PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas
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Grant tenía el receptor y llevaba los auriculares. Muldoon conducía. El vehículo iba<br />
dando tumbos por el camino principal, en dirección al Sur. Gennaro se volvió hacia Grant<br />
y dijo:<br />
—¿Cómo es?, me refiero al nido.<br />
—Nadie lo sabe.<br />
—Pero creí que usted los había desenterrado.<br />
—Desenterré nidos fósiles de dinosaurio. Pero todos los fósiles están distorsionados<br />
por el paso de milenios. Hemos elaborado algunas hipótesis, algunas suposiciones, pero<br />
nadie sabe realmente cómo eran los nidos.<br />
Grant estaba atento a las señales auditivas electrónicas, y le hizo a Muldoon una señal<br />
para que se dirigiera más hacia el Oeste. Cada vez parecía más evidente que Ellie estaba<br />
en lo cierto: el nido estaba en los terrenos volcánicos del Sur.<br />
Grant meneó la cabeza.<br />
—Tienes que percatarte de una cosa: no sabemos todos los detalles acerca de la<br />
conducta de anidación de los reptiles vivientes, como, por ejemplo, los cocodrilos y los<br />
caimanes o aligátores. Resultan unos animales difíciles de estudiar.<br />
Pero sí se sabía que, en el caso de los caimanes americanos, sólo las hembras vigilan<br />
el nido, aguardando el momento de la eclosión de los huevos. El caimán macho se pasa<br />
muchos días, al principio de la primavera, tumbado al lado de la hembra, formando pareja,<br />
soplándole burbujas en los carrillos para lograr que se muestre receptiva, consiguiendo al<br />
fin que levante la cola y le permita insertar su pene. Para cuando la hembra construye el<br />
nido, unos dos meses después, el macho hace ya mucho tiempo que se ha marchado.<br />
Las hembras vigilan ferozmente su nido en forma de cono y de un metro de altura, y<br />
cuando las crías empiezan a chillar y salir del cascarón, la hembra les ayuda a romper los<br />
huevos y los empuja hacia el agua, en ocasiones llevándolos en la boca.<br />
—¿Así que los caimanes adultos protegen a las crías?<br />
—Sí —replicó Grant—. Y existe una especie de protección en grupo. Los caimanes<br />
jóvenes emiten un distintivo grito de alarma, y esto hace acudir en su ayuda a cualquier<br />
adulto que lo oiga, ya se trate o no de sus padres, realizando un ataque completo y de<br />
gran violencia. No es una exhibición de amenzaj Constituye un ataque en toda regla.<br />
—¡Oh...!<br />
Gennaro se quedó en silencio.<br />
—Pero los dinos no son reptiles —dijo Muldoon lacónicamente.<br />
—Exactamente. Las pautas de anidamiento de los dinosaurios podrían estar mucho<br />
más emparentadas con las que exhiben diversos pájaros.<br />
—Así que lo que usted realmente quiere decir es que no sabe —dijo Gennaro,<br />
empezando a sentirse molesto—, que no sabe cómo es el nido.<br />
—Así es —convino Grant—. No lo sé.<br />
—Bueno —comentó Gennaro—, ¡los malditos expertos son una gran cosa!<br />
Grant pasó por alto la observación: ya podía oler el azufre y, allá adelante, vio el vapor<br />
ascendente de los terrenos volcánicos.<br />
El suelo está caliente, pensaba Gennaro mientras avanzaba. Estaba realmente<br />
caliente. Y aquí y allá el barro burbujeaba y saltaba en chorros desde el suelo. Y el vapor<br />
sulfuroso, fétido, siseaba formando grandes surtidores que le llegaban hasta el hombro.<br />
Se sentía como si estuviera caminando por el infierno.<br />
Miró a Grant, que caminaba con los auriculares puestos, prestando atención a las<br />
señales audibles. Grant, con sus botas, sus pantalones vaqueros y su camisa hawaiana,<br />
aparentemente muy fresco. Gennaro no se sentía fresco: estaba asustado de estar en ese<br />
lugar hediondo, infernal, con los velocirraptores dando vueltas por alguna parte. No<br />
entendía cómo Grant podía mantenerse tan tranquilo.