PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas
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Después, vio a Tim, luchando en la corriente, extendió el brazo y lo extrajo, tosiendo y<br />
temblando, hacia la orilla.<br />
Grant se volvió hacia la cascada y vio al tiranosaurio lanzar la cabeza, hundiéndola en<br />
el agua del embalse que tenía frente a sí. La enorme cabeza se sacudió, salpicando agua<br />
a cada lado. Tenía algo entre los dientes.<br />
Y entonces el tiranosaurio volvió a levantar la cabeza.<br />
Colgando flojamente de sus mandíbulas estaba el chaleco salvavidas anaranjado de<br />
Lex.<br />
Instantes después, Lex emergió, subiendo y bajando como un corcho, al lado de la<br />
larga cola del dinosaurio: yacía boca abajo en el agua, su cuerpecito arrastrado río abajo<br />
por la corriente. Grant se zambulló detrás de ella, y otra vez se encontró inmerso en el<br />
agitado torrente. Instantes después, empujó sobre las rocas un peso muerto, agobiante; la<br />
cara de Lex estaba cenicienta; de su boca salía agua.<br />
Grant se inclinó sobre ella para hacerle la respiración boca a boca. La niña tosió.<br />
Después, vomitó un líquido verde amarillento y volvió a toser. Los párpados se abrieron y<br />
cerraron varias veces, con rapidez:<br />
—Hola —dijo. Sonrió débilmente—. Lo conseguimos.<br />
Tim empezó a llorar. Su hermana tosió otra vez.<br />
—¿Vas a terminar de una vez? ¿Por qué estás llorando?<br />
—Porque...<br />
—Estábamos preocupados por ti —dijo Grant.<br />
Pequeños restos de material blanco venían bajando por el río: el tiranosaurio estaba<br />
desgarrando el chaleco salvavidas. Todavía estaba de espaldas a ellos, mirando hacia la<br />
cascada pero, en cualquier momento, podía darse vuelta y verles...<br />
—Vamos, chicos —dijo Grant.<br />
—¿A dónde vamos? —preguntó Lex, tosiendo.<br />
—Vamos.<br />
—Grant buscaba un lugar donde esconderse. Río abajo sólo vio una llanura herbácea<br />
abierta, que no brindaba protección; aguas arriba, estaba el dinosaurio. En ese momento<br />
vio un sendero de tierra que bordeaba el río: aparentemente llevaba hacia la cascada.<br />
Y, en la tierra, vio la huella clara del zapato de un hombre. Que se dirigía hacia lo alto<br />
del sendero, hacia la cascada.<br />
Por fin, el tiranosaurio se volvió, gruñendo y mirando hacia la llanura herbácea: pareció<br />
deducir que los seres humanos habían escapado. Los buscaba aguas abajo. Grant y los<br />
hermanitos se agacharon entre los grandes helechos que tapizaban las márgenes del río.<br />
Con cautela, Grant les guió aguas arriba.<br />
—¿A dónde vamos? —preguntó Lex—. Estamos volviendo.<br />
—Lo sé.<br />
Estaban más cerca de la cascada ahora; el rugido se oía con mucha más intensidad.<br />
Las rocas se hicieron resbaladizas; el sendero estaba cubierto de barro. Había una bruma<br />
constante que flotaba en el aire: era como moverse a través de una nube. El sendero<br />
parecía llevar directamente al interior de la masa de agua que se precipitaba pero, a<br />
medida que se acercaban, vieron que, en realidad, pasaba por detrás de la catarata.<br />
El tiranosaurio les seguía buscando aguas abajo, con el lomo vuelto hacia ellos. Se<br />
apresuraron a recorrer el sendero que llevaba hacia la cascada, y ya casi habían llegado<br />
detrás de la cortina de agua, cuando Grant vio que el tiranosaurio se volvía. En ese<br />
momento quedaron completamente detrás de la cascada, y Grant no podía ver a través<br />
de la cortina plateada.<br />
Miró en derredor sorprendido: había un pequeño nicho ahí, apenas más grande que un<br />
armario empotrado, y lleno de maquinaria; ronroneantes bombas y grandes filtros y<br />
tuberías. Todo estaba mojado y frío.