeños que el promedio, y se encuentran en los extremos descendentes de la curva. —Cabría esperar esa clase de gráfico —comentó Malcolm. —Sí. Cualquier población biológica saludable exhibe esta clase de distribución. Bien —inquirió Arnold, encendiendo otro cigarrillo—, ¿hay más preguntas? Distribución de Alturas: Procompsognátidos —No —contestó Malcolm—. Creo que con esto prácticamente se contestó todo. Ya me he enterado de lo que necesitaba saber. Mientras salían, Gennaro opinó: —Me da la impresión de que es un sistema bastante bueno. No veo cómo algún animal podría salir de esta isla. —¿No lo ve? —preguntó Malcolm—. Creí que resultaba completamente obvio. —Espere un momento —se inquietó Gennaro—. ¿Cree que se escaparon animales? —Sé que lo hicieron. —Pero, ¿cómo? Lo vio por usted mismo; pueden contar todos los animales; pueden mirar todos los animales; saben dónde están los animales en todo momento. ¿Cómo es posible que uno se escape? No alcanzo a comprenderlo. —Es completamente obvio —sonrió Malcolm—. Tan sólo es cuestión de las suposiciones que se hagan. —Las suposiciones que se hagan —repitió Gennaro.
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zoológicos no se preocupan por eso. Nosotros tampoco. De lo que sí nos preocupamos es de<br />
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animales. Pero tenemos programas para vigilar eso, también. ¿Quiere ver la historia clínica del<br />
rex grande? ¿Su registro de vacunas? ¿Su registro odontológico? Ahí tiene algo interesante:<br />
debería ver a los veterinarios refregando esos grandes dientes, de modo que no se les<br />
produzcan caries.<br />
—En este momento, no —dijo Gennaro—. ¿Qué hay de sus sistemas mecánicos?<br />
—¿Se refiere usted a los paseos en trenecito?<br />
Grant lanzó una mirada penetrante: ¿paseos en trenecito?<br />
—Ninguno de los paseos en trenecito se ha inaugurado todavía —estaba diciendo Arnold—.<br />
Tenemos el Paseo por el Río de la Jungla, en el que los botes viajan sobre rieles sumergidos, y<br />
tenemos el Paseo por el Pabellón de las Aves, pero ninguno es operativo aún. El parque se va<br />
a inaugurar con la excursión básica por donde están los dinosaurios, la que están a punto de<br />
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meses después.<br />
—Espere un momento —intervino Grant—. ¿Van a poner paseos en trenecitos? ¿Como en<br />
un parque de diversiones?<br />
—Éste es un parque zoológico. Tenemos excursiones para visitar diferentes sectores, y los<br />
llamamos paseos. Eso es todo.<br />
Grant frunció el entrecejo. Una vez más se sintió angustiado: no le agradaba la idea de que<br />
a los dinosaurios se les utilizara en un parque de diversiones.<br />
Malcolm prosiguió con sus preguntas:<br />
—¿Usted puede manejar todo el parque desde esta sala de control?<br />
—Sí. Lo podría manejar con una sola mano, si tuviera que hacerlo. Tanta es la<br />
automatización que hemos incorporado. El ordenador, por sí mismo, puede hacer el<br />
seguimiento de los animales, alimentarlos y llenarles los abrevaderos durante cuarenta y ocho<br />
horas sin supervisión.<br />
—¿Éste es el sistema que diseñó el señor Nedry? —preguntó Malcolm.<br />
Dennis Nedry estaba sentado ante una terminal, en el otro extremo de la sala, comiendo un<br />
caramelo y escribiendo en el teclado.<br />
—Sí, así es —dijo, sin levantar la vista del teclado.<br />
—Es un sistema buenísimo —manifestó Arnold, con orgullo.<br />
—Así es —confirmó Nedry distraídamente—. Nada más que un defecto, o dos, de menor<br />
importancia.<br />
—Ahora —añadió Arnold— veo que la excursión de visita está empezando, de modo que, a<br />
menos que tengan otras preguntas...<br />
—En realidad, nada más que una —dijo Malcolm—. Nada más que una pregunta de<br />
investigación científica: usted nos mostró que puede hacer el seguimiento de los<br />
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