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PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas

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—Nada. Porque... todo se ve diferente... al otro lado.<br />

Y sonrió.<br />

DESCENSO<br />

—Usted está loca —le dijo Gennaro a Ellie Sattler, al observar cómo se metía hacia<br />

atrás, comprimiéndose contra las paredes de aquel agujero de conejera, extendiendo los<br />

brazos hacia delante—. ¡Ha de estar loca para hacer eso!<br />

La joven sonrió:<br />

—Probablemente —contestó.<br />

Tendió hacia delante las manos, que tenía muy abiertas, y se impulsó hacia atrás<br />

apoyándose en los lados del agujero. Y, de repente, desapareció.<br />

El agujero estaba abierto en un bostezo negro.<br />

Gennaro empezó a sudar. Se volvió hacia Muldoon, que estaba de pie al lado del jeep:<br />

—No voy a hacerlo —anunció.<br />

—Sí lo hará.<br />

—No puedo hacerlo. No puedo.<br />

—Le están esperando —declaró Muldoon—. Tiene que hacerlo.<br />

—Sólo Cristo sabe lo que hay allá abajo. Se lo digo: no puedo hacerlo.<br />

—Tiene que poder.<br />

Gennaro se volvió, miró el agujero, miró hacia atrás.<br />

—No puedo. Usted no me puede obligar.<br />

—Supongo que no —aceptó Muldoon. Sostenía en alto la picana de acero inoxidable—<br />

. ¿Ha sentido alguna vez el efecto de una picana?<br />

—No.<br />

—No hace gran cosa; casi nunca es fatal. Por lo general, produce inconsciencia.<br />

Quizás haga que se aflojen los intestinos. Pero, por lo común, no produce efectos<br />

permanentes. No en los dinos, por lo menos. Ahora, en cuanto a personas, que son<br />

mucho más pequeñas...<br />

Gennaro miró la picana.<br />

—Usted no lo haría.<br />

—Creo que es mejor que baje y cuente esos animales —sugirió Muldoon—. Y es mejor<br />

que se dé prisa.<br />

Gennaro miró el agujero que estaba a sus espaldas a la abertura negra, una boca en la<br />

tierra. Después miró a Muldoon, que estaba ahí en pie, grande e implacable.<br />

Gennaro estaba sudando y la cabeza le daba vueltas. Empezó a caminar hacia el<br />

agujero: desde cierta distancia parecía pequeño, pero a medida que uno se acercaba<br />

parecía hacerse más grande.<br />

—Eso es —dijo Muldoon.<br />

Gennaro se metió de espaldas en el agujero, pero empezó a sentirse demasiado<br />

atemorizado para seguir de esa manera. La idea de entrar de espaldas en lo desconocido<br />

le llenaba de pavor, así que, en el último momento, se volvió y entró en el agujero<br />

metiendo primero la cabeza, extendiendo los brazos hacia delante e impulsándose con los<br />

pies porque, por lo menos, vería dónde iba. Se colocó la máscara antigás.<br />

Y, de repente, se precipitó hacia delante, deslizándose hacia la negrura, viendo las<br />

paredes de tierra desaparecer en la oscuridad que tenía delante y, después, las paredes<br />

se hicieron más estrechas, mucho más estrechas, aterradoramente estrechas, y se perdió<br />

en el dolor de una compresión asfixiante que cada vez se hacía peor, que le aplastaba los<br />

pulmones extrayéndole el aire, y sólo fue nebulosamente consciente de que el túnel se<br />

ladeaba levemente hacia arriba, a lo largo, trasladando su cuerpo, dejándolo jadeante y<br />

viendo puntos ante los ojos, y el dolor se hizo extremo.

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