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PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas

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—¡No puedo verlo! —aulló la niña, y fue entonces cuando Tim se dio cuenta de que su<br />

hermana no utilizaba las lentes.<br />

—¡Búscala al tacto!<br />

Vio la manita que se tendía hacia arriba, tocando su propia mano, buscando a tientas el<br />

pasador y, al tener a su hermana tan próxima, pudo sentir cuan asustada estaba, la<br />

respiración entrecortada en cortos jadeos de pánico, mientras palpaba en busca del<br />

pasador, y el velocirraptor se arrojaba contra la puerta y la abría —Dios, la abría—, pero<br />

el animal no lo esperaba y ya se había retirado hacia atrás para hacer otro intento y Tim<br />

volvió a cerrar de un portazo. Lex, arrastrándose sobre manos y piernas, tendió la mano<br />

en la oscuridad:<br />

—¡Lo tengo! —gritó, aferrando el pasador en el puño crispado, y lo empujó a través del<br />

agujero. El pasador volvió a resbalar al suelo.<br />

—¡Desde arriba, ponlo desde arriba!<br />

La niña volvió a cogerlo, levantándolo sobre la cadena, balanceándolo sobre el tirador,<br />

y lo hizo bajar. Dentro del agujero.<br />

Trabada.<br />

El velocirraptor rugió. Tim y Lex se apartaron de la puerta, mientras el animal se volvía<br />

a lanzar contra ella con todo su peso. Ante cada impacto, las bisagras de la pesada<br />

puerta de acero crujían, pero aguantaban. Tim no creía que el animal pudiese abrirla.<br />

El raptor estaba encerrado.<br />

Tim lanzó un largo suspiro:<br />

—Vámonos —dijo.<br />

Tomó de la mano a Lex y corrieron.<br />

—Debería haberlos visto —dijo Gennaro, mientras Grant le guiaba para salir del edificio<br />

de mantenimiento.<br />

—Los vi.<br />

—Debía de haber unas dos docenas. Compis. Tuve que arrastrarme para entrar en el<br />

camión, para poder alejarme de ellos. Cubrían todo el parabrisas. Simplemente<br />

agachados, esperando como buitres. Pero escaparon cuando llegó usted.<br />

—Son carroñeros —dijo Grant—; no atacan nada que se esté moviendo o que parezca<br />

fuerte. Atacan cosas muertas, o casi muertas. En todo caso, cosas que no se muevan.<br />

Subían por la escalera, regresando a la puerta de entrada.<br />

—¿Qué le pasó al raptor que le atacó a usted? —preguntó Grant.<br />

—No lo sé.<br />

—¿Se fue?<br />

—No lo vi. Se alejó, creo que porque estaba herido. Creo que Muldoon le disparó en la<br />

pata, y estaba sangrando mientras estuvo aquí. Después... no sé. A lo mejor volvió a salir.<br />

A lo mejor murió aquí. No lo vi.<br />

—Y, a lo mejor, todavía está aquí —dijo Grant. Le echó un vistazo al reloj.<br />

Quedaban dieciséis minutos.<br />

Desde las ventanas del pabellón, Wu miraba a los raptores que estaban más allá de la<br />

cerca: todavía parecían estar jugando, llevando a cabo ataques fingidos contra Ellie. Esa<br />

conducta se mantenía hacía largo tiempo, y a Wu se le ocurrió que podría ser demasiado<br />

tiempo. Y eso le tenía perplejo, porque casi parecía como si los animales estuvieran<br />

tratando de retener la atención de Ellie, del mismo modo que ella trataba de retener la de<br />

ellos.<br />

La conducta de los dinosaurios siempre había sido un aspecto de menor importancia<br />

para Wu. Y con razón: la conducta era un efecto de segundo orden del ADN, como el<br />

arrollamiento de las proteínas. Realmente no se podía predecir la conducta, y realmente<br />

no se podía controlar, salvo en formas muy toscas, como la de hacer a un animal

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