PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas
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—¿A qué velocidad? —repitió Grant.<br />
—Deduzco que disponemos de otros diez, quince minutos antes de que se abran<br />
camino del todo y entren por el tragaluz en el edificio. Y una vez que estén adentro... Ah,<br />
un momento, doctor Grant.<br />
La radio cesó la transmisión con un clic.<br />
En el tragaluz que había sobre la cama de Malcolm, los velocirraptores habían<br />
masticado el primero de los barrotes de acero. Uno de los animales había aferrado el<br />
extremo del barrote y tirado de él con fuerza, doblándolo hacia atrás. Después, puso su<br />
poderosa pata trasera sobre el tragaluz; bruscamente, el vidrio se hizo añicos y los<br />
brillantes pedazos cayeron sobre la cama de Malcolm, que estaba debajo. Ellie extendió<br />
el brazo y quitó de las sábanas los fragmentos más grandes.<br />
—¡Dios, qué feos son! —exclamó Malcolm, mirando hacia arriba.<br />
Ahora que el vidrio estaba roto, podían oír los resoplidos y gruñidos de los raptores y el<br />
chirrido de sus dientes en el metal mientras mordían los barrotes. Había secciones<br />
adelgazadas de color plateado, en los sitios que habían masticado y su saliva espumosa<br />
había salpicado las sábanas y la mesilla de noche.<br />
—Al menos, no pueden entrar aún —trató de tranquilizarse Ellie—. No hasta que hayan<br />
roto otro barrote.<br />
—Si Grant pudiera llegar de alguna manera al cobertizo de mantenimiento... —suspiró<br />
Wu.<br />
—¡Al infierno! —gruñó Muldoon, que se desplazaba por la habitación cojeando con su<br />
tobillo dislocado—. No puede llegar ahí lo suficientemente rápido. No puede dar la<br />
corriente suficientemente rápido. No como para detener esto.<br />
—No —confirmó Wu, negando con la cabeza.<br />
Malcolm tosió:<br />
—Sí. —Su voz era suave, casi un jadeo.<br />
—¿Qué dijo? —preguntó Muldoon.<br />
—Sí —repitió Malcolm—. Puede...<br />
—¿Puede qué?<br />
—Distracción... —Se encogió, presa del dolor.<br />
—¿Qué clase de distracción?<br />
—Vayan a... la cerca...<br />
—¿Sí? ¿Y que hacemos?<br />
Malcolm sonrió débilmente:<br />
—Saquen... las manos a través de ella.<br />
—¡Oh, Cristo! —exclamó Muldoon, dándose vuelta.<br />
—Espere un momento —dijo Wu—. Tiene razón: sólo hay dos raptores aquí, lo que<br />
significa que hay cuatro más, por lo menos, ahí afuera. Podríamos salir y crear una<br />
distracción.<br />
—¿Y después qué?<br />
—Y después Grant tendría libertad para ir al edificio de mantenimiento y encender el<br />
generador.<br />
—¿Y después volver a la sala de control y hacer que arranque el sistema?<br />
—Exactamente.<br />
—No hay tiempo —objetó Muldoon—. No hay tiempo.<br />
—Pero sí podemos atraer a los raptores aquí abajo —dijo Wu, quizás hasta alejarlos de<br />
ese tragaluz... Podría funcionar. Vale la pena intentarlo.<br />
—Un cebo —dijo Muldoon.<br />
—Exactamente.<br />
—¿Quién va a ser el cebo? Yo no sirvo: mi tobillo está fuera de combate.<br />
—Yo lo haré —se ofreció Wu.