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PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas

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La coriácea piel de reptil tocó la cara de Tim, las garras le desgarraron la camisa y él<br />

cayó de espaldas, aullando de terror.<br />

—¡Timmy! —gritó Lex.<br />

Tim logró ponerse de pie otra vez. El velocirraptor bebé estaba sentado sobre su<br />

hombro, gorjeando y chillando por el pánico. Tim y Lex estaban en la guardería blanca<br />

redonda. Había juguetes en el suelo: una pelota amarilla que rodaba, una muñeca, un<br />

sonajero de plástico.<br />

—Es el raptor bebé —dijo Lex, señalando el animal que aferraba el hombro de Tim.<br />

El pequeño velocirraptor hundió la cabeza en el cuello de Tim. «El pobrecito<br />

probablemente está muerto de hambre», pensó éste.<br />

Lex se acercó más y el bebé le saltó al hombro. Se frotó contra el cuello de la niña:<br />

—¿Por qué hace eso? —preguntó Lex—. ¿Tiene miedo?<br />

—No lo sé —contestó Tim.<br />

Le pasó el raptor de vuelta a Tim: el animalito estaba gorjeando y chillando, y saltando<br />

sin cesar en el hombro del chico, presa de la excitación. Seguía mirando a su alrededor,<br />

la cabeza se movía con rapidez. No había dudas al respecto: el bebé estaba excitado y...<br />

—Tim —musitó Lex.<br />

La puerta que daba al pasillo no se había cerrado detrás de ellos, cuando entraron en<br />

la guardería: ahora, los velocirraptores grandes estaban entrando. Primero uno, después<br />

un segundo, y gruñían.<br />

Claramente agitado, el bebé gorjeaba y saltaba sobre el hombro de Tim, que sabía que<br />

tenía que escapar. A lo mejor, el bebé los entretendría; después de todo, era un bebé<br />

velocirraptor. Se quitó el animalito del hombro y lo arrojó al otro lado de la sala, donde<br />

aterrizó a los pies de los animales más grandes. El bebé correteó entre las patas de los<br />

adultos. El primer raptor bajó el hocico y olfateó con delicadeza al bebé.<br />

Tim tomó la mano de Lex y la arrastró hacia lo más profundo de la guardería. Tenía<br />

que hallar una puerta, una manera de salir...<br />

Se oyó un penetrante chillido: Tim miró hacia atrás, para ver al bebé en las mandíbulas<br />

del adulto. Un segundo velocirraptor se adelantó y tironeó de las patitas del bebé, tratando<br />

de arrancarlo de la boca del primer adulto. Los dos raptores peleaban por el bebé,<br />

mientras el animalito chillaba. La sangre salpicó con grandes gotas el piso.<br />

—Se lo comen —dijo Lex.<br />

Los animales lucharon por los restos del bebé. Se erguían sobre las patas traseras,<br />

encrespados, y se daban topetazos con la cabeza. Tim encontró una puerta sin traba y<br />

pasó por ella, arrastrando a Lex detrás de sí.<br />

Estaban en otra sala y, por el intenso fulgor verde, se dio cuenta de que estaban en el<br />

abandonado laboratorio para extracción de ADN, las hileras de microscopios<br />

estereoscópicos abandonados, las pantallas de alta resolución mostrando imágenes de<br />

insectos congelados, gigantescas en blanco y negro: las moscas y los jejenes que habían<br />

picado a los dinosaurios millones de años atrás, succionando la sangre que ahora se<br />

había usado para volver a crear dinosaurios en el parque.<br />

Corrieron por el laboratorio, y Tim pudo oír los bufidos y gruñidos de los raptores, que<br />

les perseguían, que se acercaban y, entonces, Tim fue a la parte de atrás del laboratorio y<br />

pasó por una puerta que debía de tener una alarma, porque en el estrecho corredor una<br />

sirena intermitente sonaba de modo penetrante, y las luces que estaban en el techo<br />

destellaban encendiéndose y apagándose. Al correr por el pasillo, Tim quedaba envuelto<br />

por la oscuridad, después por la luz otra vez, después por la oscuridad. Por encima del<br />

sonido de la alarma, oía a los raptores resoplar mientras les perseguían. Lex lloriqueaba y<br />

gemía. Más adelante, Tim vio otro puerta, con la indicación azul de peligro biológico, se<br />

lanzó contra ella, y la abrió de un empujón, pasó a través de ella y, de repente, chocó con<br />

algo grande y Lex lanzó un chillido de terror.<br />

—Calma, chicos —dijo una voz.

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