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PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas

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por hora, lo suficientemente rápido como para perseguir y capturar a un hombre. Y matan<br />

hombres sin descanso. Pero yo opinaría que el animal que estaba detrás de la cerca corría<br />

más del doble de esa velocidad.<br />

hora.<br />

—La velocidad de un guepardo —dijo Malcolm—: noventa y siete, ciento diez kilómetros por<br />

—Exactamente. Pero parecieron lanzarse por el aire hacia delante —señaló—. Casi como<br />

pájaros.<br />

—Sí.<br />

En el mundo contemporáneo, únicamente mamíferos muy pequeños, como la mangosta,<br />

que lucha con cobras, tenía reacciones tan rápidas. Mamíferos pequeños y, por supuesto,<br />

pájaros: el pájaro secretario de África que es un cazador de serpientes, o el casuario. A decir<br />

verdad, el velocirraptor transmitía la misma impresión de amenaza letal, veloz, que Grant había<br />

visto en el casuario, el pájaro parecido a un avestruz, pero con garras, de Nueva Guinea.<br />

—Así que estos velocirraptores parecen reptiles, con la piel salpicada de bultitos y el<br />

aspecto general de reptiles, pero se mueven como pájaros, con la velocidad y la inteligencia<br />

depredadora de pájaros. ¿Es más o menos así? —dijo Malcolm.<br />

—Sí —aprobó Grant—. Diría que exhiben una mezcla de rasgos.<br />

—¿Eso le sorprende?<br />

—En realidad, no. A decir verdad, se aproxima mucho a lo que los paleontólogos creían<br />

hacía mucho tiempo.<br />

Cuando se encontraron los primeros huesos gigantescos, en las décadas de 1820 y 1830,<br />

los científicos se sintieron impulsados a explicar los huesos como pertenecientes a alguna<br />

variedad sobredimensionada de una especie moderna. Eso se debió a que se tenía la creencia<br />

de que ninguna especie podría extinguirse, ya que Dios no habría de permitir que una de Sus<br />

creaciones muriera.<br />

Con el tiempo, resultó claro que este concepto de Dios era erróneo y que los huesos<br />

pertenecían a animales ahora extinguidos pero, ¿qué clase de animales?<br />

En 1842, Richard Owen, el principal anatomista británico de su época, los llamó Dinosauria,<br />

que significa «lagartos terribles». Owen reconoció que los dinosaurios parecían combinar<br />

características de lagartijas, cocodrilos y pájaros. En particular, la cadera de los dinosaurios era<br />

parecida a la de los pájaros, no a la de las lagartijas. Y, a diferencia de las lagartijas, muchos<br />

dinosaurios parecían mantenerse erguidos. Owen imaginó que los dinosaurios eran seres<br />

activos, de movimientos rápidos, y su punto de vista se aceptó durante los cuarenta años<br />

siguientes.<br />

Pero, cuando se desenterraron hallazgos verdaderamente gigantescos —animales que<br />

habían pesado cien toneladas en vida—, los científicos empezaron a considerar a los<br />

dinosaurios como gigantes estúpidos, de movimientos lentos, destinados a la extinción. La<br />

imagen del reptil de sangre fría, lerdo, predominó gradualmente sobre la imagen del pájaro de<br />

movimientos rápidos. En años recientes, científicos como Grant habían empezado a

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