PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas
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—Eres una morbosa —acusó Tim.<br />
—¿Que quiere decir «morbosa»? No lo soy.<br />
La radio chasqueó:<br />
—¡Dios mío! —se oyó una voz—. ¿Grant? ¿Eres tú?<br />
Y después:<br />
—¿Alan? ¿Alan? —Era Ellie.<br />
—Estoy aquí —contestó Grant.<br />
—¡Gracias a Dios! ¿Estás bien?<br />
—Estoy muy bien, sí.<br />
—¿Qué pasa con los niños? ¿Los has visto?<br />
—Tengo a los chicos conmigo. Están bien.<br />
—¡Gracias a Dios!<br />
Lex estaba deslizándose hacia el otro lado del escritorio. Grant le dio una palmada en<br />
el tobillo:<br />
—Vuelve aquí.<br />
La radio chasqueó:<br />
—¿...dónde están?<br />
—En el vestíbulo. En el vestíbulo del edificio principal.<br />
Por la radio oyeron a Wu decir:<br />
—¡Dios mío! Están aquí.<br />
—Alan, escucha —dijo Ellie—. Los raptores se han escapado.<br />
—¡Oh!<br />
—Pueden abrir las puertas —dijo Wu—. Pueden estar en el mismo edificio que<br />
vosotros.<br />
—Grandioso. ¿Dónde estáis vosotros? —preguntó Grant.<br />
—Estamos en el pabellón.<br />
—¿Y los demás? ¿Muldoon, todos los demás?<br />
—Hemos perdido a algunos de ellos. Pero a todos los demás los tenemos en el<br />
pabellón.<br />
—¿Funcionan los teléfonos?<br />
—No. Todo el sistema está apagado. No funciona nada.<br />
—¿Qué podemos hacer para que el sistema vuelva a funcionar?<br />
—Hemos estado intentándolo.<br />
—Tenemos que volver a ponerlo en funcionamiento —dijo Grant—, de inmediato. Si no<br />
lo hacemos, dentro de media hora los velocirraptores llegarán a tierra firme.<br />
Empezó a explicar lo del barco, cuando Muldoon le interrumpió:<br />
—No creo que usted lo entienda, doctor Grant: aquí no nos queda ni media hora.<br />
—¿Cómo es eso?<br />
—Algunos de los raptores nos siguieron. Tenemos dos en el techo ahora.<br />
—¿Y qué hay con eso? El edificio es inexpugnable.<br />
Muldoon tosió:<br />
—Parece que no lo es. Nunca se pensó que los animales llegaran hasta el techo. —La<br />
radio chasqueó—:...Tiene que haber plantado un árbol demasiado próximo a la cerca. Los<br />
velocirraptores pasaron por encima de ella y llegaron hasta el techo. De todos modos, se<br />
suponía que los barrotes de acero del tragaluz estarían electrificados pero, claro está, la<br />
corriente está cortada. Los animales están abriéndose camino a mordiscos a través de los<br />
barrotes del tragaluz.<br />
—¿Abriéndose camino mordiendo los barrotes? —se asombró Grant. Frunció el<br />
entrecejo, tratando de imaginarlo—. ¿A qué velocidad?<br />
—Sí —dijo Muldoon—. Tienen una presión de mordida de seis mil ochocientos diez<br />
kilos por pulgada cuadrada. Son como hienas: pueden morder y hacer un agujero en el<br />
acero y... —La transmisión se perdió un instante.