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PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas

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—Es probable que ustedes quieran saber qué va a pasar después —estaba diciendo<br />

Hammond, mientras seguía bajando por el sendero—. Hemos organizado para ustedes<br />

una visita completa a las instalaciones, y un viaje para que vean a los dinosaurios en el<br />

parque más tarde, después del mediodía. Me reuniré con ustedes para cenar y<br />

responderé entonces a cualquier pregunta que quieran hacer. Ahora, si van con el señor<br />

Regís...<br />

El grupo siguió a Ed Regís hasta los edificios más cercanos. Sobre el sendero, un<br />

cartel burdo, pintado a mano, rezaba: «Bienvenidos al Parque Jurásico.»<br />

TERCERA ITERACIÓN<br />

Los detalles surgen con más claridad a medida que se vuelve a trazar la curva fractal.<br />

IAN MALCOLM<br />

<strong>PARQUE</strong> <strong>JURÁSICO</strong><br />

Entraron en un túnel verde de palmeras que se arqueaban en lo alto; ese túnel<br />

conducía hacia el edificio principal para visitantes. Por todas partes, plantíos extensos y<br />

desarrollados acentuaban la sensación de que estaban entrando en un mundo nuevo, un<br />

mundo tropical prehistórico, y que dejaban atrás el normal.<br />

Ellie le comentó a Grant:<br />

—Tienen muy buen aspecto.<br />

—Sí —asintió Grant—. Quiero verlos de cerca. Quiero levantarles las almohadillas de<br />

los dedos de las patas, inspeccionarles las garras, palparles la piel y abrirles las<br />

mandíbulas para mirarles los dientes. Hasta que llegue ese momento, no estaré seguro.<br />

Pero sí, tienen buen aspecto.<br />

—Supongo que esto cambia un poquito su campo de trabajo —terció Malcolm.<br />

Grant asintió.<br />

—Lo cambia todo —dijo.<br />

Durante ciento cincuenta años, aun desde el descubrimiento de gigantescos huesos de<br />

animales en Europa, el estudio de los dinosaurios había sido un ejercicio de deducción<br />

científica. La paleontología era, esencialmente, un trabajo de pesquisa, que buscaba<br />

indicios en los huesos fósiles y en las huellas dejadas por esos gigantes desaparecidos<br />

hacía tanto tiempo. Los mejores paleontólogos eran aquellos que podían extraer las<br />

deducciones más inteligentes.<br />

Y todas las grandes disputas de la paleontología discurrían de esa manera, incluyendo<br />

el áspero debate relativo a si los dinosaurios eran animales de sangre caliente. Debate en<br />

el que Grant fue figura clave.<br />

Los científicos siempre habían clasificado a los dinosaurios como reptiles, seres de<br />

sangre fría que cogían de su ambiente el calor que necesitaban para la vida. Un mamífero<br />

podía metabolizar alimento para producir calor corporal, pero un reptil no. Al final, un<br />

puñado de investigadores, encabezados principalmente por John Ostrom y Robert Baker,<br />

de Yale, empezó a sospechar que el concepto de dinosaurios de sangre fría, de<br />

movimientos lentos, era inadecuado para explicar el registro fósil. En forma deductiva<br />

clásica, extrajeron conclusiones a partir de varias líneas de evidencias.<br />

Primero estaba la postura: las lagartijas y los reptiles eran animales que caminaban<br />

tendidos en el suelo, con las extremidades dobladas y abrazando el suelo para obtener<br />

calor. Las lagartijas no tenían la energía suficiente para mantenerse sobre las patas<br />

traseras más que unos pocos segundos. Pero los dinosaurios se erguían sobre patas<br />

rectas, y muchos caminaban erectos sobre las patas traseras. Entre los animales

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