PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas
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Gennaro encontró un paquete plástico con agujas grandes, cada una del diámetro de la<br />
yema de un dedo. Atornilló una en el cartucho. El extremo opuesto del cartucho tenía un<br />
peso circular de plomo.<br />
—Ése es el émbolo: se comprime al producirse el impacto. —Muldoon se sentó hacia<br />
delante, con el rifle de aire terciado sobre las rodillas. Era de pesado metal tubular gris, y<br />
a Gennaro le pareció que se trataba de un bazuca o de un lanzacohetes.<br />
—¿Qué es MORO-709?<br />
—Tranquilizante clásico para animales. Los zoológicos de todo el mundo lo usan.<br />
Probaremos con mil centímetros cúbicos, para empezar. —Muldoon abrió la cámara con<br />
un movimiento seco: era lo suficientemente grande como para que cupiese el puño.<br />
Deslizó el cartucho dentro y la cerró.<br />
—Esto debe de bastar —dijo Muldoon—. Un elefante normal necesita alrededor de<br />
doscientos cecés, pero cada uno sólo pesa dos o tres toneladas. El Tyrannosaurus rex<br />
pesa ocho toneladas y es mucho más malvado. Eso importa para la dosificación.<br />
—¿Por qué?<br />
—La dosificación que se le da a un animal depende, en parte, del peso corporal y, en<br />
parte, del temperamento: se dispara la misma dosis del 709 a un elefante, a un<br />
hipopótamo y a un rinoceronte. —Al elefante le inmoviliza, de modo que se limita a<br />
quedarse quieto como una estatua. Al hipo le frena, de modo que se amodorra, pero se<br />
sigue moviendo. Y el riño se vuelve furiosamente combativo. Pero, por otro lado, a un<br />
rinoceronte se lo persigue durante más de cinco minutos en un automóvil, y se desploma<br />
muerto como consecuencia de un shock de adrenalina. Extraña combinación de dureza y<br />
delicadeza.<br />
Muldoon condujo lentamente hacia el río, acercándose al tiranosaurio. Continuó:<br />
—Pero todos ésos son mamíferos. Sabemos mucho sobre cómo manejar mamíferos,<br />
porque todos los zoológicos están estructurados en torno a la atracción que ejercen los<br />
grandes mamíferos: leones, tigres, osos, elefantes. Sabemos mucho menos de los<br />
reptiles. Y nadie sabe nada de los dinosaurios. Los dinosaurios son animales nuevos.<br />
—¿Usted los considera reptiles? —preguntó Gennaro.<br />
—No. Los dinosaurios no encajan en las categorías existentes.<br />
Le dio un brusco giro al volante para evitar una roca y prosiguió:<br />
—En realidad, lo que encontramos es que los dinosaurios fueron tan variables como los<br />
mamíferos lo son hoy: algunos dinos son mansos y encantadores, y otros son malvados y<br />
desagradables. Algunos ven bien y otros, no. Algunos son estúpidos y otros son muy, muy<br />
inteligentes.<br />
—¿Como los raptores? —completó Gennaro.<br />
Muldoon asintió con la cabeza:<br />
—Los raptores son astutos. Muy astutos. Créame, todos los problemas que tenemos<br />
hasta el momento no son nada comparados con los que tendríamos si los velocirraptores<br />
escaparan alguna vez de su reserva... Ah, creo que esto es lo más cerca que podemos<br />
llegar de nuestro «Rexy».<br />
Allá adelante, el tiranosaurio metía la cabeza entre las ramas, escudriñando el río.<br />
Tratando de pasar. Después, se desplazaba unos pocos metros río abajo, para volver a<br />
intentarlo.<br />
—Me pregunto qué es lo que ve ahí adentro —dijo Gennaro.<br />
—Es difícil saberlo. A lo mejor está tratando de llegar a los microceratópsidos que<br />
andan dando vueltas por las ramas. La van a hacer participar en una gozosa persecución.<br />
Muldoon detuvo el jeep a unos cuarenta y cinco metros del tiranosaurio, y dio vuelta al<br />
vehículo. Dejó el motor en marcha:<br />
—Siéntese detrás del volante —indicó— y póngase el cinturón de seguridad. —Tomó<br />
otro cartucho y lo prendió en la camisa. Después, se apeó.<br />
Gennaro se puso detrás del volante: