PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas
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dependiente de una sustancia de su dieta, al retirar una enzima. Pero, en general, los<br />
efectos relativos a la conducta sencillamente estaban más allá del alcance del<br />
entendimiento: no se podía ver la secuencia del ADN y predecir la conducta. Era<br />
imposible.<br />
Y eso había hecho del trabajo de Wu con el ADN algo puramente empírico: cuestión de<br />
parchear aquí y allá, como un artesano moderno podría reparar un antiguo reloj de<br />
péndulo. Había que lidiar con algo surgido del pasado, algo hecho con materiales<br />
antiguos y obedecía a reglas antiguas. No se podía tener la certeza de por qué<br />
funcionaba del modo en que lo hacía; y ya había sido reparado y modificado muchas<br />
veces por las fuerzas de la evolución en el transcurso de eones. Así que, al igual que el<br />
artesano que hace un ajuste y después ve si el reloj funciona mejor, Wu hacía un ajuste y<br />
después veía si los animales se conducían mejor. Y únicamente trataba de corregir los<br />
aspectos más obvios de la conducta: las embestidas incontroladas contra las cercas<br />
eléctricas o el frotamiento de la piel contra troncos, hasta quedar en carne viva. Ésas eran<br />
las conductas que le llevaban de vuelta al tablero de dibujo.<br />
Y los límites de su ciencia le habían dejado con una misteriosa sensación en cuanto a<br />
los dinosaurios del parque: nunca estaba seguro, nunca realmente seguro, en absoluto,<br />
de si la conducta de los animales era históricamente exacta o si no lo era. ¿Se estaban<br />
conduciendo como lo habían hecho en el pasado? Era una pregunta no respondida y, en<br />
última instancia, incontestable.<br />
Y aunque Wu nunca lo admitiría, el descubrimiento de que los dinosaurios se estaban<br />
reproduciendo representaba una tremenda ratificación de su obra. Un animal que se<br />
reproducía era demostrablemente eficaz, y de manera fundamental: quería decir que Wu<br />
había montado todas las piezas en forma correcta; que había recreado un animal de<br />
millones de años de antigüedad, y que lo había hecho con tal precisión que ese ser hasta<br />
se podía reproducir.<br />
Pero, así y todo, al mirar a los raptores de ahí fuera, le preocupaba la persistencia de la<br />
conducta: los velocirraptores eran inteligentes, y los animales inteligentes se aburrían con<br />
rapidez. Los animales inteligentes también hacían planes, y...<br />
Harding salió al pasillo, saliendo de la habitación de Malcolm:<br />
—¿Dónde está Ellie?<br />
—Todavía fuera.<br />
—Es mejor que la haga entrar. Los raptores abandonaron el tragaluz.<br />
—¿Cuándo? —preguntó Wu, yendo hacia la puerta.<br />
—Hace unos minutos —contestó Harding.<br />
Wu abrió la puerta del frente.<br />
—¡Ellie! ¡Adentro, ahora!<br />
La joven le miró, perpleja.<br />
—No hay problema, todo está bajo control...<br />
—¡Ahora!<br />
Ellie negó con la cabeza.<br />
—Sé lo que estoy haciendo —dijo.<br />
—¡Ahora, Ellie, maldición!<br />
Muldoon fue hacia la puerta, saltando sobre su pierna sana:<br />
no le gustaba que Wu estuviera ahí, con la puerta abierta, y estaba a punto de<br />
decírselo, cuando vio una sombra descender desde lo alto, y de inmediato se dio cuenta<br />
de lo que ocurría: el raptor había saltado desde el techo. Y, en ese momento, Wu fue<br />
literalmente arrancado de la puerta y Muldoon vio a Ellie que gritaba. Llegó hasta la puerta<br />
y miró hacia fuera, para ver que Wu estaba tendido de espaldas, el cuerpo ya abierto por<br />
un profundo tajo atestado por la enorme garra, y el animal estaba tirando la cabeza hacia<br />
atrás en forma espasmódica, tironeando de los intestinos de Wu, aun cuando Wu todavía<br />
estaba vivo, estirando todavía débilmente los brazos para quitarse de encima la cabezota: