PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas
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El helicóptero empezó a bajar y, de inmediato, quedaron envueltos en la niebla. A<br />
través de los auriculares, Grant oía un bip-bip electrónico, pero no veía nada en absoluto;<br />
después empezó a distinguir débilmente las ramas verdes de los pinos, que se extendían<br />
hacia ellos por entre la neblina. Algunas de las ramas estaban cerca. El helicóptero<br />
proseguía su descenso.<br />
—¿Qué diablos está haciendo? —se inquietó Malcolm, pero nadie respondió.<br />
El piloto desplazó su atenta mirada hacia la izquierda; después, hacia la derecha,<br />
observando el bosque de pinos. Los árboles seguían estando próximos. El helicóptero<br />
descendía con rapidez.<br />
—Ciento cincuenta metros... Ciento veinte metros...<br />
—¡Jesús! —exclamó Malcolm.<br />
—Noventa metros... Sesenta metros...<br />
El bip-bip era cada vez más intenso. Grant miró al piloto: estaba concentrado.<br />
—Treinta metros... Quince metros...<br />
Grant echó un vistazo hacia abajo y vio una gigantesca cruz fluorescente por debajo de<br />
la burbuja de plexiglás, a sus pies. Había luces intermitentes en las esquinas de la cruz. El<br />
piloto hizo una leve corrección y tocó tierra en un helipuerto. El sonido de los rotores fue<br />
disminuyendo y murió.<br />
Grant suspiró y se desabrochó el cinturón de seguridad.<br />
—Tenemos que bajar de prisa, por allí —urgió Hammond—, debido al viento. A<br />
menudo hay fuertes vientos en esta cumbre y..., bueno, estamos a salvo.<br />
Alguien corría hacia el helicóptero: un hombre con una gorra de béisbol y cabello rojo.<br />
Abrió la puerta de un empujón y dijo con alegría:<br />
—Hola, soy Ed Regis. Bienvenidos a Isla Nubla. Y vigilen dónde pisan, por favor.<br />
Un estrecho sendero formaba una espiral descendente alrededor de la colina. El aire<br />
era frío y húmedo. A medida que descendían, la neblina que los rodeaba se hacía menos<br />
espesa, y Grant pudo ver mejor el paisaje: parecía, más bien —pensaba— como el<br />
Noroeste del Pacífico, la Península Olímpica.<br />
—La ecología primaria es bosque pluvial de caducifolias —explicó Ed Regis—.<br />
Bastante diferente de la vegetación de tierra firme, que es una pluviselva más clásica.<br />
Pero éste es un microclima que sólo se produce en altura, sobre las laderas de las colinas<br />
del Norte. La mayor parte de la isla es tropical.<br />
Bien abajo, podían ver los techos blancos de grandes edificios, acurrucados entre la<br />
vegetación. Grant estaba sorprendido: la construcción era compleja. Bajaron aún más,<br />
saliendo de la bruma, y entonces pudo ver toda la extensión de la isla, que se prolongaba<br />
hacia el Sur. Tal como Hammond había dicho, estaba cubierta principalmente de un<br />
bosque lluvioso.<br />
Hacia el Sur, elevándose sobre las palmeras, Grant vio un tronco solitario totalmente<br />
desprovisto de hojas: nada más que un tocón grande y curvado. Entonces, el tocón se<br />
movió y giró para hacer frente a los recién llegados. Grant se dio cuenta de que no estaba<br />
viendo un tronco en absoluto.<br />
Estaba viendo el cuello garboso, encorvado, de un ser enorme, que se alzaba hasta<br />
una altura de quince metros.<br />
Estaba viendo un dinosaurio.<br />
BIENVENIDA<br />
—Dios mío... —murmuró Ellie. Todos tenían la vista fija en el animal que sobresalía por<br />
encima de los árboles—. ¡Dios mío!