PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas
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Aparentemente, «InGen» había decidido intentarlo.<br />
—Lo que han hecho —dijo Dodgson— ha sido construir la más grande atracción<br />
turística, concentrada en un solo sitio, de la historia del mundo. Como ya saben, los<br />
zoológicos gozan de suma popularidad: el año pasado fue mayor la cantidad de<br />
norteamericanos que visitaron zoológicos que la cantidad de los que fueron a todos los<br />
juegos profesionales de béisbol y rugby juntos. Y a los japoneses les encantan los<br />
zoológicos: hay cincuenta en Japón y se están construyendo más. Y, por este zoológico,<br />
«InGen» puede cobrar lo que quiera: dos mil dólares por día, diez mil dólares por día... —<br />
Hizo una pausa—: Y después está la cuestión de la comercialización derivada: los libros,<br />
las camisetas, los videojuegos, las gorras, los muñecos de paño, las revistas de<br />
historietas y las mascotas.<br />
—¿Mascotas?<br />
—Claro: si «InGen» puede hacer dinosaurios de tamaño real, también los puede hacer<br />
de tamaño pigmeo, para que sirvan como mascotas domésticas. ¿Qué niño no querría un<br />
dinosaurio pequeño como mascota? Un animalito patentado de propiedad exclusiva del<br />
niño. «InGen» vendería millones. E «InGen» los elaboraría genéticamente de manera que<br />
esas mascotas únicamente comieran alimento para dinosaurios elaborado por «InGen»...<br />
—¡Jesús! —exclamó alguien.<br />
—Exactamente —acotó Dodgson—. El zoológico es la parte central de una enorme<br />
empresa.<br />
—¿Dijo usted que esos dinosaurios estarán patentados?<br />
—Sí. Ahora los animales creados por ingeniería genética se pueden patentar. El<br />
Tribunal Supremo falló al respecto en favor de Harvard, en 1987. «InGen» será propietaria<br />
de los dinosaurios y, legalmente, nadie más los puede elaborar.<br />
—¿Qué nos impide crear nuestros propios dinosaurios? —preguntó alguien.<br />
—Nada, salvo que ellos nos llevan una delantera de cinco años. Será casi imposible<br />
ponerse a la par antes de fin de siglo.<br />
Hizo una pausa, y prosiguió:<br />
—Naturalmente, si pudiéramos conseguir muestras de sus dinosaurios, podríamos<br />
analizarlos mediante nuestra ingeniería retrospectiva y hacer los nuestros propios, con<br />
suficientes modificaciones en el ADN como para evitar las patentes de «InGen».<br />
—¿Podemos conseguir ejemplos de sus dinosaurios?<br />
Dodgson se detuvo un instante, y después asintió:<br />
—Yo creo que podemos, sí.<br />
Alguien se aclaró la garganta:<br />
—No habrá nada ilegal en ello...<br />
—¡Oh, no! —se apresuró a afirmar Dodgson—. Nada ilegal. Estoy hablando de una<br />
legítima fuente de su ADN: un empleado disgustado, o algunos desperdicios eliminados<br />
de manera inadecuada, o algo por el estilo.<br />
—¿Tiene usted una fuente legítima, doctor Dodgson?<br />
—La tengo. Pero temo que hay cierta urgencia en cuanto a la decisión, porque<br />
«InGen» está experimentando una pequeña crisis, y mi fuente tendrá que actuar dentro<br />
de las veinticuatro próximas horas.<br />
Un prolongado silencio cayó sobre la sala. Los hombres miraron a la secretaria, que<br />
tomaba notas, y al grabador colocado sobre la mesa que estaba frente a ella.<br />
—No veo la necesidad de llegar a una resolución formal respecto de esto —prosiguió—<br />
. Nada más que lo que siente la sala, en el sentido de si ustedes opinan que debo seguir<br />
adelante...<br />
Con lentitud, las cabezas se movieron en señal de aprobación.<br />
—Gracias por venir, señores —concluyó—. A partir de este momento me hago cargo<br />
yo.