PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas
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Tim señaló el primer coche y preguntó:<br />
—¿Puedo ir con ellos?<br />
—Temo que tienen cosas que discutir —contestó Ed Regís.<br />
—¿Qué cosas?<br />
—Cosas técnicas.<br />
—Me interesan las cosas técnicas. Preferiría ir con ellos.<br />
—Bueno, podrás oír lo que digan: tendremos una radio abierta entre ambos coches.<br />
El segundo vehículo llegó. Tim y Lex entraron, y Ed Regís les siguió.<br />
—Éstos son coches eléctricos —explicó—. Guiados por un cable.<br />
Tim estaba contento de haberse sentado en el asiento de delante porque, montadas en<br />
el tablero de instrumentos, había dos pantallas de computadora y una caja que le pareció<br />
que era una «CD-ROM»: un reproductor de discos grabados por láser, controlado por<br />
ordenador. También había un trasmisor-receptor portátil y una especie de trasmisor de<br />
radio. Vio dos antenas en el techo y unas extrañas gafas en el bolsillo para mapas.<br />
Los negros cerraron, y aseguraron, las portezuelas del Crucero de Tierra. Con un<br />
zumbido de motor eléctrico, el vehículo se puso en marcha. Allá adelante, los tres<br />
científicos y Gennaro estaban hablando y señalando, resultando claro que estaban<br />
excitados. Ed Regis dijo:<br />
—Oigamos lo que están diciendo. —Se oyó el chasquido de un intercomunicador.<br />
—No sé qué demonios piensa usted que está haciendo aquí —decía la voz de Gennaro<br />
a través del intercomunicador. Parecía muy enfadado.<br />
—Sé muy bien por qué estoy aquí —contestó Malcolm.<br />
—Está aquí para asesorarme, no para jugar re-malditos juegos intelectuales. Tengo el<br />
cinco por ciento de esta compañía y la responsabilidad de asegurarme de que Hammond<br />
haya hecho su trabajo en forma responsable. Ahora bien, usted malditamente viene<br />
aquí...<br />
Ed Regis apretó el botón del intercomunicador y dijo:<br />
De acuerdo con las normas sobre anticontaminación del Parque Jurásico, estos<br />
livianos Cruceros de Tierra eléctricos fueron especialmente construidos para nosotros por<br />
«Toyota», en Osaka Albergamos la esperanza de que, con el tiempo, nos podamos<br />
desplazar libremente en automóvil normal entre los animales, exactamente como lo hacen<br />
en los parques africanos, pero, por ahora, reclínense en sus asientos y disfruten de la<br />
excursión guiada en forma automática. —Vaciló, y después dijo—: Ah, a propósito, aquí<br />
atrás podemos oírles.<br />
—¡Oh, Cristo! —dijo Gennaro—. Tengo que poder hablar con libertad. Yo no pedí que<br />
vinieran esos malditos niños...<br />
Ed Regis compuso una sonrisa como para congraciarse, y apretó un botón:<br />
—Será mejor que empecemos con el espectáculo, ¿no les parece?<br />
Oyeron un toque de trompetas y en las pantallas interiores destelló BIENVENIDOS AL<br />
<strong>PARQUE</strong> <strong>JURÁSICO</strong>. Una sonora voz dijo:<br />
—Bienvenidos al Parque Jurásico. En estos momentos están entrando en el mundo<br />
perdido del pasado prehistórico, en un mundo de poderosos seres desaparecidos hace<br />
mucho de la faz de la Tierra, mundo que ustedes tienen el privilegio de ver por vez<br />
primera.<br />
—Ése es Richard Kiley (12), —informó Ed Regis—. No reparamos en gastos.<br />
El Crucero pasó a través de una arboleda de palmeras bajas y rechonchas. Richard<br />
Kiley estaba diciendo:<br />
—Observen, antes que nada, la notable vida vegetal que les rodea: esos árboles que<br />
tienen a la izquierda y a la derecha se denominan cicadíneas, los predecesores<br />
prehistóricos de las palmeras (13). Las cicadíneas eran el alimento favorito de los<br />
dinosaurios. También pueden ver bennettitales y gingkos. El mundo del dinosaurio