PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas
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Muldoon negó con la cabeza.<br />
—Bueno, consiga lo que pueda.<br />
Muldoon se alejó. Grant se volvió hacia Gennaro, y dijo:<br />
—Su isla es un revoltijo, señor Gennaro. Su experimento es un revoltijo. Hay que hacer<br />
una limpieza. Pero no se puede hacer mientras no conozcamos la amplitud del revoltijo. Y<br />
eso significa hallar los nidos que haya en la isla. En especial, los de raptor. Están ocultos.<br />
Tenemos que encontrarlos, inspeccionarlos y contar los huevos. Tenemos que justificar<br />
cada animal nacido en esta isla. Después, podemos quemarla hasta los cimientos. Pero<br />
primero tenemos un trabajito que hacer.<br />
Ellie estaba mirando el mapa mural, que ahora mostraba los predios de los animales.<br />
Tim estaba trabajando en el teclado. Ellie señaló el mapa:<br />
—Los velocirraptores están localizados en la zona sur, allá donde están los terrenos<br />
con salidas de vapor volcánico. Quizá les gusta lo cálido.<br />
—¿Hay algún sitio para esconderse ahí abajo?<br />
—Resulta ser que sí —repuso Ellie—: hay enormes sistemas para abastecimiento de<br />
agua, con el objeto de controlar las inundaciones de las llanuras del Sur. Una zona<br />
subterránea grande. Agua y sombra.<br />
—Entonces ahí es donde estarán.<br />
—Creo que también hay una entrada desde la playa —añadió Ellie. Se volvió hacia las<br />
consolas y dijo—: Tim, muéstranos la vista en corte del sistema de agua.<br />
Tim no estaba escuchando.<br />
—¿Tim?<br />
El niño estaba encorvado sobre el teclado:<br />
—Un momento: he encontrado algo.<br />
—¿Qué es?<br />
—Es un depósito que no figura en la lista. No sé qué hay ahí.<br />
—Entonces, podría haber armas —dijo Grant.<br />
Todos estaban detrás del edificio de mantenimiento, abriendo la cerradura de una<br />
cortina de acero, levantándola bajo la luz del día, para revelar escalones de hormigón que<br />
descendían hacia la tierra.<br />
—¡Maldito Arnold! —masculló Muldoon, mientras bajaba cojeando los escalones—.<br />
Debía de saber durante todo este tiempo que esto estaba aquí.<br />
—Quizá no —dijo Grant—. No intentó venir hacia aquí.<br />
—Pues entonces Hammond lo sabía. Alguien lo sabía.<br />
—¿Dónde está Hammond ahora?<br />
—En el pabellón todavía.<br />
Llegaron al pie de la escalera y se toparon con hileras de máscaras antigás colgadas<br />
de la pared, dentro de recipientes de plástico. Dirigieron el haz de luz de sus linternas<br />
hacia lo más profundo de la habitación, y vieron varios cubos de vidrio espeso, de sesenta<br />
centímetros de altura, que tenían tapones de acero. Dentro de los cubos, Grant pudo ver<br />
pequeñas esferas oscuras: «es como estar en una habitación llena de granos gigantes de<br />
pimienta», pensó.<br />
Muldoon abrió la tapa de uno de los cubos, metió el brazo, hurgó y sacó una esfera. Le<br />
dio vueltas a la luz, frunciendo el entrecejo:<br />
—Qué les parece...<br />
—¿Qué es? —preguntó Grant.<br />
—MORO-12: es un gas neurotóxico que actúa por inhalación. Esto son granadas.<br />
Montones y montones de granadas.<br />
—Empecemos —dijo Grant, con tono sombrío.