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PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas

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Pel.ExplosiónIncendio PrincipalEsquemáticos Seguridad/Salud<br />

—Es mejor que no te metas, Timmy —dijo Lex.<br />

—No te preocupes, no lo haré.<br />

Tim ya había visto antes ordenadores complicados, como los que estaban instalados<br />

en los edificios en los que trabajaba su padre. Esos ordenadores lo controlaban todo,<br />

desde los ascensores y la seguridad hasta los sistemas de calefacción y refrigeración.<br />

Básicamente, tenían el aspecto de éste, un montón de rótulos de colores pero eran más<br />

simples. Y casi siempre había un rótulo de ayuda, si hacía falta aprender cómo actuaba el<br />

sistema. Pero aquí no vio nada semejante. Volvió a mirar, para estar seguro.<br />

Pero, en ese momento, vio algo más: cifras que titilaban y cambiaban en el extremo<br />

superior izquierdo de la pantalla. Rezaban 10.47.22. Entonces, se dio cuenta de que era<br />

la hora. ¡Eran las 10:47! Sólo quedaban trece minutos antes de que el barco... Pero ahora<br />

estaba más preocupado por la gente del pabellón.<br />

Hubo un restallar de estática. Se volvió y allí estaba Lex, con una radio, haciendo girar<br />

los botones y diales.<br />

—¿Cómo funciona? —dijo—. No puedo hacer que funcione.<br />

—¡Dámela!<br />

—¡Es mía! ¡Yo la encontré!<br />

—¡Dámela, Lex!<br />

—¡Yo lo usaré primero!<br />

De repente, la radio chasqueó:<br />

—¡Qué demonios está pasando! —dijo la voz de Muldoon.<br />

Sorprendida, Lex la dejó caer al suelo.<br />

Grant se agazapó, poniéndose en cuclillas entre las palmeras. A través de la bruma<br />

que había delante pudo ver a los velocirraptores saltando y gruñendo y golpeando con la<br />

cabeza contra el vidrio, del centro de visitantes. Pero, entre gruñidos, se quedaban en<br />

silencio y levantaban la cabeza, como si estuvieran escuchando algo distante. Y después<br />

producían sonidos parecidos a gemiditos.<br />

—¿Qué están haciendo? —preguntó Gennaro.<br />

—Parece que están tratando de meterse en el restaurante.<br />

—¿Qué hay en el restaurante?<br />

—Dejé a los chicos allí...<br />

—¿Pueden romper ese vidrio?<br />

—No lo creo, no.<br />

Grant observaba y, ahora, oyó el chasquido de una radio lejana, y los reptiles<br />

empezaron a brincar con mayor agitación. Uno después de otro, comenzaron a saltar<br />

cada vez más alto, hasta que, por fin, Grant vio que el primero de ellos saltaba ágilmente<br />

hasta el balcón del segundo piso y, desde ahí, entraba en el centro de visitantes.<br />

En la sala de control, en el segundo piso, Tim arrebató la radio que Lex había dejado<br />

caer. Apretó el botón:<br />

—¡Hola! ¡Hola!<br />

—¿...s tú, Tim? —Era la voz de Muldoon.<br />

—Soy yo, sí.<br />

—¿Dónde estás?<br />

—En la sala de control. ¡Ha vuelto la corriente!<br />

—Eso es grandioso, Tim —dijo Muldoon.

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